Hunden los pies desnudos en el barro blando y caminan, despacio para no resbalar. Nadie tiene paraguas. Ni botas. Ni campera. Es tal el peso de la realidad que la lluvia - aún torrencial como la de ayer - ya no se siente. Nada ha cambiado demasiado desde que desbordaron el río Chico y el arroyo Barrientos, ahogando en la desesperanza a cientos de familias del Sur de Tucumán, que perdieron lo poco que tenían. Desde el jueves a la madrugada, cuando cayeron 200 milímetros en tres horas, los vecinos dicen que la ayuda oficial que han recibido no les alcanza. Ayer, la ministra de Desarrollo Social de la Provincia, Beatriz Mirkin, y su par de Interior, Osvaldo Jaldo consignaron que, de los municipios del Sur de la Provincia, el departamento de Río Chico ha sido el más afectado por las últimas lluvias. Junto con Alberdi y La Cocha totalizan “1.500 familias damnificadas y pérdida total de bienes”. Los funcionarios añadieron que el gobierno trabajaba ayer en la firma de un decreto por el cual se designe zonas de desastre esos tres departamentos. Esa herramienta, dijeron, permitiría “compensar mínimamente todo lo que han perdido los pobladores de las zonas damnificadas”. Entre esos beneficios eventuales hay mejoras en las asignación Universal por Hijo y por Embarazo, así como en jubilaciones y pensiones, y ayuda para productores.
Pero, los tiempos administrativos no son los mismos que los de las vecinas que ayer cortaron la ruta 332 en dos tramos y la ruta 38 para reclamar subsidios. “Hemos perdido todo: muebles, heladera, camas, cocina, ropa, colchas, colchones, calzado... Lo único que nos queda es hacernos oír a viva voz porque estamos en la calle, con lo puesto”, dijo Ramón Molina, de Colonia 1, Santa Anta, una de las zonas más afectadas por la inundación.
“¡Que venga el gobernador a ver en qué condiciones estamos, de Río Chico para adentro, no hasta Aguilares nomás”, protestó Gisel Castellanos, que vive en la Colonia 1, en una prefabricada.
Tres cortes de ruta paralizaron el Sur de la provincia: uno en la 38, frente al barrio Santa Rosa, en Aguilares. Allí el jueves por la mañana se rompió el pavimento para que pueda drenar el río hacia el otro lado y así descomprimir un poco la zona inundada. Desde hace seis días, los vecinos cruzan la ruta de a pie, haciendo equilibrio sobre un tablón, que hace de puente del desbordado río Chico. Hacia un lado y hacia el otro de la ruta hay remiseros que cobran $ 5 el traslado hasta el corte más cercano. Muchos vecinos hacen ese trayecto a diario porque trabajan en localidades vecinas o porque tienen familiares internados en los hospitales. El equipo periodístico de LA GACETA también debió trasladarse primero en remis y después en moto para poder llegar hasta las zonas críticas.
Las otras dos interrupciones de tránsito fueron hechas por los mismos vecinos con cubiertas en llamas: una está ubicada sobre la ruta 38 a la altura de Río Chico, y la otra en la ruta 332, en Santa Ana, Río Chico. Solamente las ambulancias o los autos que transportan enfermos pueden pasar.
“Esperamos que el Gobernador se acerque para que vea como estamos viviendo. ¡Queremos que nos saquen de aquí! Si llueve de nuevo no vamos a quedar ninguno”, dijo con tono desesperado Ana María Lozano.
“Esto no es de ahora, ya venimos cada año de mal en peor con las inundaciones”, denunció Raúl Ezequiel Gauna, mostrando una especie de “arca de Noé” que construyó para sus nietos, que viven en casas cercanas e inundables. Es un salón de un 1,10 metro de altura, con varios escalones para subir, dentro de su propia vivienda. Arriba colocó colchones sobre el piso, una mesa donde los chicos comen y una cocina.
“Pedí dos préstamos para construir esto para que mis nietos estén seguros”, contó. Además realizó un relevamiento de 42 familias afectadas por la creciente del río (“de la vía para acá, alrededor de la escuela Luis Gianneo”). “Le entregué un pedido de ayuda al comisionado rural y al día siguiente mandó un camión repartiendo un colchón y dos bolsones de mercadería para cada familia”. Pero todo es poco para las familias numerosas que se quedaron sin muebles y que tienen varios hijos. Aunque muchas casas no están en condiciones de ser habitadas, nadie quiere ser evacuado por temor a que le roben lo poco que les queda.
Dónde llevar donaciones
El Partido Justicialista recibe donaciones de agua mineral, alimentos no perecederos, ropa, pañales, colchones y ropa de cama en Virgen de la Merced 157, 2 piso, de capital y en 9 de Julio 152, de Concepción.
También se reciben donaciones en la Fundación León, Maipú 452.