05 Abril 2015
Después de haber escuchado a la presidenta Cristina Fernández citar a Eva Perón para poner en el mismo plano a los “oligarcas” y al “frío de los corazones de los compañeros” quienes, debido a las barrabasadas que conlleva el actual impuesto a los sueldos, le hicieron el martes pasado al Gobierno un imponente paro general, no queda más que repasar como contracara del momento parte del discurso fundacional que pronunció Néstor Kirchner el día en que asumió la presidencia.
Para entender la situación económica de hoy entroncándola con el último mandoble sindical, que además se hizo eco del padecer de la mitad de la población “en blanco” que gana menos de 5.500 pesos según el propio Indec no es necesario tener a mano la reciente y crítica opinión de la secretaria del Departamento de Estado de los EE.UU. que se encarga del seguimiento de Latinoamérica, Roberta Jacobson, sobre la “mala forma” de la economía argentina, sino que basta con acudir al diario de Sesiones del Congreso del 25 de mayo de 2003. Ese día, el santacruceño le prometía al Congreso y al pueblo “cambiar” el sistema impositivo para tornarlo “progresivo”, y permitir así “reducir alícuotas en función de la mejora en la recaudación”. Su receta sobre los “equilibrios” no era nada diferente a la lógica de cualquier familia o negocio: “la sabia regla de no gastar más de lo que entra debe observarse”. Y agregó: “El país no puede continuar cubriendo el déficit por la vía del endeudamiento permanente ni puede recurrir a la emisión de moneda sin control, haciéndose correr riesgos inflacionarios que siempre terminan afectando a los sectores de menos ingresos”.
Doce años después, todas esas manifestaciones tan esperanzadoras de política económica y social están patas para arriba: la recaudación aumentó, pero los gastos también, el déficit fiscal se cristalizó y la suba de los precios hace estragos entre los más pobres.
Está claro que sus sucesores no sólo dejaron en el camino ese diagnóstico, sino que por no seguir a rajatabla tan elementales reglas de buena administración tienen que cobrarle impuestos a los trabajadores que, sin ajustes de las escalas o de los pisos de tributación para no reconocer la inflación, se han tornado regresivos en nombre de la “solidaridad” que reclama Cristina.
Al fallar en esas premisas básicas está claro que quienes le diseñan la política económica a la Presidenta han tirado por la borda no sólo la tradición peronista de nutrirse del movimiento obrero, sino también los “sueños” de su propio esposo. Ese día, el nuevo Presidente cerró aquel discurso con una apelación inspirada en Martin Luther King: “Vengo a proponerles un sueño: quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero que seamos un país serio, pero, además, quiero un país más justo”.
A casi 12 años de aquella disertación, es evidente que los cuatro objetivos que le propuso Kirchner al país ese día (unión, normalidad, seriedad y justicia) no han sido alcanzados plenamente. Resulta que esas mismas carencias son ahora parte del discurso continuista de estos días que plantea cambiar desde diciembre para tratar de alcanzar todo aquello que no se logró en los últimos doce años.
Las consecuencias
Las consecuencias de no haber seguido los consejos de Néstor ha sido la falta de inversión, el parate productivo de casi dos años y el deterioro de las cuentas externas con el consecuente control de la salida de divisas, algo que para el Gobierno no existe como “cepo”, aunque Máximo Kirchner lo admitió, cuando en un reportaje radial criticó a Mauricio Macri por querer eliminarlo de cuajo. En paralelo con los comentarios de Jacobson, un informe de una dependencia comercial de la Administración Obama marcó la “preocupación” por la baja de reservas que impide salida de dólares, justo en momentos en que recrudece la ofensiva del Gobierno contra la filial argentina del Citibank, por haber arreglado con los holdouts la atención de dos vencimientos locales y luego su retiro como agente pagador.
Esta columna refirió la semana anterior que el ministro de Economía, Axel Kicillof había preparado el terreno diciendo que “el acuerdo entre el Citibank y los fondos buitre viola la normativa argentina”. Con poca independencia de criterio, primero fue la Comisión Nacional de Valores quien suspendió a la entidad como agente extrabursátil y luego el BCRA el que le retiró la autorización para desempeñarse “como representante legal y máximo responsable de la sucursal Argentina de Citibank NA” a Gabriel Juan Ribisich, un banquero de 30 años de experiencia y de alta idoneidad según sus pares, pero que según el Central “desconoció el marco legal vigente en la Argentina”.
