30 Enero 2015
PADRE E HIJA. Gustavo Yankelevich y Romina Yan
BUENOS AIRES.- El fallecimiento de Romina Yan golpeó fuerte en el corazón de miles de argentinos que querían y admiraban a la actriz. Sus padres, Gustavo Yankelevich y Cris Morena, atravesaron el duro momento fortalecidos por el cariño del público.
En una reciente entrevista, el productor televisivo relató una extraña experiencia a la que definió como una señal de su hija. “Estaba en el auto yendo a comer con mi mujer y llovía. De repente me puse a llorar, porque de todas las gotitas que había en el parabrisas, se formó una y bajó. Vi esa gota y sentí una cosa muy especial. Sentí una felicidad enorme, que Romina estaba, que era ella. Lloraba y me reía y le dije a Rosella: 'debés pensar que estoy loco' pero la sentí a ella”.
En su relato continuó diciendo que “al día siguiente fui a terapia y le conté el episodio a mi psicóloga. Ella tiene un mueble detrás suyo, lleno de libros y carpetas. Me dio una carpeta y me mostró unos dibujos de Romina. Eran diez gotas de agua. En mi vida supe que ella dibujaba gotas de agua. No la lluvia sobre un paraguas o algo por el estilo. Gotas. Distintas gotas. Cuando me lo dijo casi me muero. Yo la sentí”.
Por último, destacó que “ahí tengo la historia de Romina, sueño algo, lo hablo y lo podemos relacionar a ella. El sueño fue lo primero, después encontré una ayuda espiritual. No de la religión, sino de fe en que la vida es eterna, que acá es una etapa y que de acá volvemos de donde vinimos”.
En una reciente entrevista, el productor televisivo relató una extraña experiencia a la que definió como una señal de su hija. “Estaba en el auto yendo a comer con mi mujer y llovía. De repente me puse a llorar, porque de todas las gotitas que había en el parabrisas, se formó una y bajó. Vi esa gota y sentí una cosa muy especial. Sentí una felicidad enorme, que Romina estaba, que era ella. Lloraba y me reía y le dije a Rosella: 'debés pensar que estoy loco' pero la sentí a ella”.
En su relato continuó diciendo que “al día siguiente fui a terapia y le conté el episodio a mi psicóloga. Ella tiene un mueble detrás suyo, lleno de libros y carpetas. Me dio una carpeta y me mostró unos dibujos de Romina. Eran diez gotas de agua. En mi vida supe que ella dibujaba gotas de agua. No la lluvia sobre un paraguas o algo por el estilo. Gotas. Distintas gotas. Cuando me lo dijo casi me muero. Yo la sentí”.
Por último, destacó que “ahí tengo la historia de Romina, sueño algo, lo hablo y lo podemos relacionar a ella. El sueño fue lo primero, después encontré una ayuda espiritual. No de la religión, sino de fe en que la vida es eterna, que acá es una etapa y que de acá volvemos de donde vinimos”.
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