15 Marzo 2015
Amoldarse a cada batuta
“Los concursos me parecen importantísimos: hacen que los músicos estemos en constante capacitación y preparándonos.
Las orquestas profesionales, como la Sinfónica de la UNT o la Estable, suelen tener toda la temporada organizada al comienzo del año. Se sabe qué se va a tocar, cuándo y también quién va a dirigir. Y cuánto tiempo de ensayo se necesita para cada concierto, dependiendo del nivel de exigencia que presente cada obra. Las orquestas con conductor estable van acostumbrándose a su forma de trabajo, a su manera de dirigir, etcétera. Si bien estar cambiando de director todo el tiempo puede desconcertar un poco, todos los músicos son profesionales y están aptos para amoldarse a cada director que acceda al podio”. (Genaro Sánchez, violinista. Integra la Orquesta Estable de la Provincia).
Los problemas propios de la orquesta
Carla Aguilera, integrante de la Orquesta Sinfónica, afirma que asume la voz de sus compañeros: “A la Sinfónica le perjudica la temporada completa de directores invitados porque al no tener un director titular no tenemos a la persona que se encarga de los problemas administrativos y musicales, que es su función. Él es el nexo y el que plantea nuestras necesidades básicas a las autoridades. En estoy momentos estamos con problemas que datan desde el reencasillamiento, como compañeros que realizan la misma tarea y tienen una categoría menos, así como compañeros que desempeñan tareas de mayor responsabilidad y no cobran por la tarea que realizan. Es el caso de instrumentinos de vientos, jefes y suplentes de fila de cuerdas. También hay una falta de continuidad en el trabajo que realizaría un director titular con una orquesta. El director invitado es un desconocido que viene y se hace cargo con cinco ensayos de un concierto y se va. Así como es un desconocido para nosotros, nosotros lo somos para él, ya que al no saber cómo funciona nuestra orquesta el proceso de evolución se pierde. Si bien es enriquecedor tener un director invitado, esto no se aplica a toda una temporada. Además es una experiencia más cara. Tener que pagar pasajes y alojamiento a directores es un gasto importante para la UNT, que aduce no tener dinero para nuestras necesidades. En conclusión, el proceso evolutivo de una orquesta se ve frenado musical y administrativamente al no tener quién se ocupe de nuestros problemas. Otro inconveniente es la desactualización del plus por los valiosos instrumentos que traemos a la orquesta, que en otra época era por U$S 300 dólares y que ahora es por $ 300. Además no se nos paga ningún seguro por ellos”. (Aguilera es chelista integrante de la Orquesta Sinfónica de la UNT).
La función de un director estable
"No veo mal que haya directores invitados cuando una orquesta está ordenada artística y administrativamente. El problema se suscita cuando una orquesta necesita un trabajo de base para pulir defectos. Esa es la función de un director titular o permanente, hacer el trabajo de fondo”. (Mario Alem, actualmente cornista de la Sinfónica y de Orquesta Estable. Tocó en la Sinfónica de Rosario y por cinco años en la Sinfónica de la Universidad de San Juan).
Un hombre que se juegue
"Creo que es importante que se llame a concurso, porque los directores que vinieron, terminaron renunciando por distintas razones, y esta es una orquesta que necesita estar apadrinada con un director capacitado, idóneo, que ponga todo lo que se necesita, tanto en lo administrativo como en lo artístico. Los ejemplos de orquestas con grandes directores tiene que ver con la permanencia del conductor en el tiempo. Por ejemplo, Herbert von Karajan estuvo a cargo de la Filarmónica de Berlín durante décadas tras haber rendido concurso. Un buen director marca la evolución de la orquesta. Necesitamos un director que se haga cargo de la orquesta con compromiso. Que le ponga amor, porque es muy valiosa. Hay músicos muy importantes y necesitamos una persona que se juegue, más allá de la universidad, más allá del teatro. Tiene que ver con el espíritu musical que se le dé, con el oficio y el amor por dar arte desde el escenario, y eso ha faltado. Uno de los directores que más recuerdo es el maestro Carfi, a fines de los 80, de muy mal carácter, pero fue la época en que mejor sonó. Había mucha dedicación con cada integrante, y al mismo tiempo una atención integral. Por otra parte, la orquesta está integrada por músicos profesionales, que pueden tocar con diversos directores, hasta podría sonar sin director porque es una agrupación experimentada que pasó por muchas situaciones de prueba. Pero sobre todo hay muchos puntos para mejorar y hace falta un director que tenga esa conciencia”. (Gustavo Plaate, chelista en la Orquesta Sinfónica)
El intérprete y su instrumento
“Creo que son más las contras que los pros en la decisión que se tomó. Es mejor para la orquesta contar con un director fijo y estable, que tenga una asiduidad de trabajo porque de esa manera se logra una unidad estilística, es decir, se define un perfil propio de la formación. Un director es un intérprete y la orquesta es un gran instrumento. Y un gran instrumento sin intérprete no suena lo mismo que con alguien que va rotando. De todos modos, el aspecto positivo de que se cambie el director es importante para la experiencia de los integrantes como músicos. Me parece mejor que la orquesta tenga su propio intérprete, que desarrolle un trabajo sostenido en el tiempo. A fin de año se llamaría a concurso para cubrir el cargo. Es importante que diferentes personalidades relacionadas con la orquesta, incluso los mismos músicos, puedan dar su opinión. Lo que no es trascendente, desde mi punto de vista, es el título; para mí un buen director no se mide por la cantidad de papeles y creo que hay que elegir por capacidad técnica demostrada, solvencia y buena cultura musical. Los grandes directores de la historia no llegaron a serlo por las carreras y los títulos sino por talento demostrado”. (José Luis Conde. Docente en Escuelas Experimentales y en el Instituto de Música de la UNT, y especialista en Historia de la Música)
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