La Asociación de Bancos de la Argentina (ABA) y la Asociación Empresaria Argentina (AEA) salieron a respaldar a Ribisich y a solicitar que se le permita el “derecho de defensa”, mientras que el BCRA definió los pronunciamientos como una “defensa corporativa del establishment”.
La semana de Malvinas
En otro orden, la semana de Malvinas le dio al Gobierno la oportunidad de anunciar la desclasificación de documentos de la guerra, mientras que trascendieron maniobras de espionaje del Reino Unido sobre la Argentina que generarán seguramente réplicas diplomáticas. En paralelo, un banco global con patente inglesa, el HSBC, está en la mira de los sabuesos de la AFIP y de una Comisión bicameral que controla el kirchnerismo en el Congreso, quienes investigan si los giros de fondos a Ginebra (Suiza) y la consecuente evasión de casi 4.000 clientes fueron consentidos por la filial local de la entidad.
Una fuente gubernamental le dijo a DyN que el Gobierno considera que es una ofensiva para debilitarlo, tanto las declaraciones resonantes de ambos gobiernos extranjeros como una supuesta “extorsión de los bancos que quieren hacer aparecer cuentas de kirchneristas a como diere lugar”. Este talón de Aquiles resultó evidente cuando se conoció, a través de la revista brasileña Veja, que el hijo de la Presidenta podría ser el titular de dos cuentas en el exterior, una “abierta en octubre de 2005 en el Felton Bank (Delaware), a nombre de la empresa Business and Services IBC, con sede en el paraíso fiscal de Belize” y una segunda “abierta en diciembre de 2006 desde Luxemburgo, en el Morval Bank & Trust Ltd”, una entidad con sede en las islas Cayman.
La publicación, basada en “una fuente del sector financiero”, corrobora una información que un día antes había proporcionado el periodista de Clarín, Daniel Santoro, quien también dio otros detalles del asunto que enlaza al país, con Venezuela e Irán, a propósito de asistencia nuclear argentina al gobierno persa.
Según Veja, la primera cuenta estaba a nombre de “Nilda Celia Garré, Henry Olaf Aaset (ex abogado de los Kirchner en Santa Cruz) y Máximo Carlos Kirchner”. También publicó que “el primer depósito de la primera cuenta fue “realizado desde Caracas” y que el saldo en abril de 2010 era “de 41,7 millones de dólares”. En tanto, sobre la cuenta en Cayman dijo que también tiene a Garré y a Máximo como titulares, pero que la tercera beneficiaria es una hija de la ex ministra de Defensa, María Paula Abal Medina, mientras que estableció “el saldo en abril de 2010 era de 19,8 millones de dólares”.
En el reportaje radial, Máximo aseguró varias veces que “nunca, nunca, nunca, nunca... tuve ni tengo cuentas” y para invalidar la posibilidad de ser el titular de una de ellas, inducido por una pregunta, dijo que no sale de la Argentina “desde 2002”, como si para abrir una cuenta en el exterior se necesitara viajar. Lo mismo que el kirchnerismo trata de probarle al HSBC, su intervención para que se genere una cuenta en el exterior, es lo que el hijo de la Presidenta dice desconocer.
Sin embargo, hubo una notable coincidencia entre el jefe de La Cámpora y Santoro: el caso de la muerte dudosa del fiscal Alberto Nisman sigue siendo crucial. El periodista hizo saber que su investigación llevaba varios años y que al confirmar los datos con otra fuente, el tema salió a la luz ahora porque el costado nuclear le agrega un motivo extra a la investigación. Al respecto, Máximo dijo que los datos sobre las cuentas han aparecido “para mantener en la tapa de los diarios la denuncia que hizo el fiscal Nisman sobre el encubrimiento de la Presidenta”.
