Por Guillermo Monti
04 Abril 2015
Rápidos y Furiosos 7: el show sigue y sin perder el atractivo
El clan Toretto queda entre la espada y la pared por culpa de Deckard Shaw, quien está decidido a destruirlos para vengar lo que le hicieron a su hermano (en la película anterior). Para enfrentar a Shaw, Toretto y su equipo contarán con la ayuda de un grupo gubernamental, pero a cambio deberán recuperar un software conocido como “el ojo de Dios”. Las aventuras los llevarán a recorrer todas las geografías, siempre a bordo de los mejores autos. Acción - PM16 - 137 minutos.
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Origen: Estados Unidos, 2015. Dirección: James Wan. Con: Vin Diesel, Jason Statham, Paul Walker, Michelle Rodríguez. violencia: con escenas. Sexo: sin escenas. El dato: Vin Diesel deslizó que “Rápidos y furiosos 8” se desarrollará en Nueva York, aunque todavía no hay fecha de estreno confirmada. La escena: hagan sus apuestas: ¿los autos cayendo en paracaídas en medio de las montañas o el coche volando de edificio en edificio?
Dominic Toretto repite una y otra vez que no hay nada más importante que la familia. Un Don Corleone de taller mecánico tan sentimental como implacable si tocan a uno de los suyos. Se entiende entonces que el final de “Rápidos y furiosos 7” esté dedicado a despedir a Paul Walker, cuñado de Toretto en la ficción y gran amigo lejos de los rodajes. La cámara se despega del auto y apunta al cielo, mientras a Vin Diesel se lo escucha más humano que nunca. La muerte de Walker -manejando, por si hacía falta alguna alegoría- golpeó a la saga pero de ningún modo la lastimó. Para completar las escenas utilizaron al hermano del actor y a otra cosa. “Rápidos y furiosos” goza de excelente salud y esta película lo demuestra.
Jason Statham es un villano a la altura de Toretto y su banda. Para frenarlo será imprescindible apelar a Dwayne Johnson, que sigue expandiéndose a lo ancho y hace cosas como romper un yeso tensando los músculos. Djimon Honsou aparece del lado de los malos, pero el gran aporte al cast -un seleccionado de estrellas del género- es el incombustible Kurt Russell, en un personaje que lo dice todo: el Señor Nadie.
La dinámica de la serie impone el recorrido por el mundo, al volante de autos que les provocan taquicardia a los fanáticos de los “fierros”. La premisa, un clásico incrustado en la naturaleza de “Rápidos y furiosos”, está tan cubierta como siempre, al igual que el desfile de chicas. Atención a Nathalie Emmanuel saliendo del agua en una playa de Medio Oriente. Si la saga propone guiños a la iconografía y al ritmo de 007, este es todo un homenaje.
James Wan devino en una suerte de Rey Midas que convierte en oro todo lo que filma. Ya está en pleno desarrollo la secuela de “El conjuro”, uno de sus superéxitos. Wan sabe construir atmósferas asfixiantes para inventar un blockbuster terrorífico y con la misma solvencia apela a la estética del video clip para capturar el espíritu vertiginoso, colorido y arrollador de “Rápidos y furiosos”.
Los personajes son los de siempre, planos, divertidos, enamoradizos. El universo en el que se mueven es extremo, malos muy malos y buenos buenísimos. Así es “Rápidos y furiosos”. A nadie se le ocurre pedir demasiadas explicaciones y mucho menos profundidad en un diálogo. Es un show con reglas establecidas desde hace siete películas y allí radica su fortaleza.
Dominic Toretto repite una y otra vez que no hay nada más importante que la familia. Un Don Corleone de taller mecánico tan sentimental como implacable si tocan a uno de los suyos. Se entiende entonces que el final de “Rápidos y furiosos 7” esté dedicado a despedir a Paul Walker, cuñado de Toretto en la ficción y gran amigo lejos de los rodajes. La cámara se despega del auto y apunta al cielo, mientras a Vin Diesel se lo escucha más humano que nunca. La muerte de Walker -manejando, por si hacía falta alguna alegoría- golpeó a la saga pero de ningún modo la lastimó. Para completar las escenas utilizaron al hermano del actor y a otra cosa. “Rápidos y furiosos” goza de excelente salud y esta película lo demuestra.
Jason Statham es un villano a la altura de Toretto y su banda. Para frenarlo será imprescindible apelar a Dwayne Johnson, que sigue expandiéndose a lo ancho y hace cosas como romper un yeso tensando los músculos. Djimon Honsou aparece del lado de los malos, pero el gran aporte al cast -un seleccionado de estrellas del género- es el incombustible Kurt Russell, en un personaje que lo dice todo: el Señor Nadie.
La dinámica de la serie impone el recorrido por el mundo, al volante de autos que les provocan taquicardia a los fanáticos de los “fierros”. La premisa, un clásico incrustado en la naturaleza de “Rápidos y furiosos”, está tan cubierta como siempre, al igual que el desfile de chicas. Atención a Nathalie Emmanuel saliendo del agua en una playa de Medio Oriente. Si la saga propone guiños a la iconografía y al ritmo de 007, este es todo un homenaje.
James Wan devino en una suerte de Rey Midas que convierte en oro todo lo que filma. Ya está en pleno desarrollo la secuela de “El conjuro”, uno de sus superéxitos. Wan sabe construir atmósferas asfixiantes para inventar un blockbuster terrorífico y con la misma solvencia apela a la estética del video clip para capturar el espíritu vertiginoso, colorido y arrollador de “Rápidos y furiosos”.
Los personajes son los de siempre, planos, divertidos, enamoradizos. El universo en el que se mueven es extremo, malos muy malos y buenos buenísimos. Así es “Rápidos y furiosos”. A nadie se le ocurre pedir demasiadas explicaciones y mucho menos profundidad en un diálogo. Es un show con reglas establecidas desde hace siete películas y allí radica su fortaleza.
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