Por Carlos Páez de la Torre H
26 Marzo 2015
SALUSTIANO ZAVALÍA. Un boceto de Antonio Alice, para su gran óleo “Los constituyentes del 53”. la gaceta / archivo
El abogado tucumano Salustiano Zavalía (1810-1873) fue gobernador de Tucumán, constituyente de 1853 y senador nacional, entre otras dignidades. Lucio V. Mansilla ha dejado una cálida evocación de Zavalía, a quien conoció en Paraná, en sus “Retratos y recuerdos”.
Narra que el tucumano tenía gustos artísticos y “predilección por la música, que conocía científicamente” y que “como tocaba primorosamente la guitarra, en un salón, su prestigio se imponía”. Zavalía “hablaba bien, muy bien, con algunas flores de retórica, sin hipérboles, con erudición, con método, con colorido, con calor; y no sostuvo un solo momento ninguna idea, ni pensamiento, ni proyecto que no fuera liberal, teniendo por los porteños marcada inclinación: debilidad tucumana, dicen”.
Apuntaba Mansilla que había alguna afinidad “entre los hijos del Plata y los del Aconquija”: estos últimos “fueron los primeros en oír la proclamación de nuestra Independencia, como nosotros fuimos los primeros que les mandamos a los pueblos el primer mensaje de libertad”.
Zavalía fue un “argentino interesante” que tuvo “todas las intuiciones del porvenir”. Había quedado en su recuerdo como “docto en Derecho, poeta y excelente escritor, consecuente en sus relaciones personales, en la amistad, en la política. Y eso que cruzó tiempos duros, en los que los hombres estaban hondamente divididos, siendo aquellos días tan tristes y aciagos, los luctuosos de las ejecuciones a lanza y cuchillo, nuestro baldón: días que no volverán, confío, porque el recuerdo de los que supieron luchar y sufrir nos enseñará seguramente –Dios lo quiera- a no comprometer el tesoro adquirido con tantas penas, dolores y sacrificios comunes”.
Narra que el tucumano tenía gustos artísticos y “predilección por la música, que conocía científicamente” y que “como tocaba primorosamente la guitarra, en un salón, su prestigio se imponía”. Zavalía “hablaba bien, muy bien, con algunas flores de retórica, sin hipérboles, con erudición, con método, con colorido, con calor; y no sostuvo un solo momento ninguna idea, ni pensamiento, ni proyecto que no fuera liberal, teniendo por los porteños marcada inclinación: debilidad tucumana, dicen”.
Apuntaba Mansilla que había alguna afinidad “entre los hijos del Plata y los del Aconquija”: estos últimos “fueron los primeros en oír la proclamación de nuestra Independencia, como nosotros fuimos los primeros que les mandamos a los pueblos el primer mensaje de libertad”.
Zavalía fue un “argentino interesante” que tuvo “todas las intuiciones del porvenir”. Había quedado en su recuerdo como “docto en Derecho, poeta y excelente escritor, consecuente en sus relaciones personales, en la amistad, en la política. Y eso que cruzó tiempos duros, en los que los hombres estaban hondamente divididos, siendo aquellos días tan tristes y aciagos, los luctuosos de las ejecuciones a lanza y cuchillo, nuestro baldón: días que no volverán, confío, porque el recuerdo de los que supieron luchar y sufrir nos enseñará seguramente –Dios lo quiera- a no comprometer el tesoro adquirido con tantas penas, dolores y sacrificios comunes”.
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