06 Abril 2015
TODO PARA ELLA. Menéndez festeja el 1-0 mirando a la tribuna de calle Chile, pero corazón estaba con Silva, su mamá. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso
“Hasta hoy la gente me para en la calle y a veces me pregunta qué nos pasó. Y honestamente no sé qué responderle”. El recuerdo del no ascenso de Atlético a Primera caló tan hondo en el hincha y en Cristian Menéndez que las esquirlas de aquella bomba que le detonó Huracán en el corazón todavía siguen lastimando.
Sin embargo, triunfos como el de ayer son la mejor medicina antidolor, asegura el marplatense, ayer por un instante villano y luego héroe a tiempo completo por su gol, el de la apertura del marcador, y por su derroche de energía en los 94 minutos de partido con Chacarita.
“Fue durísimo, pero este triunfo nos ayuda a no despegarnos de la punta”, confió Menéndez, que se pasó de rosca en su fe antes de patear el penal que a él le habían hecho. “Me confié un poco porque vi al arquero medio jugado al otro costado. Creo que la fortuna estuvo de mi lado”, reconoció aferrándose al rebote de César Taborda que le cayó a los pies. El desahogo de Menéndez fue completo. Sintió que parte de su misión como goleador estaba cumplida. Y la otra, la pasional y personal, fue un premio extra: la sonrisa de su mamá. “Va para ella que cumplió años. Se lo dedico a ella”, soltó el mensaje a una cámara de un programa partidario el “Luchador”. Silvia fue una espectadora más anoche en el Monumental, aunque con seguridad habrá sido más feliz que varios de los presentes. El gol de su hijo fue todo para ella y nadie más.
“Ahora le voy a dar la camiseta y a llevarla a comer algo rico por ahí”, reveló la doble sorpresa que le esperaba a su mamá, que zafó de la cocina. Era su día, claro. “Por lo general, los mediodías la hago cocinar, pero esta noche es especial así que vamos a pasarla bien, a disfrutar con los viejos”, en ese momento Menéndez dejó de ser futbolista, se convirtió en cualquier hijo de vecino que sólo quiere llegar a casa y compartir con los suyos el momento, luego de una jornada picante de trabajo.
El rotation culinario de los Menéndez encaró por la ruta de las pastas. “A ella le encantan”, reveló Cristian sobre Silva, cuya especialidad es la lasagna. “A mi entender, la de mi vieja es la mejor del mundo, ja”, suspiró el rubio como saboreando un plato que, con seguridad, deberá estar en el repertorio de Silva, que se quedará durante toda la semana.
El repaso de la tormenta pasada vuelve a ser tema de conversación, pero desde el lado de la conciencia. Menéndez habla de luchar con el corazón. “Sabemos que no nos puede pasar eso de nuevo. Hay que dejar el alma para ascender”.
Sin embargo, triunfos como el de ayer son la mejor medicina antidolor, asegura el marplatense, ayer por un instante villano y luego héroe a tiempo completo por su gol, el de la apertura del marcador, y por su derroche de energía en los 94 minutos de partido con Chacarita.
“Fue durísimo, pero este triunfo nos ayuda a no despegarnos de la punta”, confió Menéndez, que se pasó de rosca en su fe antes de patear el penal que a él le habían hecho. “Me confié un poco porque vi al arquero medio jugado al otro costado. Creo que la fortuna estuvo de mi lado”, reconoció aferrándose al rebote de César Taborda que le cayó a los pies. El desahogo de Menéndez fue completo. Sintió que parte de su misión como goleador estaba cumplida. Y la otra, la pasional y personal, fue un premio extra: la sonrisa de su mamá. “Va para ella que cumplió años. Se lo dedico a ella”, soltó el mensaje a una cámara de un programa partidario el “Luchador”. Silvia fue una espectadora más anoche en el Monumental, aunque con seguridad habrá sido más feliz que varios de los presentes. El gol de su hijo fue todo para ella y nadie más.
“Ahora le voy a dar la camiseta y a llevarla a comer algo rico por ahí”, reveló la doble sorpresa que le esperaba a su mamá, que zafó de la cocina. Era su día, claro. “Por lo general, los mediodías la hago cocinar, pero esta noche es especial así que vamos a pasarla bien, a disfrutar con los viejos”, en ese momento Menéndez dejó de ser futbolista, se convirtió en cualquier hijo de vecino que sólo quiere llegar a casa y compartir con los suyos el momento, luego de una jornada picante de trabajo.
El rotation culinario de los Menéndez encaró por la ruta de las pastas. “A ella le encantan”, reveló Cristian sobre Silva, cuya especialidad es la lasagna. “A mi entender, la de mi vieja es la mejor del mundo, ja”, suspiró el rubio como saboreando un plato que, con seguridad, deberá estar en el repertorio de Silva, que se quedará durante toda la semana.
El repaso de la tormenta pasada vuelve a ser tema de conversación, pero desde el lado de la conciencia. Menéndez habla de luchar con el corazón. “Sabemos que no nos puede pasar eso de nuevo. Hay que dejar el alma para ascender”.
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