Por Juan Manuel Asis
01 Febrero 2015
Hasta el 10 de febrero, en la nómina del consejo provincial del PJ local convivirán alperovichistas, amayistas y massistas. Después se verá. Es que ese día, a las 10, vence el plazo de presentación de listas para competir en la interna partidaria del justicialismo. Hoy por hoy, amayistas y massistas están afuera, aunque a los primeros el Gobierno les tiró una invitación para compartir espacios, que más que convite se asemeja a un anzuelo con contraindicaciones. Aquí, lo que hay que entender es que no sólo están en juego las estructuras partidarias, sino los posicionamientos con vista a los comicios provinciales de agosto y a las elecciones nacionales de octubre, previas primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO). Que esta última votación se lleve a cabo semanas antes que la provincial, en agosto, es un dato que debe tenerse en cuenta a los fines de entender las conductas políticas de la dirigencia.
El año pasado, a través de su ministro de Seguridad, Jorge Gassenbauer, Alperovich le transmitió a Amaya la invitación para que siga formando parte del consejo partidario, el que integra como vicepresidente, junto con su principal escudero, Germán Alfaro. Esta semana, públicamente, el mandatario reiteró el planteo de unidad al intendente, aunque cerrando la posibilidad de que las negociaciones incluyan aspectos vinculados a candidaturas para las otras elecciones de este año. La bendición del jefe del Ejecutivo a su ministro de Salud, Pablo Yedlin, como candidato a intendente por la Capital es una traba para cualquier tratativa que incluya el puesto de jefe municipal. Máxime cuando en la propia Casa de Gobierno manejan encuestas que dicen que Alfaro le saca ventaja a Yedlin en la pelea por ese puesto. Falta mucho para las definiciones, pero es un gesto que no se puede dejar de lado. Es un mensaje claro que tapona la apertura de negociaciones, porque el amayismo -a no dudarlo- intentará poner en la mesa de discusión no sólo la interna partidaria, sino el resto del año electoral. Es política básica. Pero, si desde el vamos Alperovich dice que no, a mal puerto va la propuesta de consenso para el peronismo provincial. “Nos quieren enamorar con nada”, reflexionó elegantemente un amayista sobre la oferta del PE.
¿Que dicen en el palacio gubernamental para justificar la invitación a la unidad a Amaya? Que existe un criterio de apertura en el oficialismo, de necesidad de consenso para mostrar que el peronismo está unido, y que así llegará a los comicios restantes bajo la conducción de Beatriz Rojkés. La condición expresa es que el alperovichismo debe mantener la mayoría en todas las estructuras partidarias, especialmente consejo y congreso, para seguir gobernando el PJ tranquilamente, con quórum propio. “No se quiere herir, ni victimizar a nadie”, deslizó un hombre de la Casa de Gobierno.
Sin embargo, la invitación conlleva una impronta: obligar a que el intendente tome una definición que puede influir en todos los otros procesos electorales posteriores. Porque, si Amaya no se aparta del consejo partidario implicará aceptar que sigue perteneciendo a las filas alperovichistas; sin márgenes para mostrar que por lo menos es algo distinto. Quedará marcado para el resto de la ciudadanía, cuando viene tratando de mostrarse diferente para captar a los peronistas descontentos y a los independientes opositores al alperovichismo. “Es la primera gran definición que deberá tomar Amaya”, deslizan con alguna ironía desde el Ejecutivo.
¿Habrá nuevas charlas entre las partes? Gassenbauer es el interlocutor ante el intendente de una mesa chica integrada, además, por Alperovich, Manzur y Jaldo. Hasta el 10 faltan varios días, seguramente habrá diálogos de los que muchos van a estar pendientes, especialmente la primera dama, el ministro de Salud de la Nación y el ministro del Interior, porque sea cual sea el final de las charlas, puede influir en las candidaturas y promover posibles reacomodamientos. En el gabinete admiten que es importante contar con el intendente en las filas propias, dentro del peronismo y no fuera. “El ‘Colorao’ es un referente”, se sinceró un funcionario. El mismo que así como reconoció los méritos políticos del jefe capitalismo, destacó que el gobernador le está diciendo “no te corro”. Es verdad, no lo corre, pero lo empuja a una decisión que tendrá sus implicancias. Lo apuran; para que se quede -sin que pueda decir soy otra cosa distinta al alperovichismo- o para que se vaya y finalmente pelee la gobernación por fuera del justicialismo provincial.
