15 Marzo 2015
la gaceta / foto de antonio ferroni
- Hola Mario. Me gustaría hacerte una entrevista.
- Noooo.
- Pero sos una figura dentro del rugby tucumano porque estás vinculado hace 50 años a este deporte y es hora de que hablés...
- Dejame que lo piense.
A 36 horas de esa minicharla telefónica, fiel a su estilo, sin dar ninguna explicación sobre por qué aceptó la propuesta, Mario Rodríguez se sienta en la mesa de café para hablar con LA GACETA, empresa en la que trabajó durante más de 30 años. “En realidad ‘León’ es el diminutivo del apodo que me puso el ‘Negro’ Guzmán. El verdadero es ‘León de Trapo’ porque asusta nada más”, devela en la charla. “Hasta me pagaron con cheques a nombre de León Rodríguez. Nunca tuve problemas en cambiarlos porque siempre estaba el amigo que me salvaba”, recuerda riéndose.
“León” no habla mucho. Con las palabras justas cuenta cómo fue su vida junto al rugby. En su curriculum deportivo debería figurar que fue jugador en Universitario (era hooker, pero no tuvo muchas chances porque, según díce, tenía dos monstruos como Julio Centurión y el “Bocha” Roldán por delante), dirigente de ese club, árbitro, entrenador, primer empleado de la URT y desde hace varias décadas, miembro de la Comisión de Competencias de esa entidad.
- Contame cómo fueron tus primeros años en “Uni”...
- Entrenábamos en el Departamento de Educación Física y jugábamos en el Parque 9 de Julio. En 1966 se realizó una feria por los 150 años de la declaración de la Independencia y ahí nos mandaron al Departamento definitivamente hasta que vino el golpe de 1976 y decidieron usar ese lugar como prisión. Después de comprar el predio, nos mudamos a Ojo de Agua en 1976.
- ¿Qué significa el club para vos?
- Y... es como la segunda casa y una familia muy grande. Y ese sentido de pertenencia tiene una razón de ser: a los clubes de rugby los hicimos de la nada porque no había absolutamente nada. En Tucumán Rugby, si no aparecía la llave de una pieza, nos teníamos que cambiar en medio de los cañaverales. Los vestuarios de Natación y Gimnasia eran bancos puestos en caballerizas.
- Eso es parte del recuerdo...
- Los tiempos cambiaron muchísimo y lo bueno es que supimos cambiar a tiempo. Antes por ejemplo, un entrenador de una división hacía de todo. Desde enseñarles a los chicos hasta cortar el pasto. Ahora no: cada técnico tiene un equipo de trabajo que puede estar integrado hasta por cuatro personas y todas las divisiones cuentan con un manager que se encarga de hacer un montón de cosas, por lo que el técnico sólo se dedica a entrenar y formar.
- ¿Por qué el rugby es el único deporte que no deja de crecer hace más de 20 años en Tucumán?
- Creo que hay dos razones fundamentales. En primer lugar cosechó muchos éxitos desde 1985. Y después los clubes les dan todo organizado a los chicos que buscan justamente eso. Además los dirigentes tienen la visión de atender sus necesidades. Cosas fundamentales, como brindarles seguridad. Cada vez son más los clubes que contratan policías para que vigilen a los chicos cuando salen de entrenar.
- ¿La dirigencia tuvo que ver?
- Por supuesto. Lisandro Carrizo fue un gran conductor y sus sucesores también continuaron con su obra. El rugby es uno de los pocos deportes, si no el único en la provincia, en el que no se registraron problemas o denuncias por mal manejo de los fondos. Eso habla a las claras de que todos trabajan para el mismo lado: por el bien de la actividad.
- ¿Te faltó ser dirigente de “Uni”?
- Fui secretario en el año en el que nos mudamos a Ojo de Agua. El día en que no hubo consenso para renovar autoridades y se decidió llamar a elecciones, dije que nunca más ocuparía un cargo y así fue.
- ¿Por qué hay ese enorme sentido de pertenencia en los clubes de rugby?
