08 Abril 2015
CIUDAD DE PANAMÁ.- Estados Unidos y Cuba se reunirán este fin de semana para otra cita histórica rodeados de todos los países del continente, en una Cumbre de las Américas marcada especialmente por la crisis de Venezuela. Decenas de jefes de Estado y de gobierno acudirán el viernes y sábado a la cumbre en Panamá, aunque el guión prevé que la foto central esté dedicada al encuentro de dos de ellos: Barack Obama y Raúl Castro.
El presidente estadounidense y su homólogo cubano simbolizarán previsiblemente con su nuevo apretón de manos esta vez el deshielo diplomático entre ambos países. Para el Gobierno de Cuba será su primera participación en el foro fundado en 1994 y patrocinado por la Organización de Estados Americanos (OEA), a cuya VII edición están invitados esta vez los 35 países de la región. “El gran tema y la gran noticia de la cumbre será el acercamiento entre Washington y La Habana”, considera Michael Shifter, presidente del think tank “The Inter-American Dialogue”, centrado en las relaciones en el hemisferio occidental. “Cuba ha sido un factor irritante para Estados Unidos y América Latina durante décadas”, dijo Shifter.
Washington y La Habana anunciaron en diciembre la próxima reanudación de sus relaciones diplomáticas y se espera que la cita en Panamá pueda dar un impulso a las negociaciones para reabrir embajadas. Mientras el país anfitrión quiere hacer historia al sentar en la misma mesa a Obama y Castro, la cita podría verse ensombrecida por las nuevas tensiones entre Washington y Caracas. Obama declaró una “amenaza para la seguridad nacional” estadounidense la situación de Venezuela, donde el gobierno de Nicolás Maduro ha intensificado el acoso a opositores políticos. La Casa Blanca anunció en un decreto sanciones contra altos funcionarios venezolanos. Las duras palabras de Obama generaron rechazo en la región, especialmente susceptible tras décadas de intervencionismo en lo que Washington solía llamar su “patio trasero”. Las críticas llegaron al unísono no sólo de aliados de Venezuela como el bloque de izquierdas del Alba, sino desde el foro que reúne a todos los países latinoamericanos y caribeños, la Celac, entre ellos potencias regionales como Brasil o México. “El Gobierno de Obama se disparó en el pie”, planteó Cynthia Arnson, jefa del programa sobre América Latina del Wilson Center. “No por las sanciones, sino por el tono con que está formulado el decreto y la forma como se anunciaron las sanciones”, agregó. “Muchos latinoamericanos quedaron decepcionados de que Obama eligiera esa actitud con Venezuela, especialmente después de atreverse a dar el paso audaz de mayor diálogo y apertura con Cuba”, estima Shifter.
El presidente estadounidense y su homólogo cubano simbolizarán previsiblemente con su nuevo apretón de manos esta vez el deshielo diplomático entre ambos países. Para el Gobierno de Cuba será su primera participación en el foro fundado en 1994 y patrocinado por la Organización de Estados Americanos (OEA), a cuya VII edición están invitados esta vez los 35 países de la región. “El gran tema y la gran noticia de la cumbre será el acercamiento entre Washington y La Habana”, considera Michael Shifter, presidente del think tank “The Inter-American Dialogue”, centrado en las relaciones en el hemisferio occidental. “Cuba ha sido un factor irritante para Estados Unidos y América Latina durante décadas”, dijo Shifter.
Washington y La Habana anunciaron en diciembre la próxima reanudación de sus relaciones diplomáticas y se espera que la cita en Panamá pueda dar un impulso a las negociaciones para reabrir embajadas. Mientras el país anfitrión quiere hacer historia al sentar en la misma mesa a Obama y Castro, la cita podría verse ensombrecida por las nuevas tensiones entre Washington y Caracas. Obama declaró una “amenaza para la seguridad nacional” estadounidense la situación de Venezuela, donde el gobierno de Nicolás Maduro ha intensificado el acoso a opositores políticos. La Casa Blanca anunció en un decreto sanciones contra altos funcionarios venezolanos. Las duras palabras de Obama generaron rechazo en la región, especialmente susceptible tras décadas de intervencionismo en lo que Washington solía llamar su “patio trasero”. Las críticas llegaron al unísono no sólo de aliados de Venezuela como el bloque de izquierdas del Alba, sino desde el foro que reúne a todos los países latinoamericanos y caribeños, la Celac, entre ellos potencias regionales como Brasil o México. “El Gobierno de Obama se disparó en el pie”, planteó Cynthia Arnson, jefa del programa sobre América Latina del Wilson Center. “No por las sanciones, sino por el tono con que está formulado el decreto y la forma como se anunciaron las sanciones”, agregó. “Muchos latinoamericanos quedaron decepcionados de que Obama eligiera esa actitud con Venezuela, especialmente después de atreverse a dar el paso audaz de mayor diálogo y apertura con Cuba”, estima Shifter.
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