Después de los dichos y condicionamientos puestos por el gobernador al posible diálogo entre las partes, es más probable que Amaya decida jugar por fuera antes que aceptar las limitaciones para negociar que impone el Gobierno. Amaya quiere suceder a Alperovich, pero qué garantías tiene el intendente de que el gobernador decidirá sacar a Manzur del primer lugar de la fórmula que comparte con Jaldo. El jefe del Ejecutivo admitió que no quiere saber nada con discutir algo que tenga que ver con la elección provincial. No quiere el combo, sino ir paso a paso, algo que el amayismo no acepta, pues su posición es la de exigir negociaciones ampliadas; discutir todo. Entre uno que quiere una unidad limitada y otro que pretende un consenso ampliado hay una distancia que dificulta un arreglo a corto o a largo plazo.
Pese a ello, las especulaciones alrededor de estas tratativas son innumerables dentro del peronismo como que Amaya reemplace a Manzur o que se abran chances para que Beatriz Rojkés integre la fórmula provincial con alguno de los tres. Sin embargo la dupla Manzur-Jaldo está tranquila. Entienden que no haya aun bendición porque tampoco hay definiciones de los opositores sobre las fórmulas. Para los rojkesistas las chances de la primera dama aún no están cerradas. Plantean, como ejemplo, que generalmente el gobernador fue siempre el presidente del PJ; algo que con Alperovich quedó en el olvido.
En este grupo entienden que la senadora va a ocupar un lugar preponderante en los espacios de poder futuro, porque es la que garantiza la continuidad del alperovichismo en el poder. Algunos la imaginan como vice para seguir de cerca a Manzur. Aunque el “manzurismo” aún es inexistente, lo puede ser a posteriori de la asunción y llegar a constituirse en un peligro para Alperovich. Baste recordar lo que le sucedió a Julio Miranda cuando el mandatario lo sucedió en 2003: lo despojó de todo poder, incluso hasta del PJ en 2007. Algunos peronistas veteranos entienden que el 29 de octubre se inicia otra etapa política y que hasta allí llegará el alperovichismo, porque no ven vocación de conductor en Alperovich. Sería raro en virtud de que le espera una banca de senador y de que, además, será el que elegirá a todos los candidatos provinciales y nacionales. Y de que tendrá a su esposa en la Legislatura ocupando -si llega postulándose por la sección oeste, como se comenta en el peronismo- la presidencia subrogante. La impresión que tienen varios es que el gobernador ejercerá el poder que tiene hasta el último día de su gestión y que después mirará qué pasa con los que lo sigan, si es que el oficialismo retiene la gobernación. Poco para alguien que ocupó la primera magistratura durante los últimos 12 años. Algo envidiable para cualquiera que se precie de político.
¿Qué dicen en el amayismo? Básicamente, que los invitan sin seducirlos con nada; que se trata de una jugarreta simbólica. En este sector estiman que el PJ es una especie de ONG donde no se discute política hace tiempo. “Quieren cerrar ya cuando no hay un calendario electoral provincial”, apuntan. El amayismo, como se dijo, quiere una negociación ampliada; pretensión que choca -como se vio- con la posición de Alperovich que reduce las tratativas al PJ. En fin, unos presionan, los otros exigen, unos quieren mostrar a los otros yéndose del PJ, los otros que los están corriendo del partido. Algunos naipes están sobre la mesa, otros están por jugarse.