- Creo que tiene que ver con lo que pasa dentro de un club. Insisto que uno de los grandes aciertos de los dirigentes es darles todo. Allí pueden entrenar, ir al gimnasio, jugar encuentros y desarrollar su vida social. También tiene que ver con el esfuerzo que se hace todos los meses para cumplir con las obligaciones. En Salta, por ejemplo, se van turnando las divisiones juveniles para limpiar la cancha después de que la Primera juega un partido.
En el diccionario “leoniano” hay varios términos que quedaron acuñados. “Badulaque”, “guanaco” o “guanaquín” son algunas de las palabras que tienen su marca registrada. Lo mismo ocurre con su visión sobre el deporte de la ovalada. Fue, es y será un consejero para entrenadores, jugadores y dirigentes. Por eso no sorprende que sus conocidos se sienten a escuchar sus palabras mientras habla con LG Deportiva, charla que fue interrumpida por varios que detuvieron su marcha cuando lo descubrieron sentado en la mesa para saludarlo o pedirle algo.
- ¿Cómo ves al rugby actual?
- Ahora estamos ante un panorama completamente diferente: hay que aprender a convivir con los jugadores profesionales y amateurs. No es sencillo, Lince, por ejemplo, tiene cinco Pumas, pero ninguno jugará en el club. Brasil se está llevando jugadores porque quieren hacer un buen papel en los Juegos Olímpicos del próximo año. Tres chicos de Menores de 20 de Los Tarcos ya se fueron a Italia.
- ¿Cómo se soluciona esto?
- Buscando nuevos jugadores. Pero ojo, no acá en San Miguel de Tucumán, sino en el interior. Hay buenas iniciativas y se están desarrollando varios proyectos, pero allí está el futuro.
- Otras disciplinas quieren copiar los formatos de competencia del rugby...
- Pero hay que buscar la manera de cambiarlo porque los tiempos no serán los mismos. Este año es excepcional porque se juega el Mundial, pero el próximo será mucho más complicado. Primero será el Súper 18, después la Rugby Championship y las ventanas. Es mucha competencia y por eso habrá que acomodar torneos.
- ¿Cuáles?
- A los regionales habrá que acomodarlos de alguna manera. Pero además, el Argentino perderá mucha esencia por el nivel de competencia. Hay que adaptarse al nuevo escenario que afrontaremos a partir del próximo año.
- ¿El rugby argentino puede afrontar todos estos desafíos?
- No tengo dudas. Con los Centros de Alto Rendimiento (Cedar) se prepararon muchísimos jugadores. No todos llegarán a jugar, pero están listos para la competencia. Ese trabajo que ya lleva cinco años nos ayudará un montón.
- ¿Un rugbista tucumano está preparado para ser profesional?
- La mentalidad del rugbier cambió muchísimo. Para llegar al máximo nivel es necesario estar preparado. Y por eso, “se matan.” Nicolás Sánchez, Javier Noguera Paz son los ejemplos a seguir, como lo fue en su momento Omar Hassán.
- ¿Y los incidentes protagonizados por Pablo Matera?
- Tuvo que dar sus explicaciones porque, después de haber firmado un contrato con la UAR, debe cuidar su imagen. No se informó nada de una sanción, pero no tengo dudas de que algún castigo recibió porque era lo que correspondía.
- ¿Cómo ves al arbitraje?
- Estamos atrasados, pero si los comparamos con los de las otras uniones, nuestro nivel es aceptable. Hay que seguir trabajando para mejorarlo. Ya no es igual que antes. Ahora se retribuye económicamente y, por ejemplo, es indispensable que sepan inglés. Hubo intercambio con Inglaterra, pero hay que seguir preparándolos.
- ¿Y a los entrenadores?
- No falta mucho para que sean rentados como ocurre, por ejemplo, en Buenos Aires. Es correcto que así sea porque es un duro trabajo. Ha cambiado mucho esta función en los últimos tiempos. Ya hasta analizan videos de los rivales y eso insume mucha dedicación.