Nada está dicho aún, pero ante las eventuales debilidades de los protagonistas gubernamentales a partir de diciembre, el poder busca blindarlos con cargos electivos que le permitan hacia el futuro fueros judiciales. Más que los votos que puedan arrastrar, que en el caso de la Presidenta serán muchos en todo el país, nada parece decidido aún, pero éste sería el motivo principal para que Cristina y su hijo aparezcan en las listas de las PASO con la seguridad de que van a ser electos.
Para entender la situación económica de hoy entroncándola con el último mandoble sindical, que además se hizo eco del padecer de la mitad de la población “en blanco” que gana menos de 5.500 pesos según el propio Indec no es necesario tener a mano la reciente y crítica opinión de la secretaria del Departamento de Estado de los EE.UU. que se encarga del seguimiento de Latinoamérica, Roberta Jacobson, sobre la “mala forma” de la economía argentina, sino que basta con acudir al diario de Sesiones del Congreso del 25 de mayo de 2003. Ese día, el santacruceño le prometía al Congreso y al pueblo “cambiar” el sistema impositivo para tornarlo “progresivo”, y permitir así “reducir alícuotas en función de la mejora en la recaudación”. Su receta sobre los “equilibrios” no era nada diferente a la lógica de cualquier familia o negocio: “la sabia regla de no gastar más de lo que entra debe observarse”. Y agregó: “El país no puede continuar cubriendo el déficit por la vía del endeudamiento permanente ni puede recurrir a la emisión de moneda sin control, haciéndose correr riesgos inflacionarios que siempre terminan afectando a los sectores de menos ingresos”.
Doce años después, todas esas manifestaciones tan esperanzadoras de política económica y social están patas para arriba: la recaudación aumentó, pero los gastos también, el déficit fiscal se cristalizó y la suba de los precios hace estragos entre los más pobres.
Está claro que sus sucesores no sólo dejaron en el camino ese diagnóstico, sino que por no seguir a rajatabla tan elementales reglas de buena administración tienen que cobrarle impuestos a los trabajadores que, sin ajustes de las escalas o de los pisos de tributación para no reconocer la inflación, se han tornado regresivos en nombre de la “solidaridad” que reclama Cristina.
Al fallar en esas premisas básicas está claro que quienes le diseñan la política económica a la Presidenta han tirado por la borda no sólo la tradición peronista de nutrirse del movimiento obrero, sino también los “sueños” de su propio esposo. Ese día, el nuevo Presidente cerró aquel discurso con una apelación inspirada en Martin Luther King: “Vengo a proponerles un sueño: quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero que seamos un país serio, pero, además, quiero un país más justo”.
A casi 12 años de aquella disertación, es evidente que los cuatro objetivos que le propuso Kirchner al país ese día (unión, normalidad, seriedad y justicia) no han sido alcanzados plenamente. Resulta que esas mismas carencias son ahora parte del discurso continuista de estos días que plantea cambiar desde diciembre para tratar de alcanzar todo aquello que no se logró en los últimos doce años.
Las consecuencias
Las consecuencias de no haber seguido los consejos de Néstor ha sido la falta de inversión, el parate productivo de casi dos años y el deterioro de las cuentas externas con el consecuente control de la salida de divisas, algo que para el Gobierno no existe como “cepo”, aunque Máximo Kirchner lo admitió, cuando en un reportaje radial criticó a Mauricio Macri por querer eliminarlo de cuajo. En paralelo con los comentarios de Jacobson, un informe de una dependencia comercial de la Administración Obama marcó la “preocupación” por la baja de reservas que impide salida de dólares, justo en momentos en que recrudece la ofensiva del Gobierno contra la filial argentina del Citibank, por haber arreglado con los holdouts la atención de dos vencimientos locales y luego su retiro como agente pagador.
Esta columna refirió la semana anterior que el ministro de Economía, Axel Kicillof había preparado el terreno diciendo que “el acuerdo entre el Citibank y los fondos buitre viola la normativa argentina”. Con poca independencia de criterio, primero fue la Comisión Nacional de Valores quien suspendió a la entidad como agente extrabursátil y luego el BCRA el que le retiró la autorización para desempeñarse “como representante legal y máximo responsable de la sucursal Argentina de Citibank NA” a Gabriel Juan Ribisich, un banquero de 30 años de experiencia y de alta idoneidad según sus pares, pero que según el Central “desconoció el marco legal vigente en la Argentina”.