Pero, en esta partida hay terceros e discordia: los massistas que están aún en la cúpula del PJ. De seguro, no van a estar en la lista oficialista. Ellos han adoptado la posición política de jugar por fuera del peronismo, por lo tanto no pueden estar en su estructura. “No nos gusta la conducción del PJ, hace un año y medio que estamos en el Frente Renovador porque estamos convencidos que ambos modelos -kirchnerismo y alperovichismo- están agotados; hay que rectificar muchas cosas”, dijo Gerónimo Vargas Aignasse, quien mañana mostrará cartelería diciendo “Cano gobernador-Vargas Aignasse, intendente”.
El año pasado, a través de su ministro de Seguridad, Jorge Gassenbauer, Alperovich le transmitió a Amaya la invitación para que siga formando parte del consejo partidario, el que integra como vicepresidente, junto con su principal escudero, Germán Alfaro. Esta semana, públicamente, el mandatario reiteró el planteo de unidad al intendente, aunque cerrando la posibilidad de que las negociaciones incluyan aspectos vinculados a candidaturas para las otras elecciones de este año. La bendición del jefe del Ejecutivo a su ministro de Salud, Pablo Yedlin, como candidato a intendente por la Capital es una traba para cualquier tratativa que incluya el puesto de jefe municipal. Máxime cuando en la propia Casa de Gobierno manejan encuestas que dicen que Alfaro le saca ventaja a Yedlin en la pelea por ese puesto. Falta mucho para las definiciones, pero es un gesto que no se puede dejar de lado. Es un mensaje claro que tapona la apertura de negociaciones, porque el amayismo -a no dudarlo- intentará poner en la mesa de discusión no sólo la interna partidaria, sino el resto del año electoral. Es política básica. Pero, si desde el vamos Alperovich dice que no, a mal puerto va la propuesta de consenso para el peronismo provincial. “Nos quieren enamorar con nada”, reflexionó elegantemente un amayista sobre la oferta del PE.
¿Que dicen en el palacio gubernamental para justificar la invitación a la unidad a Amaya? Que existe un criterio de apertura en el oficialismo, de necesidad de consenso para mostrar que el peronismo está unido, y que así llegará a los comicios restantes bajo la conducción de Beatriz Rojkés. La condición expresa es que el alperovichismo debe mantener la mayoría en todas las estructuras partidarias, especialmente consejo y congreso, para seguir gobernando el PJ tranquilamente, con quórum propio. “No se quiere herir, ni victimizar a nadie”, deslizó un hombre de la Casa de Gobierno.
Sin embargo, la invitación conlleva una impronta: obligar a que el intendente tome una definición que puede influir en todos los otros procesos electorales posteriores. Porque, si Amaya no se aparta del consejo partidario implicará aceptar que sigue perteneciendo a las filas alperovichistas; sin márgenes para mostrar que por lo menos es algo distinto. Quedará marcado para el resto de la ciudadanía, cuando viene tratando de mostrarse diferente para captar a los peronistas descontentos y a los independientes opositores al alperovichismo. “Es la primera gran definición que deberá tomar Amaya”, deslizan con alguna ironía desde el Ejecutivo.
¿Habrá nuevas charlas entre las partes? Gassenbauer es el interlocutor ante el intendente de una mesa chica integrada, además, por Alperovich, Manzur y Jaldo. Hasta el 10 faltan varios días, seguramente habrá diálogos de los que muchos van a estar pendientes, especialmente la primera dama, el ministro de Salud de la Nación y el ministro del Interior, porque sea cual sea el final de las charlas, puede influir en las candidaturas y promover posibles reacomodamientos. En el gabinete admiten que es importante contar con el intendente en las filas propias, dentro del peronismo y no fuera. “El ‘Colorao’ es un referente”, se sinceró un funcionario. El mismo que así como reconoció los méritos políticos del jefe capitalismo, destacó que el gobernador le está diciendo “no te corro”. Es verdad, no lo corre, pero lo empuja a una decisión que tendrá sus implicancias. Lo apuran; para que se quede -sin que pueda decir soy otra cosa distinta al alperovichismo- o para que se vaya y finalmente pelee la gobernación por fuera del justicialismo provincial.
