Por LA GACETA
17 Marzo 2015
El violento asalto que sufrió el reconocido deportista Juan Pablo Juárez en el Parque 9 Julio viene a reactualizar el debate sobre la problemática de la inseguridad en uno de los principales paseos públicos de nuestra ciudad y de la provincia. El deportista fue atacado, robado y dejado inconsciente por asaltantes, a la altura de avenida Coronel Suárez al 200, a pocos metros de la sede policial de la Comisaría 11. Juárez fue encontrado alrededor de las 6.30 de la mañana del domingo, abandonado y muy mal herido, y según los datos recogidos en la crónica del episodio tras un primer informe testimonial, habría estado en esas condiciones durante varias horas. La artera agresión y el dramático robo al atleta, que están siendo investigado por el área de Delitos Complejos de la Policía de Tucumán, podrían haber quedado reflejadas en una de las cámaras de vigilancia, que el Ministerio de Seguridad Ciudadana instaló en varios sectores de nuestra ciudad y el área metropolitana, como parte de un pretencioso y hasta ahora prácticamente impotente plan del Gobierno provincial para combatir las situaciones delictivas.
Llama la atención respecto de este hecho delictivo la nula reacción policial de los efectivos apostados en la sede de la Comisaría -localizada a unos 200 metros del lugar- y la ausencia completa de patrullaje o cuidado del lugar por parte de los grupos motoristas que, según el organismo de seguridad competente, tiene a su cargo la vigilancia de la vía pública.
El atleta fue encontrado en esa zona del Parque 9 de Julio por un circunstancial transeúnte, quien trabajosamente lo auxilió y trasladó hasta una estación de servicio cercana, desde donde logró con la ayuda de otras personas, que una ambulancia lo llevara al hospital Padilla. La crónica señala -incluso- que antes de buscar el auxilio sanitario, hicieron llamadas al número 911 -el servicio de emergencia de la Policía- y que no consiguieron respuesta con la urgencia que el caso requería. Unas cuatro horas habría estado inconsciente el atleta, con una fractura en el cráneo, abandonado a su suerte en medio de la madrugada (le robaron hasta las zapatillas) sin que ningún servicio de seguridad tuviera conocimiento del hecho.
Ciertamente se conoce que es el Parque 9 de Julio donde se vienen consumando gran cantidad de asaltos, acaso porque a ese amplio paseo concurren diariamente y a toda hora cientos de personas de distintas edades que practican actividades físicas, deportivas y recreativas. Ese espacio público ha sido revalorizado y puesto en mejores condiciones por la Municipalidad capitalina que, incluso, modificó su iluminación y le agregó juegos infantiles e infraestructuras destinadas al esparcimiento y el entretenimiento familiar. No obstante, y como las múltiples denuncias y los incidentes lo atestiguan, también parece haberse convertido en un lugar de peligro y preocupación para miles de tucumanos. Corresponde advertir entonces la necesidad de que las áreas gubernamentales competentes modifiquen y redoblen la cobertura de seguridad tanto en el Parque como en sus adyacencias, con una atención más cuidada y comprometida de vigilancia, prevención y custodia con todo el personal y la logística disponible. El desplazamiento de policías a caballo puede ser una alternativa a utilizar sistemáticamente. La emergencia dolorosa que vive Juan Pablo Juárez no debe repetirse; debería servir de motivación para reorganizar operativos y planes de seguridad con el fin de dotarlos de mayor previsibilidad, capacidad y eficacia.
Llama la atención respecto de este hecho delictivo la nula reacción policial de los efectivos apostados en la sede de la Comisaría -localizada a unos 200 metros del lugar- y la ausencia completa de patrullaje o cuidado del lugar por parte de los grupos motoristas que, según el organismo de seguridad competente, tiene a su cargo la vigilancia de la vía pública.
El atleta fue encontrado en esa zona del Parque 9 de Julio por un circunstancial transeúnte, quien trabajosamente lo auxilió y trasladó hasta una estación de servicio cercana, desde donde logró con la ayuda de otras personas, que una ambulancia lo llevara al hospital Padilla. La crónica señala -incluso- que antes de buscar el auxilio sanitario, hicieron llamadas al número 911 -el servicio de emergencia de la Policía- y que no consiguieron respuesta con la urgencia que el caso requería. Unas cuatro horas habría estado inconsciente el atleta, con una fractura en el cráneo, abandonado a su suerte en medio de la madrugada (le robaron hasta las zapatillas) sin que ningún servicio de seguridad tuviera conocimiento del hecho.
Ciertamente se conoce que es el Parque 9 de Julio donde se vienen consumando gran cantidad de asaltos, acaso porque a ese amplio paseo concurren diariamente y a toda hora cientos de personas de distintas edades que practican actividades físicas, deportivas y recreativas. Ese espacio público ha sido revalorizado y puesto en mejores condiciones por la Municipalidad capitalina que, incluso, modificó su iluminación y le agregó juegos infantiles e infraestructuras destinadas al esparcimiento y el entretenimiento familiar. No obstante, y como las múltiples denuncias y los incidentes lo atestiguan, también parece haberse convertido en un lugar de peligro y preocupación para miles de tucumanos. Corresponde advertir entonces la necesidad de que las áreas gubernamentales competentes modifiquen y redoblen la cobertura de seguridad tanto en el Parque como en sus adyacencias, con una atención más cuidada y comprometida de vigilancia, prevención y custodia con todo el personal y la logística disponible. El desplazamiento de policías a caballo puede ser una alternativa a utilizar sistemáticamente. La emergencia dolorosa que vive Juan Pablo Juárez no debe repetirse; debería servir de motivación para reorganizar operativos y planes de seguridad con el fin de dotarlos de mayor previsibilidad, capacidad y eficacia.