Por Magena Valentié
20 Febrero 2015
El derrotero internacional de la ropa usada que se consigue en las ferias
Las ferias de ropa usada son un fenómeno mundial. Una tendencia que crece alimentada por un mundo occidental que cada vez consume y desecha más. Según un informe de Naciones Unidas, el principal exportador de ropa usada en el mundo es Estados Unidos, seguido por Reino Unido, Alemania, Corea del Sur y Holanda. Argentina recibe, sobre todo, ropa de EEUU y China
TODO BARATO. La ropa que llega a Tucumán viene desde Estados Unidos, es separada en lotes por tipo de prendas, edad y sexo del destinatario e ingresa por el Norte del país, según contaron varios puesteros. la gaceta / fotos de antonio ferroni
“Todo lo traemos del norte, de allá, por Jujuy”. El diente de oro le brilla sobre la piel oscura. Sus ojos buscan algo impreciso y se aleja; es evidente que no quiere más preguntas. “¿Tenés la otra sábana del juego?”, interrumpe una señora que con su índice y su pulgar ha sometido a prueba de calidad a toda una montaña de ropa blanca. En la feria de los alrededores del club Atlético Tucumán no hay mucha gente este jueves, con cielo indeciso. “No hay nadie porque ya comienzan las clases, y aquí no vendemos útiles, pero esto se llena; hay como unos 200 puestos, más o menos”, aventura una de las vendedoras, que no es la dueña.
Lo cierto es que cada vez hay más ferias de venta de ropa usada, incluso en el interior (Lules, El Manantial, San Pedro de Colalao y localidades más pequeñas). En total, según el último informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) hay 14 “saladitas” en Tucumán. Pero en la Argentina son 539, que facturan, según un estudio de junio de 2014 $ 1.564 millones. El relevamiento semestral que incluyó a 119 ciudades del país, resalta que entre principios y mediados del año pasado surgieron 17 nuevas “saladitas”.
¿De dónde vienen?
Es casi inevitable sentir cierta incomodidad al pensar el origen de la ropa usada: donaciones para la gente humilde. El puestero Sergio Lastra prefiere no pensarlo. “Todo esto viene de Jujuy, de ahí no sé más. Se vende por lotes, lotes de peluches, de bikinis, de camperas... Hay lotes de peluches rotos a un precio regaladísimo que muchos compran para arreglar en la casa y después hacerse sus buenos mangos”, explica. “Acá viene gente de todas las clases sociales, incluso muchos ya conocen la rutina y se dan una vuelta para ver qué hay de nuevo. Hay gente que colecciona muñecas que solo se venden por internet y que las compraron aquí a un precio irrisorio”, se jacta.
“Entre los puesteros hay muchos jujeños, que vienen por cuatro días y se van a traer más ropa. Hay también bolivianos, paraguayos y peruanos, pero menos y ya están radicados aquí”, cuenta Lastra.
¿De dónde proviene la ropa? Un nuevo libro titulado “Clothing Poverty” (de Andrew Brooks, profesor de estudios de desarrollo del King’s College de Londres) asegura que en países como Reino Unido y Estados Unidos, la ropa que mucha gente dona pensando en ayudar a alguien, en realidad, termina siendo exportada y vendida en el exterior. El autor revela que este fenómeno es global y que forma parte de un gran negocio de US$ 4.300 millones al año.
Un informe de Naciones Unidas que rescata la BBC Mundo señala que Estados Unidos es el principal exportador de ropa usada del mundo. Le siguen el Reino Unido, Corea del Sur y Holanda.
Joel, un jujeño que todavía conserva su tonada, advierte que la mayoría de las prendas que llegan a Tucumán provienen de Estados Unidos, aunque también las hay de China. En general, la ropa donada en Estados Unidos termina en América Latina. “La ropa más abrigada queda en las ferias de Jujuy y la más ligera viene para acá, Tucumán”, precisa Joel. En su libro, el profesor Brooks señala que las camisas formales blancas terminan en Pakistan, donde hay una gran demanda de los abogados. Los abrigos de invierno van a Europa oriental y las camisas de manga corta, remeras y pantalones cortos tienen buena acogida en África subsahariana.
Brooks resalta la ironía de que gran parte de las toneladas de ropa que son donadas por los países ricos como Estados Unidos y Europa vuelvan a los lugares más pobres, donde fueron fabricadas, como Kenia, Tanzania, Pakistán y Filipinas.
Las ferias han invadido toda Latinoamérica, aún los países donde el ingreso de ropa usada está prohibida. Es el caso de Bolivia. Evo Morales, su presidente, dejó en claro que su país “no es el basurero de Estados Unidos” y prohibió el ingreso de esos artículos. Sin embargo, la venta es enorme en esos lugares, dice la profesora Kate MacLean, investigadora de King´s College de Londres y la Universidad de Birbeck, según destaca BBC Mundo. “Los mercados donde se venden estas prendas se han expandido a un ritmo extraordinario. Se calcula que unas 8.000 toneladas de ropa usada entran al país cada año, la mayoría proveniente de Estados Unidos, via Chile. Y 93% de este contrabando está valuado en más de US$ 40.000 millones al año”, asegura la investigadora.