“León” Rodríguez, además de una cancha de rugby, tiene otro mundo que le sirvió para manejarse en la vida: una mesa de café. Primero en El Español, después los bares de la Galería de LA GACETA y ahora en los que están ubicados en Mendoza y 25 de Mayo. Julio Ricardo Villa y Luis Ignacio fueron algunos de los futbolistas que se sentaron a conversar con él. Rugiers como Pedro Sastre, Julio Paz y Oscar Maxud, por sólo mencionar algunos, acompañados por periodistas como Hugo Solarz, Sergio Roque Clúa y Jorge Wyngaard, entre otros, fueron y siguen siendo sus compañeros durante años.
- ¿Qué significa para vos estar en una mesa de café?
- Es todo. Es el ámbito para conseguir información, de charlar con amigos, de hacer nuevas amistades. En las mesas de café se cierran grandes negocios y sirven para recordar muchas cosas. Varios de los que se van de esta provincia extrañan esa costumbre de encontrar un lugar para sentarse a tomar algo y charlar a cualquier hora.
- ¿Qué amigos te dejó el rugby?
- Ufff... Del club no te voy a decir ninguno porque si me olvido de alguno voy a tener problemas. Sí te puedo decir que hubo muchos de otros clubes. Martín Domingo (Los Tarcos), Enrique “Negro” García Hamilton (Tucumán Rugby), el “Zurdo” Morales y el “Negro” Nieva (Lince) y César Burgos (Cardenales), que fue el impulsor del rugby infantil y protagonista de una historia particular. Los “purpurados” habían salido campeones y habían organizado un festejo inolvidable. Hasta llevaron un elefante y César se disfrazó de negro. Se pintó la cara con pomada y estuvo como una semana así porque no se la podía quitar.
- Un personaje del rugby...
- Sin dudas. Y por lejos, el “Negro” Guzmán. El no sólo me entrenó, sino que me enseñó a transmitirlo. Además fue un gran formador de rugbiers y de mejores personas.
“León” nunca se terminó de casar con el rugby porque, cuando nadie lo esperaba, formó una familia. Contrajo matrimonio con Inés que le dio dos hijos: Lourdes y Juan Ignacio quien, paradójicamente, no juega a este deporte. “Me hubiera encantado que lo hiciera, pero le di la libertad para que él eligiera hacer lo que le guste. Practica fútbol y lo apoyo para que lo haga”, comenta. Sin embargo, en su rol de entrenador, tuvo jugadores que fueron como sus hijos.
- ¿Quiénes fueron los mejores rugbiers que entrenaste?
- Pablo Garretón y Lucio De Chazal. Dos monstruos que llegaron lejos. Pero fue Pablo el que más me sorprendió. Jugaba en Menores de 19 y ya se entrenaba como un Puma. Por eso terminó siendo capitán del equipo. Otro que me llamó la atención fue Carlos Gentile.
- ¿Por qué?
- Venía de jugar al voley y lo llevamos a jugar un amistoso en San Juan. El “Pollo” Corbalán, que era titular, recibió un golpe y lo tuvimos que cambiar. Entró Carlos y fue figura. No había quién le ganara en el line porque sabía saltar muy bien. Nunca más dejó de jugar en Primera.
- ¿Y Daniel Hourcade?
- Lo conozco muy bien y sé que va a llegar lejos. No fue un gran jugador, pero desde que comenzó a entrenar me di cuenta de que tenía muchas condiciones. Siempre fue un meticuloso en su trabajo y siempre se preocupó en prepararse. Además, hoy está disfrutando del proyecto que desarrolló.
- ¿A qué te referís?
- El tuvo mucho que ver con los cinco Cedar y con Los Pampas, que hoy es la base de Los Pumas. Además está preparando muy bien a los jugadores que pueden llegar al Mundial. Siempre demostró que quería llegar lo más lejos posible y ahora que tiene esa chance, seguro que no la desaprovechará.
La charla llega a su fin. Rodríguez, el hombre que al principio no quería hablar, habló de todo en esa mesa. Dejó plantados varios temas que serán analizados por muchos y durante varios días. Así fue, es y será el “León” del rugby.
