El desafío de ponerles olor a los mejores recuerdos

El desafío de ponerles olor a los mejores recuerdos

Aromas a la carta. A tono con estos tiempos en los que se impone “marcar la diferencia”, cada vez más personas pagan para tener sus propias fragancias. Por Paul Sullivan - The New York Times.

11 Abril 2015
NUEVA YORK – Como parte de un viaje a Francia en 1984, Dianne Bernhard pasó tiempo en los jardines de Monet en Giverny. Fue ahí, entre las flores que inspiraron al pintor, que escuchó que Cartier estaba creando un nuevo perfume en París hecho de jazmín, rosas y vainilla. “Me dije: voy a ir directo a Cartier tan pronto como salga de clases”, dijo Bernhard, pintora y ex presidenta del Club Nacional de Artes en Nueva York. “Me encantaba el olor”.

La fragancia que encontró ahí fue un almizcle, pero no le gustó cómo olía en su piel. Pero en vez de renunciar, un químico empezó a hacer mezclas, y terminó creando el aroma que Bernhard – y solo Bernhard – ha usado durante las últimas tres décadas. “Es simplemente algo que se convirtió en mí”, dijo.

Cuando la mayor parte de las personas piensa en productos hechos a la medida, imagina camisas, trajes, vestidos de novia, quizá un vestido de alta costura. Pero el perfume a la medida lleva el mundo de la personalización a un nivel totalmente nuevo.

Para empezar, cuesta mucho encontrar la combinación correcta de flores y aceites que creen un olor particular para una persona.

Thomas Fontaine, un perfumista de Jean Patou – que ayudó a revivir Joy, un perfume que ha existido durante ocho décadas, y creó Joy Forever – dijo que podía costar a alguien entre 30.000 y 50.000 dólares crear un aroma personal.

“Lo más costoso es el desarrollo”, dijo. “Crear una fragancia para una sola persona o un millón de personas, cuesta lo mismo”.En contraste, Joy es una ganga en 800 dólares por 30 mililitros.

Pero es difícil poner precio al gusto. Bernhard dijo que su perfume ciertamente no ha sido barato a lo largo de los años. Dijo que le costó varios miles de dólares la creación del aroma, en 1984, y, a lo largo de los años, ha costado el equivalente de varios cientos de dólares por botella.

Laurent Le Guernec, perfumista en International Flavors and Fragances y galardonado con ocho premios por diseño de perfumes, dijo que el desafío era siempre personalizarlo. Cuando creó Lovely, un aroma para la actriz Sarah Jessica Parker, el perfume estaba destinado a atraer a los millones de fanáticas que querían oler como ella. “Ella estaba creando algo sola y esperaba que a otras personas les gustara”, dijo. “Tenía aceite de lavanda, un aceite de almizcle y eso era básicamente todo”.

Cada año, las compañías de perfumes crean y lanzan mil fragancias de manera similar, en comparación con unos 90 aromas en los años 70, dijo Elizabeth Musmanno, presidenta de la Fragance Foundation. Ella cuestionó la necesidad de una esencia personalizada. “Aunque pienso que es muy interesante para ciertas personas intentarlo, también es el equivalente a que yo contrate a un gran chef y le diga cómo cocinar”, dijo. “Es necesario entrenarse años y años para empezar a poder oler la diferencia en ciertas fragancias”.

Audrey Gruss, ex ejecutiva de mercadotecnia, está empezando a crear una fragancia. Tiene un nombre – Hope Springs Eternal – y un propósito: atraer donaciones para la Fundación de Investigación Hope para la Depresión. El sentido del olfato de Gruss ya es refinado. “Tengo un jardín de flores blancas en nuestra casa de verano”, dijo. “Me encanta el jazmín, la fresia y la azucena”. Sin embargo, está discutiendo si empezar de cero o ir a una compañía con una “nariz” famosa que pudiera combinar aromas existentes para crear algo nuevo. “Es una forma de arte y una ciencia”, dijo.

Pero Gruss, que quiere destinar el dinero a mayor investigación sobre medicamentos antidepresivos, dijo que quería un aroma que en sí mismo pudiera consolar a las personas con depresión.

“Algunas de esas fragancias pueden ser relajantes y tranquilizadoras y alentadoras”, dijo. “No profesamos la práctica de la medicina sin licencia, pero la idea de la aromaterapia ha sido muy bien documentada”.

En estos días, ningún aroma es inalcanzable. LeGuernec ocasionalmente subasta sus habilidades para elaborar perfumes para obras de caridad. Recuerda su proyecto más extraño. “Una dama dijo: ‘Realmente quiero hacer un perfume que huela como mi caballo’”, recordó. “Dije: ‘Vaya’”. Aunque la ganadora de la licitación era una practicante seria de la equitación, no quería algo que oliera a establo sino algo que le recordara su amor por montar, que empezó en la niñez.

La mayor parte del tiempo, por supuesto, a la gente le gustaría oler como un recuerdo: un día de primavera en las montañas o la brisa proveniente de su lago favorito. Pero lo difícil es la traducción: Perfumista y cliente a menudo no hablan el mismo idioma. Uno está describiendo algo efímero; el otro está tratando de traducir eso en flores y aceites.

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