11 Marzo 2015
BRASILIA.- El real brasileño cerró ayer con un alza de 0,65% a 3,1 unidades por dólar, en su primer avance tras seis jornadas consecutivas en rojo, informó la consultora de mercado CMA en San Pablo. La moneda brasileña había cerrado el lunes en 3,12 unidades por billete verde, una caída de 2,2% respecto del viernes. El real cruzó el jueves por primera vez desde agosto de 2004 la barrera de los 3 reales por dólar al cierre.
Según analistas, la moneda está presionada por la tensión política local que siembra dudas sobre la aprobación en el Congreso de un programa de ajuste fiscal propuesto por el gobierno, considerado necesario por analistas para reactivar la economía.
Brasil debe ajustar sus cuentas en un escenario de alta inflación y estancamiento de la actividad, reclaman analistas y el mercado. Una investigación para determinar si hubo participación de políticos en una trama de corrupción en la estatal Petrobras también inquieta al mercado, que apuesta a un dólar cada vez más fortalecido. En lo que va del año, el real ha perdido 14,13%. La moneda terminó el año pasado con una depreciación de 13%.
Por su parte, el índice principal de la Bolsa de Brasil sufrió ayer su quinta caída consecutiva, cuando el pesimismo en los mercados en el exterior acentuó la presión vendedora provocada por la preocupación ante la continuidad de los ajustes fiscales. El Bovespa concluyó con una pérdida de 1,8%.
El Gobierno brasileño sigue estando comprometido con las medidas de austeridad, pese a la creciente oposición del Congreso y de la población en general, dijo un alto funcionario.
Los recortes presupuestarios “son como ir al dentista, nadie quiere ir (...) pero de vez en cuando tienes que hacerlo”, señaló Aloizio Mercadante, jefe de Gabinete de la presidenta Dilma Rousseff.
Los inversores están preocupados de que el país pierda su grado de inversión a menos que Rousseff reduzca el déficit presupuestario del Gobierno, una tarea que se ha visto complicada por la contracción de la economía y la baja en el respaldo popular a la mandataria.
En los últimos días, el Congreso ha rechazado medidas de austeridad como un aumento en el impuesto a la renta, en parte porque algunos legisladores están molestos con Rousseff por haber sido incluidos en una investigación sobre corrupción vinculada a la estatal Petrobras. Rousseff defendió los recortes de presupuesto en un discurso televisado el domingo, pero tuvo que enfrentar protestas en más de una decena de ciudades importantes. (Reuters)
Según analistas, la moneda está presionada por la tensión política local que siembra dudas sobre la aprobación en el Congreso de un programa de ajuste fiscal propuesto por el gobierno, considerado necesario por analistas para reactivar la economía.
Brasil debe ajustar sus cuentas en un escenario de alta inflación y estancamiento de la actividad, reclaman analistas y el mercado. Una investigación para determinar si hubo participación de políticos en una trama de corrupción en la estatal Petrobras también inquieta al mercado, que apuesta a un dólar cada vez más fortalecido. En lo que va del año, el real ha perdido 14,13%. La moneda terminó el año pasado con una depreciación de 13%.
Por su parte, el índice principal de la Bolsa de Brasil sufrió ayer su quinta caída consecutiva, cuando el pesimismo en los mercados en el exterior acentuó la presión vendedora provocada por la preocupación ante la continuidad de los ajustes fiscales. El Bovespa concluyó con una pérdida de 1,8%.
El Gobierno brasileño sigue estando comprometido con las medidas de austeridad, pese a la creciente oposición del Congreso y de la población en general, dijo un alto funcionario.
Los recortes presupuestarios “son como ir al dentista, nadie quiere ir (...) pero de vez en cuando tienes que hacerlo”, señaló Aloizio Mercadante, jefe de Gabinete de la presidenta Dilma Rousseff.
Los inversores están preocupados de que el país pierda su grado de inversión a menos que Rousseff reduzca el déficit presupuestario del Gobierno, una tarea que se ha visto complicada por la contracción de la economía y la baja en el respaldo popular a la mandataria.
En los últimos días, el Congreso ha rechazado medidas de austeridad como un aumento en el impuesto a la renta, en parte porque algunos legisladores están molestos con Rousseff por haber sido incluidos en una investigación sobre corrupción vinculada a la estatal Petrobras. Rousseff defendió los recortes de presupuesto en un discurso televisado el domingo, pero tuvo que enfrentar protestas en más de una decena de ciudades importantes. (Reuters)