Por Nicolás Iriarte
23 Marzo 2015
CRUZADOS. Cajaravilla, de San Martín y Vega, de Concepción, luchan por una pelota durante el segundo tiempo del partido. la gaceta / foto de diego aráoz
La primera fecha del Federal A convocó ayer a miles de creyentes al estadio de La Ciudadela. Entre todos, protagonizaron y animaron un extraño partido que San Martín y Concepción FC igualaron 1 a 1 en el debut en la temporada.
La fe comenzó en las tribunas: miles de optimistas fueron hasta la cancha creyendo que el partido ante el equipo recién ascendido del Federal B le daría más satisfacciones que Barcelona-Real Madrid, el clásico más importante a nivel mundial.
Creyó el entrenador de Concepción, que sin poder utilizar sus refuerzos y con la base del equipo que participó en la cuarta categoría, le faltó el respeto a San Martín en el momento que lo vio posible, más allá de su planteo defensivo y su idea de atacar de contra.
Ciegamente confió en los suyos Claudio Vega, que recibió de Víctor Rodríguez (ese volante que encaró toda la tarde por el centro del área) y asistió al único compañero que tenía en frente con cuatro de San Martín alrededor. Y si hablamos de fe, Nicolás Roldán, ese alma solitaria en el área “santa”, puede dar cátedra: tiró un taco en medio de ese mar rojiblanco que entró por entre las piernas del arquero local.
Creyó también San Martín que podía empatarlo, por eso en el segundo tiempo recuperó algo de ese ímpetu con el que había jugado en los primeros 20 minutos del primer tiempo, y se fue para adelante en el segundo.
El empate del “santo” fue otra muestra de que en el estadio había esperanza. Marcelo Castellano remató defectuosamente y mientras la defensa y el arquero del “cuervo” pensaron que la pelota se iba, Carlos Ponce fue el único que creyó que llegaría antes de que se vaya y lo hizo. Con todos sorprendidos, el resto fue fácil: asistir a Brian Uribe para que la empujara a la red.
Al final, al público no le quedó otra que irse creyendo que el equipo podrá mejorar y mostrar algo más que las ganas y la actitud que entregó. Porque si la fe mueve montañas, el buen fútbol seguro que le da un lindo ritmo a ese movimiento.
La fe comenzó en las tribunas: miles de optimistas fueron hasta la cancha creyendo que el partido ante el equipo recién ascendido del Federal B le daría más satisfacciones que Barcelona-Real Madrid, el clásico más importante a nivel mundial.
Creyó el entrenador de Concepción, que sin poder utilizar sus refuerzos y con la base del equipo que participó en la cuarta categoría, le faltó el respeto a San Martín en el momento que lo vio posible, más allá de su planteo defensivo y su idea de atacar de contra.
Ciegamente confió en los suyos Claudio Vega, que recibió de Víctor Rodríguez (ese volante que encaró toda la tarde por el centro del área) y asistió al único compañero que tenía en frente con cuatro de San Martín alrededor. Y si hablamos de fe, Nicolás Roldán, ese alma solitaria en el área “santa”, puede dar cátedra: tiró un taco en medio de ese mar rojiblanco que entró por entre las piernas del arquero local.
Creyó también San Martín que podía empatarlo, por eso en el segundo tiempo recuperó algo de ese ímpetu con el que había jugado en los primeros 20 minutos del primer tiempo, y se fue para adelante en el segundo.
El empate del “santo” fue otra muestra de que en el estadio había esperanza. Marcelo Castellano remató defectuosamente y mientras la defensa y el arquero del “cuervo” pensaron que la pelota se iba, Carlos Ponce fue el único que creyó que llegaría antes de que se vaya y lo hizo. Con todos sorprendidos, el resto fue fácil: asistir a Brian Uribe para que la empujara a la red.
Al final, al público no le quedó otra que irse creyendo que el equipo podrá mejorar y mostrar algo más que las ganas y la actitud que entregó. Porque si la fe mueve montañas, el buen fútbol seguro que le da un lindo ritmo a ese movimiento.
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