Por Ezequiel Fernández Moores
01 Marzo 2015
reuters
“Good news -dice un viejo dicho de prensa- is no news”. “Las buenas noticias no son noticias”. Los profesores de las escuelas de periodismo solían recitar otra máxima: “noticia -decían- es el avión que cae, no los miles que llegan a destino”. La noticia, añadían además los profesores, es lo no previsto (“es noticia que un hombre muerda a un perro, no que un perro muerda a un hombre”). Y así, en nombre de la desgracia y de lo imprevisto, y también del morbo, más que informar, la prensa, duele decirlo, muchas veces deforma. La introducción viene a cuento de la crónica que quiero contar sobre el último partido del Barcelona de “Leo” Messi en Liga de Campeones, el martes pasado en Londres, triunfo 2-1 ante el Manchester City del “Kun” Agüero.
Punto uno: Messi, como viene haciéndolo desde que comenzó el año, acaso picado porque Cristiano Ronaldo le ganó otro Balón de Oro, viene demostrando por qué sigue siendo por lejos el mejor futbolista de estos años, y acaso uno de los mejores, sino el mejor, en la historia del fútbol. Hacía tiempo que no veía un primer tiempo tan brillante de un jugador. Fue decisivo en los dos goles de Luisito Suárez. Completó 70 pases buenos de 80 intentos (88 % de acierto) y 10 de 13 gambetas. Fue 7, 9, 10, 11, jugó donde quiso y desequilibró siempre. Pero también fue número 5, al punto que recuperó siete pelotas. Sus pases fueron siempre profundos, rectos, ofensivos. Bailó por donde el resto no podía siquiera caminar. Entró a bosques llenos de piernas rivales y salió limpio. Seguí el partido por TV, claro, pero también, seguí la crónica online del diario inglés “The Guardian” (las recomiendo, son las mejores crónicas del minuto a minuto). En un momento, el cronista dijo que no encontraba palabra para definir lo que estaba haciendo Messi. Porque hay 21 jugadores que juegan al fútbol. Y otro, Messi, decía el cronista, que juega a otra cosa. Busca la palabra y no la encuentra. Un colega se la acerca. “Ferreting”, le dice. Le pido al amigo Rory Smith, colega del “The Times”, que me ayude a encontrar la mejor traducción: “es una forma de cazar. Es usar hurones para descubrir conejos. Los hurones se pueden meter dentro de los agujeros, son rápidos como nadie”, me dice Rory. Algo así fue Messi el martes pasado. Se metió en todas las madrigueras.
Tan completo fue su partido que hasta Alfredo Relaño, en el diario madrileño “Marca”, donde cada defecto de Messi cobra dimensión por la competencia con Cristiano Ronaldo, se animó a decir que “Leo “distefaneó” en el Eitihad. Y tradujo: “Distefanear es jugar por todo el campo”, área rival incluída. Arrancar a setenta metros del arco, pero acompañando hasta el final. Eso, cuentan, era lo que hacía el Alfredo Di Stéfano que dio gloria al Real Madrid de los años ’50-60. “Pero Di Stéfano -le escribió un amigo a Relaño- no erraba penales”. Y es cierto, Messi, el único que el martes siguió corriendo cuando el partido estaba liquidado, forzó un penal en el último segundo, y lo falló (se lo atajó el arquero Joe Hart). Creáse o no, ese fue el título casi principal, el tema central, de la mayoría de los diarios al día siguiente. Si el penal fallado hubiese dejado a Barcelona sin un título o eliminado del torneo podría entenderse. No fue así. Barcelona ganó 2-1 y es claro favorito para la revancha en casa. Pero saltaron las estadísticas: que “no dejó la clasificación sellada”, que lleva fallados 13 penales, cinco de los 10 últimos, tres de seis en la actual temporada. Y que de los 13 fallados, dos se fueron afuera, otros dos al travesaño y los nueve restantes fueron detenidos (en siete de ellos el arquero se tiró a su izquierda). Medios madrileños se solazaron con una parodia de Cristiano Ronaldo riéndose del nuevo fallo de “Leo”. ¿Y el partido brillante que había jugado Messi? ¿Y el hurón? ¿Y el Di Stéfano del siglo XXI?
Es sabido, los mejores cracks han fallado penales y en momentos decisivos. ¿Cómo no recordar la racha de cinco penales seguidos fallados por Diego Maradona? ¿O el penal que le detuvieron a Diego en la definición contra Yugoslavia en Italia 90 (gracias a Sergio Goycochea)? A Pelé (los penales no eran su fuerte) le atajaron dos en un mismo partido. Zico, Zinedine Zidane, Michel Platini, todos los mejores cracks fallaron penales. En selección y club, Messi tiró 72 penales y marcó 57, un 79 % de eficacia. Está por encima del 76% de media de eficacia sobre los más de 20.000 penales ejecutados en el último siglo de fútbol profesional. Pero no está acaso en las medias excelsas a que Messi nos tiene acostumbrados. Cristiano Ronaldo, por ejemplo, lleva 54 de 59 en Real Madrid (92% de eficacia). Grandes ejecutores en la historia última de Barcelona tienen medias mejores que “Leo”: Ronaldinho (87 por ciento), Rivaldo (84%) y Ronald Koeman (88%). Es un dato. Como el que indica que la mejor media en actividad en la ejecución de penales la tiene uno de los jugadores más irregulares y laguneros de estos tiempos: el italiano Mario Balotelli.