Después de los dichos y condicionamientos puestos por el gobernador al posible diálogo entre las partes, es más probable que Amaya decida jugar por fuera antes que aceptar las limitaciones para negociar que impone el Gobierno. Amaya quiere suceder a Alperovich, pero qué garantías tiene el intendente de que el gobernador decidirá sacar a Manzur del primer lugar de la fórmula que comparte con Jaldo. El jefe del Ejecutivo admitió que no quiere saber nada con discutir algo que tenga que ver con la elección provincial. No quiere el combo, sino ir paso a paso, algo que el amayismo no acepta, pues su posición es la de exigir negociaciones ampliadas; discutir todo. Entre uno que quiere una unidad limitada y otro que pretende un consenso ampliado hay una distancia que dificulta un arreglo a corto o a largo plazo.
Pese a ello, las especulaciones alrededor de estas tratativas son innumerables dentro del peronismo como que Amaya reemplace a Manzur o que se abran chances para que Beatriz Rojkés integre la fórmula provincial con alguno de los tres. Sin embargo la dupla Manzur-Jaldo está tranquila. Entienden que no haya aun bendición porque tampoco hay definiciones de los opositores sobre las fórmulas. Para los rojkesistas las chances de la primera dama aún no están cerradas. Plantean, como ejemplo, que generalmente el gobernador fue siempre el presidente del PJ; algo que con Alperovich quedó en el olvido.
En este grupo entienden que la senadora va a ocupar un lugar preponderante en los espacios de poder futuro, porque es la que garantiza la continuidad del alperovichismo en el poder. Algunos la imaginan como vice para seguir de cerca a Manzur. Aunque el “manzurismo” aún es inexistente, lo puede ser a posteriori de la asunción y llegar a constituirse en un peligro para Alperovich. Baste recordar lo que le sucedió a Julio Miranda cuando el mandatario lo sucedió en 2003: lo despojó de todo poder, incluso hasta del PJ en 2007. Algunos peronistas veteranos entienden que el 29 de octubre se inicia otra etapa política y que hasta allí llegará el alperovichismo, porque no ven vocación de conductor en Alperovich. Sería raro en virtud de que le espera una banca de senador y de que, además, será el que elegirá a todos los candidatos provinciales y nacionales. Y de que tendrá a su esposa en la Legislatura ocupando -si llega postulándose por la sección oeste, como se comenta en el peronismo- la presidencia subrogante. La impresión que tienen varios es que el gobernador ejercerá el poder que tiene hasta el último día de su gestión y que después mirará qué pasa con los que lo sigan, si es que el oficialismo retiene la gobernación. Poco para alguien que ocupó la primera magistratura durante los últimos 12 años. Algo envidiable para cualquiera que se precie de político.
¿Qué dicen en el amayismo? Básicamente, que los invitan sin seducirlos con nada; que se trata de una jugarreta simbólica. En este sector estiman que el PJ es una especie de ONG donde no se discute política hace tiempo. “Quieren cerrar ya cuando no hay un calendario electoral provincial”, apuntan. El amayismo, como se dijo, quiere una negociación ampliada; pretensión que choca -como se vio- con la posición de Alperovich que reduce las tratativas al PJ. En fin, unos presionan, los otros exigen, unos quieren mostrar a los otros yéndose del PJ, los otros que los están corriendo del partido. Algunos naipes están sobre la mesa, otros están por jugarse.
Pero, en esta partida hay terceros e discordia: los massistas que están aún en la cúpula del PJ. De seguro, no van a estar en la lista oficialista. Ellos han adoptado la posición política de jugar por fuera del peronismo, por lo tanto no pueden estar en su estructura. “No nos gusta la conducción del PJ, hace un año y medio que estamos en el Frente Renovador porque estamos convencidos que ambos modelos -kirchnerismo y alperovichismo- están agotados; hay que rectificar muchas cosas”, dijo Gerónimo Vargas Aignasse, quien mañana mostrará cartelería diciendo “Cano gobernador-Vargas Aignasse, intendente”.
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