Ochoa, el héroe de los mil oficios

Ochoa, el héroe de los mil oficios

El amor por Tafí y el espíritu de servicio lo impulsaron a buscar ocupaciones distintas. Así, Ochoa se convirtió en un “salvador”.

Ochoa, el héroe de los mil oficios
13 Febrero 2015
“Soy nacido y criado en Tafí del Valle –cuenta con orgullo Ramón Ismael Ochoa-. Comencé a trabajar a los 10 años, ayudando a mi papá, que era herrero. No paré nunca más”. Las palabras del lugareño de 77 años resumen buena parte de su historia.

Conocido como “el hombre de los múltiples oficios”, fue ocupándose en diferentes empleos a medida que el crecimiento del valle lo posibilitaba y se lo exigía. Así pasó de ser herrero y platero, en la época en que el caballo era el único medio de transporte, a soldador y plomero, cuando empezaron a llegar los primeros automóviles y explotó el boom inmobiliario. Transitó, además, por los oficios de bicicletero, gasista, cerrajero y gomero. Por todo esto es reconocido como un trabajador incansable, y un testimonio vivo de la historia y la expansión de Tafí.

“Si tenías un problema, recurrías a Ochoa”, asegura él mismo. Y lo que dice es cierto: tanto los vecinos tafinistos como los primeros turistas acudían a él cuando sus autos sufrían desperfectos; cuando las nevadas rompían las cañerías; cuando surgían problemas con sus herrajes o monturas, y hasta cuando olvidaban en el llano las llaves de sus casas, situación que se daba con frecuencia, según este obrero del valle.

Pero el espíritu de servicio no fue su único motor. Su interés por aprender oficios también estuvo ligado al amor por su tierra, ya que en ese momento había muy pocas opciones de trabajo en el lugar y la mayoría de los jóvenes partía hacia otras localidades o provincias. “Me esforcé mucho y a los 20 años levanté mi propio taller. Así pude quedarme aquí, que es el único lugar en el que quiero estar”, admite con voz conmovida.

Una anécdota que lo define: en 1985, una máquina de Vialidad se salió del camino y no cayó al vacío porque un grupo de árboles la frenó. Lograron retenerla con cadenas sostenidas por camiones, pero su conductor quedó atrapado en la cabina, cubierto de gasoil y con riesgo de morir. Llamaron a Ochoa. El hombre llegó con su soldador, se colgó un arnés, descendió por el barranco e hizo un hueco para liberar al conductor arriesgando su vida. Los testigos contarían luego que Ochoa trabajó con total tranquilidad porque, aún estando en peligro, ayudar a los demás es, para él, lo más natural del mundo.

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