¿Son confiables los grandes bancos?
En 2008, Lehman declaró su insolvencia y causó una crisis mundial que aún repercute. lat.wsj.com En 2008, Lehman declaró su insolvencia y causó una crisis mundial que aún repercute. lat.wsj.com
22 Marzo 2015

Hannes Breustedt - Agencia DPA

NUEVA YORK. - Fue una sacudida que hizo temblar el mundo de la banca hasta los cimientos: la bancarrota de Lehman Brothers en septiembre de 2008 hizo que el sistema financiero pareciese un castillo de naipes que podía derrumbarse en cualquier momento. Cientos de millones de dólares procedentes de los impuestos se destinaron a evitar el colapso colectivo y a sacar del apuro a los grandes de Wall Street. Siguieron innumerables nuevas normas y declaraciones señaladas del mundo de la política. Nunca más los grandes bancos volverán a tomar a la economía mundial como rehén, se escuchó. ¿Pero realmente el sistema es hoy más seguro?

Para el banco emisor de Estados Unidos, la Fed, el caso está claro: “una mayor cuota de capital de los grandes bancos aumenta la resistencia de nuestro sistema financiero”, dijo la semana pasada el miembro de la junta de gobernadores de la Fed Daniel Tarullo, después de que la treintena de entidades estadounidenses hubiese superado la primera parte de los tests de estrés anuales del banco emisor. En general parece que el sector financiero se encuentra bien apuntalado.

Pero no todos los expertos son tan optimistas. No se discute que los bancos hayan ampliado considerablemente su cobertura de capital, pero en el concepto “Too big to fail” (demasiado grande para caer) poco ha cambiado.

El tamaño sobredimensionado de determinados consorcios hace casi imposible que gobiernos y bancos emisores vayan a dejar caer a estos grupos en caso de una necesidad aguda de ayuda económica, pues su importancia para el resto del sistema es demasiado grande. La propia responsable de la Fed, Janet Yellen, señaló recientemente que el 60 por ciento de los bienes de capital en el sistema bancario estadounidense se concentran en apenas ocho bancos.

Analistas de la agencia Bloomberg hicieron hace un poco una comparación con el momento antes de la crisis y establecieron que en los ámbitos más importantes de la banca de inversión, los grandes protagonistas tienen en la actualidad la misma gran participación en el mercado que en 2007.

Especialmente de forma crítica ven los expertos la evolución en los derivados. Se trata de apuestas financieras que el gurú de la bolsa Warren Buffett describió en su momento como “armas de destrucción masiva”. “Un puñado de mega bancos -Citigroup, Goldman Sachs, Bank of America y Morgan Stanley- dominan el negocio”, explica el profesor de Harvard, Mark Roe.

Con los derivados, un especulador puede -por ejemplo- apostar por una evolución determinada de un valor en Bolsa sin poseer ninguna de esas acciones. El Banco de Pagos Internacionales, que examina las corrientes financieras, fijó el volumen de mercado a fines de junio de 2014 en unos escalofriantes U$S 691 billones. Según los informes financieros a los que el “New York Times” tuvo acceso, tan sólo el Citigroup tenía en sus libros títulos de ese tipo por valor nominal de U$S 70 billones, más del doble que en 2009.

“Son los grandes bancos los que más están ampliando su cartera de derivados”, advierte el experto Roe. “El conocimiento de que una entidad en caso de necesidad probablemente vaya a ser rescatada por el gobierno conduce a que los que negocian con derivados se dirijan a los grandes bancos con sus negocios”.

Aumentar la propia relevancia en el sistema, hinchando el balance, puede ser un principio económico estratégico dentro del mundo financiero. El término en el sector para un comportamiento así es “moral hazard” (riesgo moral) y para los supervisores es una piedra en el zapato.

Es por ello que en Estados Unidos, de tradición más bien liberal en cuestiones de mercado, se pide una y otra vez desmontar a los grandes del mundo financiero.

La senadora demócrata por el estado de Massachusets Elizabeth Warren habló alto y claro en diciembre al Citigroup, cuyos lobbistas no dejaban de lamentarse del furor regulador: “Estoy de acuedo en que la reforma del sistema financiero no es perfecta. Ustedes tendrían que haber desmontado en partes (el Citigroup)”.

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