Es cierto, la imagen del propio Messi furioso golpeando el césped apenas falló el penal y dejando la cancha sin saludar a nadie apenas terminó el partido, agrandó la situación. Los que conocen a Messi saben que a “Leo” no le gusta perder ni a la bolita. Y avisan que Messi muestra acaso como nunca en esta temporada que sigue trabajando para ser el mejor. Ahí están sino los 14 goles que lleva anotados con su pierna derecha en esta temporada, incluído el de ayer en el triunfo 3-1 contra Granada. Es el triple de la media que venía registrando. “Leo” usaba antes su pierna derecha, pero sin la misma eficacia. Lo dice el especialista español Martí Perarnau (autor del gran libro “Herr Pep”, sobre Guardiola y Bayern Munich). Perarnau añade un dato más importante aún. El Messi 2015 busca mucho más la solución colectiva que la individual. Sigue haciendo muchos goles porque forma parte de su ADN. Pero busca más el juego que el gol. Lo saben Neymar y Luis Suárez, beneficiarios directos. El uruguayo, justamente, tiene tal vez más derecho a la queja que Leo con buena parte del periodismo.
Sus dos tantos de ese martes ante el City recuperaron la mejor versión goleadora de Suárez. Aún criticado, el uruguayo lleva 10 goles y 13 asistencias en 24 partidos. Forma con Leo y Neymar el mejor ataque del mundo. Orgullo sudamericano. Pero otra vez ganó el morbo. El martes pasado un periodista inglés imaginó que el gran jugador uruguayo había intentado morder a Martín Demichelis en un forcejeo por una pelota. La imagen no lo mostraba, pero un movimiento parecía sugerirlo, pensó el periodista. Y todos comenzaron a repetir su sospecha, amparados, claro, en antecedentes de Suárez. Así funciona la prensa hoy. Uno dice una tontera y miles la repiten. No importa si es verdad o si es mentira. Tampoco importa la fuente. Sólo vale el impacto. Buena parte de la prensa inglesa también se subió al carro. “Suárez –ironizó un periodista en Barcelona- no muerde, la tele sí”. Y José Sámano lo definió de modo inmejorable en el diario “El País”: “es el ventilador de la porquería”.
Punto uno: Messi, como viene haciéndolo desde que comenzó el año, acaso picado porque Cristiano Ronaldo le ganó otro Balón de Oro, viene demostrando por qué sigue siendo por lejos el mejor futbolista de estos años, y acaso uno de los mejores, sino el mejor, en la historia del fútbol. Hacía tiempo que no veía un primer tiempo tan brillante de un jugador. Fue decisivo en los dos goles de Luisito Suárez. Completó 70 pases buenos de 80 intentos (88 % de acierto) y 10 de 13 gambetas. Fue 7, 9, 10, 11, jugó donde quiso y desequilibró siempre. Pero también fue número 5, al punto que recuperó siete pelotas. Sus pases fueron siempre profundos, rectos, ofensivos. Bailó por donde el resto no podía siquiera caminar. Entró a bosques llenos de piernas rivales y salió limpio. Seguí el partido por TV, claro, pero también, seguí la crónica online del diario inglés “The Guardian” (las recomiendo, son las mejores crónicas del minuto a minuto). En un momento, el cronista dijo que no encontraba palabra para definir lo que estaba haciendo Messi. Porque hay 21 jugadores que juegan al fútbol. Y otro, Messi, decía el cronista, que juega a otra cosa. Busca la palabra y no la encuentra. Un colega se la acerca. “Ferreting”, le dice. Le pido al amigo Rory Smith, colega del “The Times”, que me ayude a encontrar la mejor traducción: “es una forma de cazar. Es usar hurones para descubrir conejos. Los hurones se pueden meter dentro de los agujeros, son rápidos como nadie”, me dice Rory. Algo así fue Messi el martes pasado. Se metió en todas las madrigueras.
