10 Abril 2015
A VILLA URQUIZA. Guillermo Castillo fue retirado esposado de la sala. la gaceta / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO
“¿Por qué son tan injustos?”, gritaba anoche un grupo de mujeres envueltas en llanto, en la vereda de tribunales. Eran familiares del ex policía Guillermo Juan Alfredo Castillo, que acababa de ser condenado a seis años de prisión por el homicidio de Ángel Alfredo Astorga, cometido hace ocho años en Villa Mariano Moreno.
El juicio que concluyó anoche en la Sala V de la Cámara Penal tenía dos imputados: Castillo, que estaba acusado de violación de domicilio y homicidio agravado, y el actual agente de Policía Juan Carlos Romano, imputado por violación de domicilio y participación secundaria en el delito de homicidio.
El tribunal, integrado por Emilio Páez de la Torre, Juana Juárez y Eduardo Romero Lascano, resolvió condenar a Castillo a seis años de prisión por el delito de homicidio preterintencional, como lo había solicitado el fiscal de Cámara Daniel Marranzino en su alegato. Respecto a Romano, fue absuelto.
Castillo llegó en libertad al juicio. Al momento del hecho se le había dictado la prisión preventiva y estuvo un año preso. Pero después regresó a su hogar y, separado de la fuerza, comenzó a trabajar como albañil. Ayer los jueces ordenaron revocar el cese de prisión preventiva y que sea trasladado de inmediato a la cárcel de Villa Urquiza. Por lo tanto, tras escuchar la sentencia, el ex policía fue esposado y llevado al penal.
El crimen de Astorga ocurrió el 19 de marzo de 2007, a la madrugada. El joven tenía 19 años y volvía alcoholizado de una fiesta cuando se encontró con dos policías (Castillo y Romero), que comenzaron a perserguirlo, supuestamente como sospechosos. Astorga se metió en su casa y Castillo ingresó por detrás, sin una orden judicial. Dentro de esas vivienda se produjo el crimen.
Ayer a la mañana, después de que declarara el perito balístico de la Policía Federal Jorge Rodríguez, se hizo una recreación del hecho en la sala de audiencias. Allí Castillo intentó demostrar que la escopeta que cargaba se disparó de manera accidental cuando Astorga intentó quitársela y comenzaron a forcejear. “El arma ya estaba remontada, la llevaba colgada en la mano, con el seguro puesto y el dedo en el disparador. Cuando él se viene hacia mí, levanto la escopeta, él tira y sale el disparo”, explicó.
Pero esa versión no fue aceptada por el fiscal Marranzino, quien remarcó en su alegato: “el médico forense en ningún momento describe lesiones corporales afines a una pelea”. En ese sentido, mencionó que la víctima se encontraba en un estado de indefensión respecto del policía, teniendo en cuenta que había consumido alcohol y que su contextura física era más pequeña.
“No hubo un disparo accidental. Sin embargo, Castillo no tuvo intención de matar a la víctima. Si lo hubiese querido matar, le habría disparado por la espalda para asegurar el resultado”, consideró Marranzino, para luego solicitar que no se lo juzgue por homicidio agravado sino por homicidio preterintencional.
El defensor Francisco Torres, por su parte, coincidió en que no hubo una intención de matar a Astorga. “Fue un acto culposo en el que necesariamente participaron las dos personas”, insistió, y pidió que se califique a Castillo por el delito de homicidio culposo.
En cuanto a Romano, en todo momento aseguró que la madrugada del hecho permaneció arriba del móvil policial, sin ingresar al lugar del crimen. Su defensora, Mónica López, se limitó a pedir que se lo absolviera.
El juicio que concluyó anoche en la Sala V de la Cámara Penal tenía dos imputados: Castillo, que estaba acusado de violación de domicilio y homicidio agravado, y el actual agente de Policía Juan Carlos Romano, imputado por violación de domicilio y participación secundaria en el delito de homicidio.
El tribunal, integrado por Emilio Páez de la Torre, Juana Juárez y Eduardo Romero Lascano, resolvió condenar a Castillo a seis años de prisión por el delito de homicidio preterintencional, como lo había solicitado el fiscal de Cámara Daniel Marranzino en su alegato. Respecto a Romano, fue absuelto.
Castillo llegó en libertad al juicio. Al momento del hecho se le había dictado la prisión preventiva y estuvo un año preso. Pero después regresó a su hogar y, separado de la fuerza, comenzó a trabajar como albañil. Ayer los jueces ordenaron revocar el cese de prisión preventiva y que sea trasladado de inmediato a la cárcel de Villa Urquiza. Por lo tanto, tras escuchar la sentencia, el ex policía fue esposado y llevado al penal.
El crimen de Astorga ocurrió el 19 de marzo de 2007, a la madrugada. El joven tenía 19 años y volvía alcoholizado de una fiesta cuando se encontró con dos policías (Castillo y Romero), que comenzaron a perserguirlo, supuestamente como sospechosos. Astorga se metió en su casa y Castillo ingresó por detrás, sin una orden judicial. Dentro de esas vivienda se produjo el crimen.
Ayer a la mañana, después de que declarara el perito balístico de la Policía Federal Jorge Rodríguez, se hizo una recreación del hecho en la sala de audiencias. Allí Castillo intentó demostrar que la escopeta que cargaba se disparó de manera accidental cuando Astorga intentó quitársela y comenzaron a forcejear. “El arma ya estaba remontada, la llevaba colgada en la mano, con el seguro puesto y el dedo en el disparador. Cuando él se viene hacia mí, levanto la escopeta, él tira y sale el disparo”, explicó.
Pero esa versión no fue aceptada por el fiscal Marranzino, quien remarcó en su alegato: “el médico forense en ningún momento describe lesiones corporales afines a una pelea”. En ese sentido, mencionó que la víctima se encontraba en un estado de indefensión respecto del policía, teniendo en cuenta que había consumido alcohol y que su contextura física era más pequeña.
“No hubo un disparo accidental. Sin embargo, Castillo no tuvo intención de matar a la víctima. Si lo hubiese querido matar, le habría disparado por la espalda para asegurar el resultado”, consideró Marranzino, para luego solicitar que no se lo juzgue por homicidio agravado sino por homicidio preterintencional.
El defensor Francisco Torres, por su parte, coincidió en que no hubo una intención de matar a Astorga. “Fue un acto culposo en el que necesariamente participaron las dos personas”, insistió, y pidió que se califique a Castillo por el delito de homicidio culposo.
En cuanto a Romano, en todo momento aseguró que la madrugada del hecho permaneció arriba del móvil policial, sin ingresar al lugar del crimen. Su defensora, Mónica López, se limitó a pedir que se lo absolviera.
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Eduardo Romero Lascano
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