12 Marzo 2015
Súbitamente, Alice Howland se olvida de algunos nombres cotidianos, de direcciones y de palabras, hasta que se pierde en medio del campus de la Universidad de Harvard que tantas veces recorrió. El diagnóstico es aterrador: padece un Alzheimer precoz, lo cual cambia toda su percepción de la vida y la de su familia.
El guión se basó en el bestseller “Siempre Alice”, escrito por la neuróloga Lisa Genova, que volcó sus experiencias directas ante el deterioro que sufría su abuela, también enferma de Alzheimer. Pero no gira sobre una anciana sino sobre una mujer de 50 años, profesora de psicología cognitiva y autoridad mundial en lingüística, en la plenitud de sus facultades mentales y físicas, y con un esposo y tres hijos ejemplares. Pero no hay que temer irracionalmente: según la Sociedad de Alzheimer del Reino Unido, menos del 1% de los casos son prematuros (pueden comenzar desde los 30 años) y todos tienen una causa genética de origen.
Alice es Julianne Moore y no al revés, según las elogiosas críticas que recibió por su interpretación. Su triunfo como mejor actriz protagónica en los premios Oscar de este año era totalmente previsible, ya que venía arrasando en cuanto festival participó. Con esta estatuilla dorada, cosechó hasta ahora 16 galardones en 22 postulaciones, lo cual confirma la tendencia de la industria de reconocer los trabajos sobre personas que sufren un padecimiento grave.
El drama de sufrir una enfermedad incurable y progresiva es conocido en carne propia por los directores de la película, Richard Glatzer y Wash Westmoreland. Dos días antes de la entrega de los Oscar, el primero debió ser internado por una grave complicación respiratoria surgida de la esclerosis lateral amiotrófica (la misma enfermedad que padece Stephen Hawking) que le fue detectada hace cuatro años. Esa patología los hace trabajar velozmente: “Siempre Alice” fue filmada en apenas un mes, cerca de la mitad de tiempo que un proyecto común.
El guión se basó en el bestseller “Siempre Alice”, escrito por la neuróloga Lisa Genova, que volcó sus experiencias directas ante el deterioro que sufría su abuela, también enferma de Alzheimer. Pero no gira sobre una anciana sino sobre una mujer de 50 años, profesora de psicología cognitiva y autoridad mundial en lingüística, en la plenitud de sus facultades mentales y físicas, y con un esposo y tres hijos ejemplares. Pero no hay que temer irracionalmente: según la Sociedad de Alzheimer del Reino Unido, menos del 1% de los casos son prematuros (pueden comenzar desde los 30 años) y todos tienen una causa genética de origen.
Alice es Julianne Moore y no al revés, según las elogiosas críticas que recibió por su interpretación. Su triunfo como mejor actriz protagónica en los premios Oscar de este año era totalmente previsible, ya que venía arrasando en cuanto festival participó. Con esta estatuilla dorada, cosechó hasta ahora 16 galardones en 22 postulaciones, lo cual confirma la tendencia de la industria de reconocer los trabajos sobre personas que sufren un padecimiento grave.
El drama de sufrir una enfermedad incurable y progresiva es conocido en carne propia por los directores de la película, Richard Glatzer y Wash Westmoreland. Dos días antes de la entrega de los Oscar, el primero debió ser internado por una grave complicación respiratoria surgida de la esclerosis lateral amiotrófica (la misma enfermedad que padece Stephen Hawking) que le fue detectada hace cuatro años. Esa patología los hace trabajar velozmente: “Siempre Alice” fue filmada en apenas un mes, cerca de la mitad de tiempo que un proyecto común.
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