Por LA GACETA
30 Enero 2015
Ha ganado notable protagonismo en los últimos años. Negativo, por cierto. No se sabe cuándo ni dónde se va a presentar. La inseguridad está presente en la vida cotidiana de los tucumanos. La franja de víctimas es amplia, va desde adolescentes hasta ancianos, que en la calle han sido blanco de motoarrebatadores. Pero también los amigos de lo ajeno arremeten contra escuelas -algunas ubicadas a metros o al lado de las comisarías-, parroquias, las instituciones relacionadas con la salud.
En nuestra edición de ayer informamos que en esta semana ocurrieron robos en los Centros de Asistencia Primaria de Salud (CAPS) de Villa Fiad, en Leales, y en San Andrés. Estos hechos han provocado la indignación de los profesionales que se niegan a trabajar en esos lugares porque no cuentan con seguridad para hacerlo. Según denunció la titular del Sindicato de Trabajadores Autoconvocados de la Salud (Sitas), en ambos casos los empleados fueron amenazados con armas de fuego.
En la primera de las localidades, un sujeto pidió que lo atendieran. Se hallaba en ese momento la enfermera, razón por la cual su esposo la había acompañado para que no estuviera sola durante la guardia. El ladrón le dijo que se sentía mal y cuando la enfermera le tomó la presión efectivamente este joven tenía la presión alta. Por eso ella le dijo que se quedara para poder controlarlo. El delincuente aprovechó que la enfermera salió un instante para sacar un arma con la que intimó al matrimonio, le robó los celulares y escapar. “La enfermera estaba sola porque el médico de guardia está de licencia y, como no se envían reemplazantes, ella era la única empleada. Desde hace dos años que venimos pidiendo que haya policías en los CAPS porque los trabajadores quedan expuestos ante cualquier caso de inseguridad. Incluso al año pasado nos reunimos con el ministro de Salud y el secretario de Seguridad que se habían comprometido a resolver esta situación”, dijo la gremialista de Sitas. La responsable del área de Leales del Siprosa ordenó que el CAPS de Villa Fiad se cerrara y formuló la denuncia en la Policía. Por otro lado, el lunes, alrededor de las 7.30, un individuo armado con una pistola ingresó al CAPS de San Andrés y les robó las pertenencias a las personas que aguardaban para sacar turno y a los empleados administrativos. “En ese robo, el asaltante agarró del cuello a una de las empleadas y la usó como rehén para cometer el asalto. Después se escapó en una moto roja en la que lo esperaba un cómplice”, dijo la sindicalista.
Hace unas décadas, era inimaginable que un anciano podía ser asaltado en la vía pública o que a un chico lo golpearían para quitarle una mochila o las zapatillas. Si bien había robos, estos se producían, por lo general, en la periferia y la corruptela en el poder era menos frecuente. En este sentido, los tiempos cambiaron para mal. Los ciudadanos se quejan constantemente por la desprotección.
Parece a todas luces lamentable que un ciudadano vaya a hacerse atender a un CAPS y termine siendo asaltado juntos con los enfermeros y los médicos. Estos hechos ponen en evidencia la ineficacia de los intentos del gobierno para combatir la delincuencia. El delito no solo se combate con las fuerzas de seguridad, planes de prevención y mapas con zonas rojas, sino también con educación, con la generación de fuentes de trabajo dignas y con una política de Estado que surja del seno de la sociedad.
En nuestra edición de ayer informamos que en esta semana ocurrieron robos en los Centros de Asistencia Primaria de Salud (CAPS) de Villa Fiad, en Leales, y en San Andrés. Estos hechos han provocado la indignación de los profesionales que se niegan a trabajar en esos lugares porque no cuentan con seguridad para hacerlo. Según denunció la titular del Sindicato de Trabajadores Autoconvocados de la Salud (Sitas), en ambos casos los empleados fueron amenazados con armas de fuego.
En la primera de las localidades, un sujeto pidió que lo atendieran. Se hallaba en ese momento la enfermera, razón por la cual su esposo la había acompañado para que no estuviera sola durante la guardia. El ladrón le dijo que se sentía mal y cuando la enfermera le tomó la presión efectivamente este joven tenía la presión alta. Por eso ella le dijo que se quedara para poder controlarlo. El delincuente aprovechó que la enfermera salió un instante para sacar un arma con la que intimó al matrimonio, le robó los celulares y escapar. “La enfermera estaba sola porque el médico de guardia está de licencia y, como no se envían reemplazantes, ella era la única empleada. Desde hace dos años que venimos pidiendo que haya policías en los CAPS porque los trabajadores quedan expuestos ante cualquier caso de inseguridad. Incluso al año pasado nos reunimos con el ministro de Salud y el secretario de Seguridad que se habían comprometido a resolver esta situación”, dijo la gremialista de Sitas. La responsable del área de Leales del Siprosa ordenó que el CAPS de Villa Fiad se cerrara y formuló la denuncia en la Policía. Por otro lado, el lunes, alrededor de las 7.30, un individuo armado con una pistola ingresó al CAPS de San Andrés y les robó las pertenencias a las personas que aguardaban para sacar turno y a los empleados administrativos. “En ese robo, el asaltante agarró del cuello a una de las empleadas y la usó como rehén para cometer el asalto. Después se escapó en una moto roja en la que lo esperaba un cómplice”, dijo la sindicalista.
Hace unas décadas, era inimaginable que un anciano podía ser asaltado en la vía pública o que a un chico lo golpearían para quitarle una mochila o las zapatillas. Si bien había robos, estos se producían, por lo general, en la periferia y la corruptela en el poder era menos frecuente. En este sentido, los tiempos cambiaron para mal. Los ciudadanos se quejan constantemente por la desprotección.
Parece a todas luces lamentable que un ciudadano vaya a hacerse atender a un CAPS y termine siendo asaltado juntos con los enfermeros y los médicos. Estos hechos ponen en evidencia la ineficacia de los intentos del gobierno para combatir la delincuencia. El delito no solo se combate con las fuerzas de seguridad, planes de prevención y mapas con zonas rojas, sino también con educación, con la generación de fuentes de trabajo dignas y con una política de Estado que surja del seno de la sociedad.
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