Tan completo fue su partido que hasta Alfredo Relaño, en el diario madrileño “Marca”, donde cada defecto de Messi cobra dimensión por la competencia con Cristiano Ronaldo, se animó a decir que “Leo “distefaneó” en el Eitihad. Y tradujo: “Distefanear es jugar por todo el campo”, área rival incluída. Arrancar a setenta metros del arco, pero acompañando hasta el final. Eso, cuentan, era lo que hacía el Alfredo Di Stéfano que dio gloria al Real Madrid de los años ’50-60. “Pero Di Stéfano -le escribió un amigo a Relaño- no erraba penales”. Y es cierto, Messi, el único que el martes siguió corriendo cuando el partido estaba liquidado, forzó un penal en el último segundo, y lo falló (se lo atajó el arquero Joe Hart). Creáse o no, ese fue el título casi principal, el tema central, de la mayoría de los diarios al día siguiente. Si el penal fallado hubiese dejado a Barcelona sin un título o eliminado del torneo podría entenderse. No fue así. Barcelona ganó 2-1 y es claro favorito para la revancha en casa. Pero saltaron las estadísticas: que “no dejó la clasificación sellada”, que lleva fallados 13 penales, cinco de los 10 últimos, tres de seis en la actual temporada. Y que de los 13 fallados, dos se fueron afuera, otros dos al travesaño y los nueve restantes fueron detenidos (en siete de ellos el arquero se tiró a su izquierda). Medios madrileños se solazaron con una parodia de Cristiano Ronaldo riéndose del nuevo fallo de “Leo”. ¿Y el partido brillante que había jugado Messi? ¿Y el hurón? ¿Y el Di Stéfano del siglo XXI?
Es sabido, los mejores cracks han fallado penales y en momentos decisivos. ¿Cómo no recordar la racha de cinco penales seguidos fallados por Diego Maradona? ¿O el penal que le detuvieron a Diego en la definición contra Yugoslavia en Italia 90 (gracias a Sergio Goycochea)? A Pelé (los penales no eran su fuerte) le atajaron dos en un mismo partido. Zico, Zinedine Zidane, Michel Platini, todos los mejores cracks fallaron penales. En selección y club, Messi tiró 72 penales y marcó 57, un 79 % de eficacia. Está por encima del 76% de media de eficacia sobre los más de 20.000 penales ejecutados en el último siglo de fútbol profesional. Pero no está acaso en las medias excelsas a que Messi nos tiene acostumbrados. Cristiano Ronaldo, por ejemplo, lleva 54 de 59 en Real Madrid (92% de eficacia). Grandes ejecutores en la historia última de Barcelona tienen medias mejores que “Leo”: Ronaldinho (87 por ciento), Rivaldo (84%) y Ronald Koeman (88%). Es un dato. Como el que indica que la mejor media en actividad en la ejecución de penales la tiene uno de los jugadores más irregulares y laguneros de estos tiempos: el italiano Mario Balotelli.
Es cierto, la imagen del propio Messi furioso golpeando el césped apenas falló el penal y dejando la cancha sin saludar a nadie apenas terminó el partido, agrandó la situación. Los que conocen a Messi saben que a “Leo” no le gusta perder ni a la bolita. Y avisan que Messi muestra acaso como nunca en esta temporada que sigue trabajando para ser el mejor. Ahí están sino los 14 goles que lleva anotados con su pierna derecha en esta temporada, incluído el de ayer en el triunfo 3-1 contra Granada. Es el triple de la media que venía registrando. “Leo” usaba antes su pierna derecha, pero sin la misma eficacia. Lo dice el especialista español Martí Perarnau (autor del gran libro “Herr Pep”, sobre Guardiola y Bayern Munich). Perarnau añade un dato más importante aún. El Messi 2015 busca mucho más la solución colectiva que la individual. Sigue haciendo muchos goles porque forma parte de su ADN. Pero busca más el juego que el gol. Lo saben Neymar y Luis Suárez, beneficiarios directos. El uruguayo, justamente, tiene tal vez más derecho a la queja que Leo con buena parte del periodismo.
Sus dos tantos de ese martes ante el City recuperaron la mejor versión goleadora de Suárez. Aún criticado, el uruguayo lleva 10 goles y 13 asistencias en 24 partidos. Forma con Leo y Neymar el mejor ataque del mundo. Orgullo sudamericano. Pero otra vez ganó el morbo. El martes pasado un periodista inglés imaginó que el gran jugador uruguayo había intentado morder a Martín Demichelis en un forcejeo por una pelota. La imagen no lo mostraba, pero un movimiento parecía sugerirlo, pensó el periodista. Y todos comenzaron a repetir su sospecha, amparados, claro, en antecedentes de Suárez. Así funciona la prensa hoy. Uno dice una tontera y miles la repiten. No importa si es verdad o si es mentira. Tampoco importa la fuente. Sólo vale el impacto. Buena parte de la prensa inglesa también se subió al carro. “Suárez –ironizó un periodista en Barcelona- no muerde, la tele sí”. Y José Sámano lo definió de modo inmejorable en el diario “El País”: “es el ventilador de la porquería”.
Lo más popular