- Noooo.
- Pero sos una figura dentro del rugby tucumano porque estás vinculado hace 50 años a este deporte y es hora de que hablés...
- Dejame que lo piense.
A 36 horas de esa minicharla telefónica, fiel a su estilo, sin dar ninguna explicación sobre por qué aceptó la propuesta, Mario Rodríguez se sienta en la mesa de café para hablar con LA GACETA, empresa en la que trabajó durante más de 30 años. “En realidad ‘León’ es el diminutivo del apodo que me puso el ‘Negro’ Guzmán. El verdadero es ‘León de Trapo’ porque asusta nada más”, devela en la charla. “Hasta me pagaron con cheques a nombre de León Rodríguez. Nunca tuve problemas en cambiarlos porque siempre estaba el amigo que me salvaba”, recuerda riéndose.
“León” no habla mucho. Con las palabras justas cuenta cómo fue su vida junto al rugby. En su curriculum deportivo debería figurar que fue jugador en Universitario (era hooker, pero no tuvo muchas chances porque, según díce, tenía dos monstruos como Julio Centurión y el “Bocha” Roldán por delante), dirigente de ese club, árbitro, entrenador, primer empleado de la URT y desde hace varias décadas, miembro de la Comisión de Competencias de esa entidad.
- Contame cómo fueron tus primeros años en “Uni”...
- Entrenábamos en el Departamento de Educación Física y jugábamos en el Parque 9 de Julio. En 1966 se realizó una feria por los 150 años de la declaración de la Independencia y ahí nos mandaron al Departamento definitivamente hasta que vino el golpe de 1976 y decidieron usar ese lugar como prisión. Después de comprar el predio, nos mudamos a Ojo de Agua en 1976.
- ¿Qué significa el club para vos?
- Y... es como la segunda casa y una familia muy grande. Y ese sentido de pertenencia tiene una razón de ser: a los clubes de rugby los hicimos de la nada porque no había absolutamente nada. En Tucumán Rugby, si no aparecía la llave de una pieza, nos teníamos que cambiar en medio de los cañaverales. Los vestuarios de Natación y Gimnasia eran bancos puestos en caballerizas.
- Eso es parte del recuerdo...
- Los tiempos cambiaron muchísimo y lo bueno es que supimos cambiar a tiempo. Antes por ejemplo, un entrenador de una división hacía de todo. Desde enseñarles a los chicos hasta cortar el pasto. Ahora no: cada técnico tiene un equipo de trabajo que puede estar integrado hasta por cuatro personas y todas las divisiones cuentan con un manager que se encarga de hacer un montón de cosas, por lo que el técnico sólo se dedica a entrenar y formar.
- ¿Por qué el rugby es el único deporte que no deja de crecer hace más de 20 años en Tucumán?
- Creo que hay dos razones fundamentales. En primer lugar cosechó muchos éxitos desde 1985. Y después los clubes les dan todo organizado a los chicos que buscan justamente eso. Además los dirigentes tienen la visión de atender sus necesidades. Cosas fundamentales, como brindarles seguridad. Cada vez son más los clubes que contratan policías para que vigilen a los chicos cuando salen de entrenar.
- ¿La dirigencia tuvo que ver?
- Por supuesto. Lisandro Carrizo fue un gran conductor y sus sucesores también continuaron con su obra. El rugby es uno de los pocos deportes, si no el único en la provincia, en el que no se registraron problemas o denuncias por mal manejo de los fondos. Eso habla a las claras de que todos trabajan para el mismo lado: por el bien de la actividad.
- ¿Te faltó ser dirigente de “Uni”?
- Fui secretario en el año en el que nos mudamos a Ojo de Agua. El día en que no hubo consenso para renovar autoridades y se decidió llamar a elecciones, dije que nunca más ocuparía un cargo y así fue.
- ¿Por qué hay ese enorme sentido de pertenencia en los clubes de rugby?
