Chau, “Gringo” del alma
04 Febrero 2015

(A Héctor Odstrcil, fallecido el 30/01) Si estas palabras intentaran lograr un homenaje, seguramente quedaría a mitad de camino entre loas y lamentos. Yo sólo quiero escribir sobre alguien que nos entregó su corazón de púrpura y cruz. Sus ganas de vivir y de crecer lo llevaron, por su prusiana tenacidad, a estirar hasta lo imposible el silbato final que derivó en este tackle sin pelota que la vida nos pegó el viernes 30 de enero. Auténtico estandarte de esta linda casa; metódico y meticuloso -como buen ingeniero-; tenaz discutidor; franco; leal; niño permanente en sus andanzas; serio e implacable ante la adversidad; siempre a mano un chiste y alguna rabieta ocasional nunca faltaba. Conocedor de la importancia de la esencia, acercó nuevamente al club a Don Ricardo Martínez Pastur durante su primera presidencia. Unos 20 años después volvió a ese sitio, con una clara conciencia de que “hay que formar dirigentes”. ¡Qué huérfanos quedamos con su ausencia! Ahora es tiempo de encarnar los valores que su ejemplo nos grabó como no negociables: pasión y honestidad por lo que se ama, respeto y humildad para no ponerse encima de nadie. Nos queda su lección de Gran Cardenal: el que jugó con el alma su largo último partido, sabiendo que ya estaba perdido de antemano. A pesar del dolor, no perdió el buen humor y el optimismo. Se levantó cada vez que fue al piso, se sacudió la tierra y volvió a ir hacia adelante: eso es el rugby, eso es Cardenales. Chau, Gringo del alma. Nosotros nos quedamos, sabiendo que desde algún lugar nos contemplás hecho pájaro, nos seguís de cerca, nos acariciás con tus alas y nos picoteás pa’ que despertemos. Nuestro mejor agradecimiento será seguir tus pasos, o por lo menos intentar hacerlo, aún sabiendo que no te alcanzaremos. Así nos dejaste, Gran Cardenal, quedarás por siempre entre nosotros, con el “Bulldog” más triste de todos. Te vas yendo en un canto que llega hasta tu Raco y te deja a la par de los que te esperan en nuestro Barrio Sarmiento del cielo. Ellos te van a recibir y también te agradecerán ese temple y ese fuego sagrado que quedó para abrigarnos. Porque siempre serás tan Cardenal.

Alejandro Bellomio

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