En el año electoral, la política pesa como nunca en la economía

En el año electoral, la política pesa como nunca en la economía

Los analistas consideran que el incremento del gasto público condicionará a la actividad durante este año, además de alimentar la inflación. Los expertos creen que es posible que el Gobierno opte por aplicar un desdoblamiento cambiario para sostener el dólar. La caída del valor de los commodities es otra de las luces de alerta para la economía argentina.

08 Febrero 2015
El año electoral le pone un matiz especial a la economía que, más que siempre, su evolución dependerá de las decisiones políticas.

El Gobierno tiene por delante el desafío de reactivar la economía para ponerla a tono con el proceso electoral. Sin embargo, en ese propósito encuentra varios condicionantes: “la propia incertidumbre que genera el año electoral que induce a postergar decisiones relevantes, el escaso tiempo con el que cuenta para la finalización del mandato y la propia visión del gobierno que no admite los desequilibrios que se fueron generando”, sostiene el último reporte de la consultora Robinson & Asociados. Y en ese rosario de contratiempos se encuentran la inflación el desabastecimiento energético, el desborde del gasto público, que terminó subiendo de manera sistemática la presión fiscal sin mejoras significativas en la infraestructura, la falta de un adecuado desarrollo del crédito de largo plazo y, en definitiva, en una vertiginosa pérdida de competitividad, sostiene su director, Eduardo Robinson.

A su entender, el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner está apostando a microdevaluaciones con el propósito de contener la inflación y recuperar el salario real. De hecho, le ha dado una vuelta de tuerca a las restricciones cambiarias, con el fin de mantener el nivel de reservas del Banco Central y de que el precio del dólar no se dispare. Si bien hasta ahora se ha evidenciado un cepo mayor para los importadores, el mercado no descarta la posibilidad de que la Casa Rosada avance con un viejo plan: el desdoblamiento cambiario. En ese contexto, si cuaja la idea, en la Argentina habría un dólar turista y financiero para importadores y otro comercial para exportadores.

Según Robinson, no habrá un relajamiento del cepo. ¿Qué le queda al Gobierno para edulcorar la economía antes de las urnas? “Salir a buscar atajos, es decir, caminos alternativos, en general con mayor costo, para alcanzar el objetivo de llegar a las elecciones con la economía lo mejor maquillada posible”, puntualiza. Ese atajo tiene nombre: China. “Con un puñado de yuanes, se fortalecen las reservas , se gambetea a los holdouts, se despejan expectativas devaluatorias y se habla de inversiones. Con esa mágica solución, se anestesia el sector externo”, indica. ¿Y en el plano interno? El consumo es lo que mejora el humor social. Por lo tanto, los esfuerzos estarán enfocados en mejorar el consumo, considera.

La economía preelectoral sigue condicionada. Por un lado, la moderación de la inflación y la consecuente detención de la caída de los salarios reales podría volver a tonificar el consumo interno y generar impulsos reactivantes”, sostiene Federico Muñoz & Asociados. Pero en contrapartida, advierte la consultora, la agudización del retraso cambiario complicará aún más la situación de un buen número de sectores transables (especialmente, economías regionales) que agonizan por la pérdida de competitividad. Además, “la merma del valor de la producción agrícola ( unos U$S 6.000 millones inferior a la de 2014) por la fuerte caída de los precios de los commodities, también conspirará contra las chances de crecimiento”, acota.

Es evidente que las penurias de la economía argentina son atribuibles, básicamente, a vicios domésticos, remarca la consultora privada. “Más precisamente, en el segundo mandato de Cristina terminó de cuajar la mala praxis en materia económica que caracterizó a gran parte de los 12 años de kirchnerismo”, considera. Y agrega: “esta mala praxis, tanto en la gestión macro como en la concepción del clima de negocios, terminó instalando una persistente incertidumbre que primero ralentizó y, en los últimos años, paralizó la marcha de la economía, condenándonos a convivir en recesión”. Esos vicios serán la herencia de la gestión que sucederá a Cristina Fernández de Kirchner.

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