- Creo que tiene que ver con lo que pasa dentro de un club. Insisto que uno de los grandes aciertos de los dirigentes es darles todo. Allí pueden entrenar, ir al gimnasio, jugar encuentros y desarrollar su vida social. También tiene que ver con el esfuerzo que se hace todos los meses para cumplir con las obligaciones. En Salta, por ejemplo, se van turnando las divisiones juveniles para limpiar la cancha después de que la Primera juega un partido.
En el diccionario “leoniano” hay varios términos que quedaron acuñados. “Badulaque”, “guanaco” o “guanaquín” son algunas de las palabras que tienen su marca registrada. Lo mismo ocurre con su visión sobre el deporte de la ovalada. Fue, es y será un consejero para entrenadores, jugadores y dirigentes. Por eso no sorprende que sus conocidos se sienten a escuchar sus palabras mientras habla con LG Deportiva, charla que fue interrumpida por varios que detuvieron su marcha cuando lo descubrieron sentado en la mesa para saludarlo o pedirle algo.
- ¿Cómo ves al rugby actual?
- Ahora estamos ante un panorama completamente diferente: hay que aprender a convivir con los jugadores profesionales y amateurs. No es sencillo, Lince, por ejemplo, tiene cinco Pumas, pero ninguno jugará en el club. Brasil se está llevando jugadores porque quieren hacer un buen papel en los Juegos Olímpicos del próximo año. Tres chicos de Menores de 20 de Los Tarcos ya se fueron a Italia.
- ¿Cómo se soluciona esto?
- Buscando nuevos jugadores. Pero ojo, no acá en San Miguel de Tucumán, sino en el interior. Hay buenas iniciativas y se están desarrollando varios proyectos, pero allí está el futuro.
- Otras disciplinas quieren copiar los formatos de competencia del rugby...
- Pero hay que buscar la manera de cambiarlo porque los tiempos no serán los mismos. Este año es excepcional porque se juega el Mundial, pero el próximo será mucho más complicado. Primero será el Súper 18, después la Rugby Championship y las ventanas. Es mucha competencia y por eso habrá que acomodar torneos.
- ¿Cuáles?
- A los regionales habrá que acomodarlos de alguna manera. Pero además, el Argentino perderá mucha esencia por el nivel de competencia. Hay que adaptarse al nuevo escenario que afrontaremos a partir del próximo año.
- ¿El rugby argentino puede afrontar todos estos desafíos?
- No tengo dudas. Con los Centros de Alto Rendimiento (Cedar) se prepararon muchísimos jugadores. No todos llegarán a jugar, pero están listos para la competencia. Ese trabajo que ya lleva cinco años nos ayudará un montón.
- ¿Un rugbista tucumano está preparado para ser profesional?
- La mentalidad del rugbier cambió muchísimo. Para llegar al máximo nivel es necesario estar preparado. Y por eso, “se matan.” Nicolás Sánchez, Javier Noguera Paz son los ejemplos a seguir, como lo fue en su momento Omar Hassán.
- ¿Y los incidentes protagonizados por Pablo Matera?
- Tuvo que dar sus explicaciones porque, después de haber firmado un contrato con la UAR, debe cuidar su imagen. No se informó nada de una sanción, pero no tengo dudas de que algún castigo recibió porque era lo que correspondía.
- ¿Cómo ves al arbitraje?
- Estamos atrasados, pero si los comparamos con los de las otras uniones, nuestro nivel es aceptable. Hay que seguir trabajando para mejorarlo. Ya no es igual que antes. Ahora se retribuye económicamente y, por ejemplo, es indispensable que sepan inglés. Hubo intercambio con Inglaterra, pero hay que seguir preparándolos.
- ¿Y a los entrenadores?
- No falta mucho para que sean rentados como ocurre, por ejemplo, en Buenos Aires. Es correcto que así sea porque es un duro trabajo. Ha cambiado mucho esta función en los últimos tiempos. Ya hasta analizan videos de los rivales y eso insume mucha dedicación.
