Por Carlos Páez de la Torre H
20 Marzo 2015
Es conocido que en 1819, el jefe del Ejército del Norte, Manuel Belgrano, se sentía tan enfermo que dejó el mando en manos de su segundo, el coronel Francisco Fernández de la Cruz. Éste, el 11 de setiembre, desde Capilla del Pilar, en Córdoba, escribió al gobernador de Salta, general Martín Güemes.
Manifestaba que “ayer me he recibido del mando del Ejército, porque nuestro Belgrano, apurado de sus males, pasa mañana al Tucumán a ver si en ese temperamento consigue restablecerse”. A su vez, la víspera, Belgrano había informado lo mismo al jefe salteño. Aspiraba a curarse en Tucumán, decía, pero “mis males siempre siguen, aunque hace tres días que he podido suspender los vómitos con el cuidado y auxilio de los medicamentos suministrados por el profesor (Manuel) Berdia”.Belgrano pidió a Güemes que le enviara al doctor José Redhead para que lo atendiese, solicitud que fue complacida de inmediato. Y por decreto del 5 de octubre, Güemes dispuso que se entregaran a Redhead 350 pesos como viático, “abonándole a más la posta y peones hasta el (río) Pasaje”.
Es también conocido que, al ocurrir la revolución del 19 de noviembre, Redhead impidió que los alzados pusieran preso a Belgrano. Ante ese cuadro, Güemes ofreció al general darle asilo en Salta. Pero Belgrano no aceptó, y resolvió finalmente marchar a Buenos Aires, donde moriría el 20 de junio de 1820. Al obrar así, escribió en 1820 el doctor Juan Marcos Zorrilla, Güemes quiso cobijar a “ese general tan virtuoso como desgraciado, ese filósofo cuyas virtudes, en la oscuridad, en la pobreza y las desgracias, lo hacían brillar más a los ojos del hombre pensador que la gloria de sus triunfos”. La oferta del jefe salteño, decía, “ha llenado de gratitud a los buenos patriotas”.
Manifestaba que “ayer me he recibido del mando del Ejército, porque nuestro Belgrano, apurado de sus males, pasa mañana al Tucumán a ver si en ese temperamento consigue restablecerse”. A su vez, la víspera, Belgrano había informado lo mismo al jefe salteño. Aspiraba a curarse en Tucumán, decía, pero “mis males siempre siguen, aunque hace tres días que he podido suspender los vómitos con el cuidado y auxilio de los medicamentos suministrados por el profesor (Manuel) Berdia”.Belgrano pidió a Güemes que le enviara al doctor José Redhead para que lo atendiese, solicitud que fue complacida de inmediato. Y por decreto del 5 de octubre, Güemes dispuso que se entregaran a Redhead 350 pesos como viático, “abonándole a más la posta y peones hasta el (río) Pasaje”.
Es también conocido que, al ocurrir la revolución del 19 de noviembre, Redhead impidió que los alzados pusieran preso a Belgrano. Ante ese cuadro, Güemes ofreció al general darle asilo en Salta. Pero Belgrano no aceptó, y resolvió finalmente marchar a Buenos Aires, donde moriría el 20 de junio de 1820. Al obrar así, escribió en 1820 el doctor Juan Marcos Zorrilla, Güemes quiso cobijar a “ese general tan virtuoso como desgraciado, ese filósofo cuyas virtudes, en la oscuridad, en la pobreza y las desgracias, lo hacían brillar más a los ojos del hombre pensador que la gloria de sus triunfos”. La oferta del jefe salteño, decía, “ha llenado de gratitud a los buenos patriotas”.