Las heridas del genocidio siguen abiertas en El Salvador

Las heridas del genocidio siguen abiertas en El Salvador

17 Febrero 2015

Juan José Dalton - DPA

“Matar al obispo Romero fue como matar a todo El Salvador”, sentenció Almudena Bernabeu. La abogada española es querellante en el proceso por el asesinato de seis sacerdotes jesuitas, perpetrado en El Salvador en 1989. El crimen de Romero se había producido nueve años antes.

“Si de verdad había un ejemplo, un ícono de justicia y reconciliación en El Salvador, es la persona de Oscar Arnulfo Romero -afirmó la abogada valenciana-. Su muerte simboliza la muerte y el dolor de muchos”.

Romero (1917-1980) fue un obispo conservador que al tomar posesión como arzobispo de San Salvador en 1977, época de grave represión por parte de la dictadura militar, se convirtió en un agudo defensor de los derechos humanos. Eso le valió la condena a muerte de la extrema derecha, que lo asesinó frente al altar en el que practicaba la Eucaristía. El Vaticano declaró a Romero mártir sacrificado por odio a la fe, con lo que se espera que sea beatificado.

Bernabeu instó al Gobierno salvadoreño a terminar con la impunidad existente sobre los crímenes de lesa humanidad que datan de la guerra civil (1980-1992). En 1993, el entonces presidente Alfredo Cristiani dictó una amnistía que protege a los genocidas.

“En la Edad Media era posible tener un santo sin tener justicia, pero en 2015 eso es imposible. Esto es imparable, creo es otro paso más en un proceso de búsqueda de la verdad en el que está inmerso El Salvador”, acotó Bernabeu. Como integrante del Centro de Justicia y Responsabilidad, ella ha ganado sonados juicios civiles en Estados Unidos contra militares latinoamericanos.

Bernabeu llevó ante un tribunal de Fresno (California) a Álvaro Saravia, uno de los autores intelectuales del magnicidio de Romero. Saravia está prófugo de la Justicia norteamericana, pero debe pagar millonarias indemnizaciones.

La activa abogada informó que el juicio por los seis jesuitas asesinados en 1989 por soldados salvadoreños, entre los que se encontraban el teólogo de la Liberación Ignacio Ellacuría y cuatro españoles más, podría abrirse en Madrid, dado que un alto oficial salvadoreño -Orlando Montano- está preso en Boston y puede ser extraditado a España.

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