“León” Rodríguez, además de una cancha de rugby, tiene otro mundo que le sirvió para manejarse en la vida: una mesa de café. Primero en El Español, después los bares de la Galería de LA GACETA y ahora en los que están ubicados en Mendoza y 25 de Mayo. Julio Ricardo Villa y Luis Ignacio fueron algunos de los futbolistas que se sentaron a conversar con él. Rugiers como Pedro Sastre, Julio Paz y Oscar Maxud, por sólo mencionar algunos, acompañados por periodistas como Hugo Solarz, Sergio Roque Clúa y Jorge Wyngaard, entre otros, fueron y siguen siendo sus compañeros durante años.
- ¿Qué significa para vos estar en una mesa de café?
- Es todo. Es el ámbito para conseguir información, de charlar con amigos, de hacer nuevas amistades. En las mesas de café se cierran grandes negocios y sirven para recordar muchas cosas. Varios de los que se van de esta provincia extrañan esa costumbre de encontrar un lugar para sentarse a tomar algo y charlar a cualquier hora.
- ¿Qué amigos te dejó el rugby?
- Ufff... Del club no te voy a decir ninguno porque si me olvido de alguno voy a tener problemas. Sí te puedo decir que hubo muchos de otros clubes. Martín Domingo (Los Tarcos), Enrique “Negro” García Hamilton (Tucumán Rugby), el “Zurdo” Morales y el “Negro” Nieva (Lince) y César Burgos (Cardenales), que fue el impulsor del rugby infantil y protagonista de una historia particular. Los “purpurados” habían salido campeones y habían organizado un festejo inolvidable. Hasta llevaron un elefante y César se disfrazó de negro. Se pintó la cara con pomada y estuvo como una semana así porque no se la podía quitar.
- Un personaje del rugby...
- Sin dudas. Y por lejos, el “Negro” Guzmán. El no sólo me entrenó, sino que me enseñó a transmitirlo. Además fue un gran formador de rugbiers y de mejores personas.
“León” nunca se terminó de casar con el rugby porque, cuando nadie lo esperaba, formó una familia. Contrajo matrimonio con Inés que le dio dos hijos: Lourdes y Juan Ignacio quien, paradójicamente, no juega a este deporte. “Me hubiera encantado que lo hiciera, pero le di la libertad para que él eligiera hacer lo que le guste. Practica fútbol y lo apoyo para que lo haga”, comenta. Sin embargo, en su rol de entrenador, tuvo jugadores que fueron como sus hijos.
- ¿Quiénes fueron los mejores rugbiers que entrenaste?
- Pablo Garretón y Lucio De Chazal. Dos monstruos que llegaron lejos. Pero fue Pablo el que más me sorprendió. Jugaba en Menores de 19 y ya se entrenaba como un Puma. Por eso terminó siendo capitán del equipo. Otro que me llamó la atención fue Carlos Gentile.
- ¿Por qué?
- Venía de jugar al voley y lo llevamos a jugar un amistoso en San Juan. El “Pollo” Corbalán, que era titular, recibió un golpe y lo tuvimos que cambiar. Entró Carlos y fue figura. No había quién le ganara en el line porque sabía saltar muy bien. Nunca más dejó de jugar en Primera.
- ¿Y Daniel Hourcade?
- Lo conozco muy bien y sé que va a llegar lejos. No fue un gran jugador, pero desde que comenzó a entrenar me di cuenta de que tenía muchas condiciones. Siempre fue un meticuloso en su trabajo y siempre se preocupó en prepararse. Además, hoy está disfrutando del proyecto que desarrolló.
- ¿A qué te referís?
- El tuvo mucho que ver con los cinco Cedar y con Los Pampas, que hoy es la base de Los Pumas. Además está preparando muy bien a los jugadores que pueden llegar al Mundial. Siempre demostró que quería llegar lo más lejos posible y ahora que tiene esa chance, seguro que no la desaprovechará.
La charla llega a su fin. Rodríguez, el hombre que al principio no quería hablar, habló de todo en esa mesa. Dejó plantados varios temas que serán analizados por muchos y durante varios días. Así fue, es y será el “León” del rugby.
Lo más popular