Por Leo Noli
02 Febrero 2015
PIERNA AL AIRE. Becica y Garnier intenta hacerse de un balón que por momentos pareció enjabonado y sin dueño. la gaceta / foto de franco vera
Un centro esquinado bien ejecutado derivó en el paso previo al salvataje de Atlético. El partido, entrado ya en su curva descendente, no entregaba demasiadas acciones, amén de que los chicos de San Martín le hacían frente a un Atlético completo con refuerzos incluidos, pero sin picante. Lo del dueño de casa, en el round I de la copa de verano, rozó lo ineficiente.
Apenas un par de movimientos bien aceitados y no más de media docena de pases quirúrgicos. Atlético, salvedad aparte del penal que no le cobró el juez -de Albaro Jiménez a Luis Rodríguez sobre el cierre del primer tiempo-, no era digno de hacer la diferencia en la cancha. Por nombres, estado físico y futbolístico debió imponer respeto. Incluso, cuando hilvanó buenos movimientos dio la impresión de que sus hombres de arriba sobraron el partido.
Buscaron el lujo constante cuando lo aconsejable era romperle la red a Juan Carrera quien, hasta esa zambullida salvadora de Rodrigo Mieres, le había ahogado el grito a a Leandro González, “Pulguita” y Fernando Evangelista. Quizás Atlético confundió el camino del “tiki-tiki” con el de la precisión. Buscar un taco cuando había tiempo para girar con la cabeza levantada fue un error.
También de que el equipo quede demasiado ancho y largo, además de que Francisco Grahl estuvo lejos de convertirse en el armador que necesita el “Decano”. Puede que la función de doble cinco, pese a sus ganas y despliegue, le quite demasiado aire.
San Martín, con poquito, hizo bastante bien los deberes, se le abroqueló atrás y buscó romper las bandas con centros a media altura de un Becica cuya magia duró hasta poquito más de los 30’ iniciales. Después, flojito.
Y así, con uno que se cerraba bien y se paraba de contra sin sacarle provecho a la situación, se llevó la sortija quien continuó empujando. Mal, pero empujando al fin. La pelota parada y el cabezazo al primer palo de Mieres fue el oasis que encontró Atlético durante una actuación de floja para abajo.
Apenas un par de movimientos bien aceitados y no más de media docena de pases quirúrgicos. Atlético, salvedad aparte del penal que no le cobró el juez -de Albaro Jiménez a Luis Rodríguez sobre el cierre del primer tiempo-, no era digno de hacer la diferencia en la cancha. Por nombres, estado físico y futbolístico debió imponer respeto. Incluso, cuando hilvanó buenos movimientos dio la impresión de que sus hombres de arriba sobraron el partido.
Buscaron el lujo constante cuando lo aconsejable era romperle la red a Juan Carrera quien, hasta esa zambullida salvadora de Rodrigo Mieres, le había ahogado el grito a a Leandro González, “Pulguita” y Fernando Evangelista. Quizás Atlético confundió el camino del “tiki-tiki” con el de la precisión. Buscar un taco cuando había tiempo para girar con la cabeza levantada fue un error.
También de que el equipo quede demasiado ancho y largo, además de que Francisco Grahl estuvo lejos de convertirse en el armador que necesita el “Decano”. Puede que la función de doble cinco, pese a sus ganas y despliegue, le quite demasiado aire.
San Martín, con poquito, hizo bastante bien los deberes, se le abroqueló atrás y buscó romper las bandas con centros a media altura de un Becica cuya magia duró hasta poquito más de los 30’ iniciales. Después, flojito.
Y así, con uno que se cerraba bien y se paraba de contra sin sacarle provecho a la situación, se llevó la sortija quien continuó empujando. Mal, pero empujando al fin. La pelota parada y el cabezazo al primer palo de Mieres fue el oasis que encontró Atlético durante una actuación de floja para abajo.
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