Por Gabriela Baigorrí y LA GACETA 09 Febrero 2015
“¡Ya me estoy yendo de la gobernación!”. José Alperovich hizo un guiño y justificó así su look inusualmente informal de esta semana. Las palabras espontáneas del gobernador en la puerta de su despacho dan cuenta de que el mandatario que administró la provincia durante los últimos 12 años tiene su retirada como idea fija. Aunque se postulará a senador nacional porque quiere “seguir estando”, tal como él mismo expresó, su posible futura posición no es comparable con la que ocupa. Lo mismo ocurre con los miembros del proyecto político que encabeza. Con la cuenta regresiva activada y la campaña electoral en marcha, ensayan, especulan, proyectan, arman y desarman a contrarreloj. Tres imágenes de las últimas semanas dan pistas sobre cómo serán los próximos seis meses del oficialismo gobernante.
Primera: divorcios y reconciliaciones
Alperovich sale sonriente de la Casa de Gobierno luego de que el intendente Domingo Amaya anuncia su alejamiento del Partido Justicialista y del alperovichismo. La despreocupación del gobernador tuvo varias interpretaciones dentro de su mismo entorno. Algunos de ellos están convencidos de que la salida del jefe municipal era conveniente para, especulan, restarle votos disidentes al radical José Cano. Otros, en cambio, recuerdan que los divorcios en el justicialismo suelen tener una cláusula latente de reconciliación. Los que sostienen esta versión insisten en que el amayismo podría volver antes de agosto a las huestes de 25 de Mayo y San Martín. Y afirman que si no, le pregunten al legislador Fernando Juri como es eso de las internas y las vueltas.
Segunda: incertidumbre
El gobernador recibe a la agrupación ultrakirchnerista “La Cámpora” en su despacho. Lo rodean diputados, un legislador y funcionarios de la UNT y de organismos nacionales. Los dirigentes del riñón de la Casa Rosada le plantean sus intenciones de ocupar lugares en las listas oficiales. Se van, sin embargo, sin una respuesta concreta. La reunión -y el resultado- es similar a los encuentros que mantiene Alperovich por estos días con intendentes y legisladores. Son pocos los precandidatos que han recibido la bendición pública del mandatario. Algunos a jefes municipales, como Pablo Yedlin, están entre los beneficiados. También los integrantes de la fórmula a la gobernación: Juan Manzur y Osvaldo Jaldo. Si bien los lanzamientos serían en marzo, es un hecho que la dupla es la elegida. Otro indicio de ello, además de los actos que encabezan a diario, es que ambos se sentarán en la mesa chica de conducción del Partido Justicialista (PJ), según adelantó la senadora Beatriz Rojkés, que irá por otro mandato.
Tercera: blindaje y entorno acotado
El hombre de mayor confianza de Alperovich, Jorge Gassenbauer, se separa de la comitiva durante una visita oficial en el sur de la ciudad. El enjambre de funcionarios y vecinos que rodea al gobernador va en dirección a la obra. El ministro de Seguridad, Gobierno y Justicia camina en sentido contrario. Solo, observa la escena desde la distancia, con las manos en los bolsillos. Esa imagen grafica bien su rol en la gestión. Gassenbauer siempre ve todo con calma, escudriña, analiza. Mira todo el escenario. Como mano derecha sin aspiraciones electorales declaradas, es clave para el jefe del Ejecutivo en este año de despedidas. Está casi en todas las reuniones políticas en la gobernación y fue, incluso, el negociador del fallido acuerdo con Amaya. Encabeza un entorno cada vez más pequeño, en el que no hay lugar para traiciones ni fugas.
Por otro lado, el alperovichismo está dispuesto a hacer lo que sea para pasar sin sobresaltos esta etapa. Por ello, los dirigentes salen a aplacar los posibles focos de conflicto casi de inmediato. Saben que el año electoral será terreno fértil para denuncias y cualquier conflicto político. El Gobierno, por ejemplo, busca ser previsor y está por convocar a los primeros gremios en los próximos días para iniciar las conversaciones salariales. Alperovich apeló esta semana a la “responsabilidad” de los gremialistas y vaticinó paritarias sin sobresaltos. En ese contexto, las inundaciones en el sur han mantenido en vilo a la gestión. El viernes a la mañana Alperovich viajó a Aguilares y fue acompañado sólo por cámaras y micrófonos de la prensa oficial.
