16 Marzo 2015
GRAN INTENTO. Iván Agudiak, con pasado en Gimnasia y Tiro, cabeceó para intentar cumplir la ley del ex pero no lo logró; igualmente volvió a complementarse bien con Braian Uribe, el delantero que sí marcó. foto de marcelo miller (especial para la gaceta)
Como si se tratara de un verdadero amante de las historias de suspenso, San Martín puso en duda un triunfo que en el primer tiempo ante Gimnasia y Tiro parecía aseguradísimo, para recién confirmarlo a minutos del cierre del partido en Salta. Antes del 3-2 “santo” pasó muchísima agua debajo del puente.
El equipo de Darío Tempesta jugó un gran primer tiempo. Fue ampliamente superior al anfitrión y lo dejó casi en ridículo cada vez que pedía pista por las bandas, tanto con Ricardo Ibarra como con Diego Bucci, dos nombres que tuvieron mucho que ver con el marcador favorable.
Sin embargo, el primero en tatuar su apellido en el tanteador fue, otra vez, Braian Uribe. El 9 “santo” abrió la cuenta pagando con creces la confianza que le depositó Tempesta. El suyo fue un golazo, arremetiendo contra todos como un tractor para quedar mano a mano con Darío Sand y romperle el arco.
Después sí llegó el turno de Ibarra, plasmando en el resultado esa clara idea que pregona Tempesta durante cada semana, producto de un buen juego asociado. La gran definición de “Riki” se dio tras una gran habilitación de Uribe. Con ese 2-0 impecable más de un “santo” se ilusionó pensando en lo que será el Federal.
Sin embargo, el complemento fue otra historia; llegaron las dudas. San Martín cambió la cara, se durmió y el rival despertó de su letargo para empatar en menos de 15 minutos. Las modificaciones y un cambio claro de esquema le permitieron el 2-2, primero con Leandro Zárate, ajusticiando desde los 12 pasos a Juan Carrera (autor del penal previo).
El empate llegó por otra confusión en el área de la que Tomás Basualdo terminó sacando provecho. Desnudó así las fallas defensivas de un equipo que sufrió por derecha y que por cambiar golpe por golpe quedó a punto de perder un duelo increíble.
A minutos del final, justo cuando Lucas Chacana habilitaba a Gonzalo Rodríguez para desequilibrar la balanza, la mano de Federico Rodríguez le sirvió el penal en bandeja al “santo”. Bucci lo cambió por gol para hacer valer todo lo bueno de la primera etapa y tirar abajo lo malo de la segunda.
El equipo de Darío Tempesta jugó un gran primer tiempo. Fue ampliamente superior al anfitrión y lo dejó casi en ridículo cada vez que pedía pista por las bandas, tanto con Ricardo Ibarra como con Diego Bucci, dos nombres que tuvieron mucho que ver con el marcador favorable.
Sin embargo, el primero en tatuar su apellido en el tanteador fue, otra vez, Braian Uribe. El 9 “santo” abrió la cuenta pagando con creces la confianza que le depositó Tempesta. El suyo fue un golazo, arremetiendo contra todos como un tractor para quedar mano a mano con Darío Sand y romperle el arco.
Después sí llegó el turno de Ibarra, plasmando en el resultado esa clara idea que pregona Tempesta durante cada semana, producto de un buen juego asociado. La gran definición de “Riki” se dio tras una gran habilitación de Uribe. Con ese 2-0 impecable más de un “santo” se ilusionó pensando en lo que será el Federal.
Sin embargo, el complemento fue otra historia; llegaron las dudas. San Martín cambió la cara, se durmió y el rival despertó de su letargo para empatar en menos de 15 minutos. Las modificaciones y un cambio claro de esquema le permitieron el 2-2, primero con Leandro Zárate, ajusticiando desde los 12 pasos a Juan Carrera (autor del penal previo).
El empate llegó por otra confusión en el área de la que Tomás Basualdo terminó sacando provecho. Desnudó así las fallas defensivas de un equipo que sufrió por derecha y que por cambiar golpe por golpe quedó a punto de perder un duelo increíble.
A minutos del final, justo cuando Lucas Chacana habilitaba a Gonzalo Rodríguez para desequilibrar la balanza, la mano de Federico Rodríguez le sirvió el penal en bandeja al “santo”. Bucci lo cambió por gol para hacer valer todo lo bueno de la primera etapa y tirar abajo lo malo de la segunda.
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