¿Hacen bien o mal estas ferias? ¿Esto perjudica a los comerciantes que pagan sus impuestos? Muchos piensan que es bueno dar una segunda oportunidad a la ropa vieja, pero critican el modo de hacerlo. Una de sus principales detractoras es la Federación Económica de Tucumán (FET). “Esta actividad perjudica al comercio legal y además detrás de la ropa usada viene el contrabando y otros delitos. La actividad comercial ya ha perdido 5.000 puestos de trabajo. La FET esta trabajando en presentaciones judiciales para frenar estas ferias. ¡Hasta en las ferias tradicionales se vende ropa usada!”, protesta Julio Delgado, vocal de la FET y presidente del Centro de Defensa Comercial del Sur, Concepción. José Ruiz, puestero de la feria de Atlético, cree que las ferias, en general, no son competencia para los comerciantes: “¡están alejadas de los centros comerciales!”, dicen. “Y damos trabajo a chicos que de otra forma estarían en la calle robando o tomando. Eso nadie valora”, agrega.
Lo cierto es que cada vez hay más ferias de venta de ropa usada, incluso en el interior (Lules, El Manantial, San Pedro de Colalao y localidades más pequeñas). En total, según el último informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) hay 14 “saladitas” en Tucumán. Pero en la Argentina son 539, que facturan, según un estudio de junio de 2014 $ 1.564 millones. El relevamiento semestral que incluyó a 119 ciudades del país, resalta que entre principios y mediados del año pasado surgieron 17 nuevas “saladitas”.
¿De dónde vienen?
Es casi inevitable sentir cierta incomodidad al pensar el origen de la ropa usada: donaciones para la gente humilde. El puestero Sergio Lastra prefiere no pensarlo. “Todo esto viene de Jujuy, de ahí no sé más. Se vende por lotes, lotes de peluches, de bikinis, de camperas... Hay lotes de peluches rotos a un precio regaladísimo que muchos compran para arreglar en la casa y después hacerse sus buenos mangos”, explica. “Acá viene gente de todas las clases sociales, incluso muchos ya conocen la rutina y se dan una vuelta para ver qué hay de nuevo. Hay gente que colecciona muñecas que solo se venden por internet y que las compraron aquí a un precio irrisorio”, se jacta.
“Entre los puesteros hay muchos jujeños, que vienen por cuatro días y se van a traer más ropa. Hay también bolivianos, paraguayos y peruanos, pero menos y ya están radicados aquí”, cuenta Lastra.
¿De dónde proviene la ropa? Un nuevo libro titulado “Clothing Poverty” (de Andrew Brooks, profesor de estudios de desarrollo del King’s College de Londres) asegura que en países como Reino Unido y Estados Unidos, la ropa que mucha gente dona pensando en ayudar a alguien, en realidad, termina siendo exportada y vendida en el exterior. El autor revela que este fenómeno es global y que forma parte de un gran negocio de US$ 4.300 millones al año.
Un informe de Naciones Unidas que rescata la BBC Mundo señala que Estados Unidos es el principal exportador de ropa usada del mundo. Le siguen el Reino Unido, Corea del Sur y Holanda.
Joel, un jujeño que todavía conserva su tonada, advierte que la mayoría de las prendas que llegan a Tucumán provienen de Estados Unidos, aunque también las hay de China. En general, la ropa donada en Estados Unidos termina en América Latina. “La ropa más abrigada queda en las ferias de Jujuy y la más ligera viene para acá, Tucumán”, precisa Joel. En su libro, el profesor Brooks señala que las camisas formales blancas terminan en Pakistan, donde hay una gran demanda de los abogados. Los abrigos de invierno van a Europa oriental y las camisas de manga corta, remeras y pantalones cortos tienen buena acogida en África subsahariana.
Brooks resalta la ironía de que gran parte de las toneladas de ropa que son donadas por los países ricos como Estados Unidos y Europa vuelvan a los lugares más pobres, donde fueron fabricadas, como Kenia, Tanzania, Pakistán y Filipinas.
Las ferias han invadido toda Latinoamérica, aún los países donde el ingreso de ropa usada está prohibida. Es el caso de Bolivia. Evo Morales, su presidente, dejó en claro que su país “no es el basurero de Estados Unidos” y prohibió el ingreso de esos artículos. Sin embargo, la venta es enorme en esos lugares, dice la profesora Kate MacLean, investigadora de King´s College de Londres y la Universidad de Birbeck, según destaca BBC Mundo. “Los mercados donde se venden estas prendas se han expandido a un ritmo extraordinario. Se calcula que unas 8.000 toneladas de ropa usada entran al país cada año, la mayoría proveniente de Estados Unidos, via Chile. Y 93% de este contrabando está valuado en más de US$ 40.000 millones al año”, asegura la investigadora.
¿Hacen bien o mal estas ferias? ¿Esto perjudica a los comerciantes que pagan sus impuestos? Muchos piensan que es bueno dar una segunda oportunidad a la ropa vieja, pero critican el modo de hacerlo. Una de sus principales detractoras es la Federación Económica de Tucumán (FET). “Esta actividad perjudica al comercio legal y además detrás de la ropa usada viene el contrabando y otros delitos. La actividad comercial ya ha perdido 5.000 puestos de trabajo. La FET esta trabajando en presentaciones judiciales para frenar estas ferias. ¡Hasta en las ferias tradicionales se vende ropa usada!”, protesta Julio Delgado, vocal de la FET y presidente del Centro de Defensa Comercial del Sur, Concepción. José Ruiz, puestero de la feria de Atlético, cree que las ferias, en general, no son competencia para los comerciantes: “¡están alejadas de los centros comerciales!”, dicen. “Y damos trabajo a chicos que de otra forma estarían en la calle robando o tomando. Eso nadie valora”, agrega.
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