La Asociación de Bancos de la Argentina (ABA) y la Asociación Empresaria Argentina (AEA) salieron a respaldar a Ribisich y a solicitar que se le permita el “derecho de defensa”, mientras que el BCRA definió los pronunciamientos como una “defensa corporativa del establishment”.
La semana de Malvinas
En otro orden, la semana de Malvinas le dio al Gobierno la oportunidad de anunciar la desclasificación de documentos de la guerra, mientras que trascendieron maniobras de espionaje del Reino Unido sobre la Argentina que generarán seguramente réplicas diplomáticas. En paralelo, un banco global con patente inglesa, el HSBC, está en la mira de los sabuesos de la AFIP y de una Comisión bicameral que controla el kirchnerismo en el Congreso, quienes investigan si los giros de fondos a Ginebra (Suiza) y la consecuente evasión de casi 4.000 clientes fueron consentidos por la filial local de la entidad.
Una fuente gubernamental le dijo a DyN que el Gobierno considera que es una ofensiva para debilitarlo, tanto las declaraciones resonantes de ambos gobiernos extranjeros como una supuesta “extorsión de los bancos que quieren hacer aparecer cuentas de kirchneristas a como diere lugar”. Este talón de Aquiles resultó evidente cuando se conoció, a través de la revista brasileña Veja, que el hijo de la Presidenta podría ser el titular de dos cuentas en el exterior, una “abierta en octubre de 2005 en el Felton Bank (Delaware), a nombre de la empresa Business and Services IBC, con sede en el paraíso fiscal de Belize” y una segunda “abierta en diciembre de 2006 desde Luxemburgo, en el Morval Bank & Trust Ltd”, una entidad con sede en las islas Cayman.
La publicación, basada en “una fuente del sector financiero”, corrobora una información que un día antes había proporcionado el periodista de Clarín, Daniel Santoro, quien también dio otros detalles del asunto que enlaza al país, con Venezuela e Irán, a propósito de asistencia nuclear argentina al gobierno persa.
Según Veja, la primera cuenta estaba a nombre de “Nilda Celia Garré, Henry Olaf Aaset (ex abogado de los Kirchner en Santa Cruz) y Máximo Carlos Kirchner”. También publicó que “el primer depósito de la primera cuenta fue “realizado desde Caracas” y que el saldo en abril de 2010 era “de 41,7 millones de dólares”. En tanto, sobre la cuenta en Cayman dijo que también tiene a Garré y a Máximo como titulares, pero que la tercera beneficiaria es una hija de la ex ministra de Defensa, María Paula Abal Medina, mientras que estableció “el saldo en abril de 2010 era de 19,8 millones de dólares”.
En el reportaje radial, Máximo aseguró varias veces que “nunca, nunca, nunca, nunca... tuve ni tengo cuentas” y para invalidar la posibilidad de ser el titular de una de ellas, inducido por una pregunta, dijo que no sale de la Argentina “desde 2002”, como si para abrir una cuenta en el exterior se necesitara viajar. Lo mismo que el kirchnerismo trata de probarle al HSBC, su intervención para que se genere una cuenta en el exterior, es lo que el hijo de la Presidenta dice desconocer.
Sin embargo, hubo una notable coincidencia entre el jefe de La Cámpora y Santoro: el caso de la muerte dudosa del fiscal Alberto Nisman sigue siendo crucial. El periodista hizo saber que su investigación llevaba varios años y que al confirmar los datos con otra fuente, el tema salió a la luz ahora porque el costado nuclear le agrega un motivo extra a la investigación. Al respecto, Máximo dijo que los datos sobre las cuentas han aparecido “para mantener en la tapa de los diarios la denuncia que hizo el fiscal Nisman sobre el encubrimiento de la Presidenta”.
Nada está dicho aún, pero ante las eventuales debilidades de los protagonistas gubernamentales a partir de diciembre, el poder busca blindarlos con cargos electivos que le permitan hacia el futuro fueros judiciales. Más que los votos que puedan arrastrar, que en el caso de la Presidenta serán muchos en todo el país, nada parece decidido aún, pero éste sería el motivo principal para que Cristina y su hijo aparezcan en las listas de las PASO con la seguridad de que van a ser electos.
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