08 Marzo 2015
La especialidad de María Elena García es el polen. Se recibió de botánica, es doctora en ciencias Biológicas e investigadora del Instituto de Palinología de la Fundación Miguel Lillo (FML). Todas las semanas trepa hasta el techo del edificio de Botánica para cambiar el tambor del captador de polen, el único en actividad del país. “Esto permite saber las partículas que están en el ambiente en ciertas épocas del año y el tipo de polen”, explica. La pasión de María Elena cabe en una flor.
Ser mujer no le resultó nada complicado en el mundo de la botánica, salvo en los momentos en que surgía la posibilidad de viajar al exterior. Se presentaba el tironeo natural entre la casa, los hijos y los períodos de ausencia.
La investigadora remarca que los datos que manejan en el laboratorio de Palinología serían de vital importancia para los médicos alergistas. Es posible determinar cuáles son las partículas que navegan en el ambiente: qué tipo de polen hay según la época del año, los residuos de la quema de caña, los niveles de polución, entre otras cosas. “De esta manera, un médico podría servirse de esta información para evaluar la debilidad de su paciente y determinar qué es lo que está causando la alergia”, comenta. Esto llevaría a buscar tratamientos específicos y no una batería de antialérgicos que terminen no siendo efectivos. “No se puede hacer una testificación de polen si no se sabe cuáles son las especies en floración”, argumenta.
“La información es de acceso público porque nosotros la publicamos en el portal de la FML todas las semanas”, cuenta. Además, María Elena con la ayuda de su marido, un ingeniero, creó un captador de partículas individual. Un adminículo que puede usar una persona que atraviesa un cuadro alérgico para conocer cuáles son los residuos que hay en el ambiente que podrían estar causándole molestias.
En Europa y Estados Unidos hay servicios informativos diarios que alertan sobre los granos de polen que navegan en el ambiente. Esto le sirve a las personas alérgicas para tomar recaudos. “También sirve para conocer qué especies son mejores para reforestar. Por ejemplo, el lapacho y el jacarandá no emiten tanto polen como el fresno o el plátano”, añade la investigadora.
Ser mujer no le resultó nada complicado en el mundo de la botánica, salvo en los momentos en que surgía la posibilidad de viajar al exterior. Se presentaba el tironeo natural entre la casa, los hijos y los períodos de ausencia.
La investigadora remarca que los datos que manejan en el laboratorio de Palinología serían de vital importancia para los médicos alergistas. Es posible determinar cuáles son las partículas que navegan en el ambiente: qué tipo de polen hay según la época del año, los residuos de la quema de caña, los niveles de polución, entre otras cosas. “De esta manera, un médico podría servirse de esta información para evaluar la debilidad de su paciente y determinar qué es lo que está causando la alergia”, comenta. Esto llevaría a buscar tratamientos específicos y no una batería de antialérgicos que terminen no siendo efectivos. “No se puede hacer una testificación de polen si no se sabe cuáles son las especies en floración”, argumenta.
“La información es de acceso público porque nosotros la publicamos en el portal de la FML todas las semanas”, cuenta. Además, María Elena con la ayuda de su marido, un ingeniero, creó un captador de partículas individual. Un adminículo que puede usar una persona que atraviesa un cuadro alérgico para conocer cuáles son los residuos que hay en el ambiente que podrían estar causándole molestias.
En Europa y Estados Unidos hay servicios informativos diarios que alertan sobre los granos de polen que navegan en el ambiente. Esto le sirve a las personas alérgicas para tomar recaudos. “También sirve para conocer qué especies son mejores para reforestar. Por ejemplo, el lapacho y el jacarandá no emiten tanto polen como el fresno o el plátano”, añade la investigadora.