Las tres imágenes de la salida de Alperovich de la gobernación dejan entrever que los próximos seis meses para el oficialismo gobernante serán tiempos de divorcios y probables reconciliaciones; de incertidumbres y de blindaje y de un entorno acotado.
Primera: divorcios y reconciliaciones
Alperovich sale sonriente de la Casa de Gobierno luego de que el intendente Domingo Amaya anuncia su alejamiento del Partido Justicialista y del alperovichismo. La despreocupación del gobernador tuvo varias interpretaciones dentro de su mismo entorno. Algunos de ellos están convencidos de que la salida del jefe municipal era conveniente para, especulan, restarle votos disidentes al radical José Cano. Otros, en cambio, recuerdan que los divorcios en el justicialismo suelen tener una cláusula latente de reconciliación. Los que sostienen esta versión insisten en que el amayismo podría volver antes de agosto a las huestes de 25 de Mayo y San Martín. Y afirman que si no, le pregunten al legislador Fernando Juri como es eso de las internas y las vueltas.
Segunda: incertidumbre
El gobernador recibe a la agrupación ultrakirchnerista “La Cámpora” en su despacho. Lo rodean diputados, un legislador y funcionarios de la UNT y de organismos nacionales. Los dirigentes del riñón de la Casa Rosada le plantean sus intenciones de ocupar lugares en las listas oficiales. Se van, sin embargo, sin una respuesta concreta. La reunión -y el resultado- es similar a los encuentros que mantiene Alperovich por estos días con intendentes y legisladores. Son pocos los precandidatos que han recibido la bendición pública del mandatario. Algunos a jefes municipales, como Pablo Yedlin, están entre los beneficiados. También los integrantes de la fórmula a la gobernación: Juan Manzur y Osvaldo Jaldo. Si bien los lanzamientos serían en marzo, es un hecho que la dupla es la elegida. Otro indicio de ello, además de los actos que encabezan a diario, es que ambos se sentarán en la mesa chica de conducción del Partido Justicialista (PJ), según adelantó la senadora Beatriz Rojkés, que irá por otro mandato.
Tercera: blindaje y entorno acotado
El hombre de mayor confianza de Alperovich, Jorge Gassenbauer, se separa de la comitiva durante una visita oficial en el sur de la ciudad. El enjambre de funcionarios y vecinos que rodea al gobernador va en dirección a la obra. El ministro de Seguridad, Gobierno y Justicia camina en sentido contrario. Solo, observa la escena desde la distancia, con las manos en los bolsillos. Esa imagen grafica bien su rol en la gestión. Gassenbauer siempre ve todo con calma, escudriña, analiza. Mira todo el escenario. Como mano derecha sin aspiraciones electorales declaradas, es clave para el jefe del Ejecutivo en este año de despedidas. Está casi en todas las reuniones políticas en la gobernación y fue, incluso, el negociador del fallido acuerdo con Amaya. Encabeza un entorno cada vez más pequeño, en el que no hay lugar para traiciones ni fugas.
Por otro lado, el alperovichismo está dispuesto a hacer lo que sea para pasar sin sobresaltos esta etapa. Por ello, los dirigentes salen a aplacar los posibles focos de conflicto casi de inmediato. Saben que el año electoral será terreno fértil para denuncias y cualquier conflicto político. El Gobierno, por ejemplo, busca ser previsor y está por convocar a los primeros gremios en los próximos días para iniciar las conversaciones salariales. Alperovich apeló esta semana a la “responsabilidad” de los gremialistas y vaticinó paritarias sin sobresaltos. En ese contexto, las inundaciones en el sur han mantenido en vilo a la gestión. El viernes a la mañana Alperovich viajó a Aguilares y fue acompañado sólo por cámaras y micrófonos de la prensa oficial.
Las tres imágenes de la salida de Alperovich de la gobernación dejan entrever que los próximos seis meses para el oficialismo gobernante serán tiempos de divorcios y probables reconciliaciones; de incertidumbres y de blindaje y de un entorno acotado.
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