28 Enero 2015
FESTEJO SUDAMERICANO. Neymar y Messi, artífices de la victoria de Barcelona, celebran el primer gol anotado por el Brasileño. REUTERS
MADRID, España.- El gol de Fernando Torres antes del primer minuto de juego presagiaba una noche de pesadilla para el Barcelona, pero el partido en el Vicente Calderón resultó todo lo contrario para el equipo dirigido por Luis Enrique.
Liderado por sus tridente ofensivo, el conjunto azulgrana consagró hoy en Madrid, en un partido grande, con un pase a semifinales de Copa del Rey en juego y ante un rival temible como el Atlético, el cambio de piel que le ha llevado a orillar el fútbol de posesión en favor de la verticalidad y el contragolpe.
La victoria por 3-2 en el Vicente Calderón no sólo confirma que el equipo superó la crisis que estuvo a punto de tumbar al entrenador a principios de enero, sino que prácticamente entierra el estilo de juego que definió a los azulgrana durante la última década.
La ventaja de 1-0 de la ida se esfumó antes del primer minuto con el gol de Torres, pero el Barcelona no se descompuso y mantuvo su plan, consciente de que el Atlético insistiría en la presión adelantada en el primer cuarto de hora.
El empate llegó en el minuto 9, en una triangulación que fue una metáfora del nuevo estilo abrazado por los catalanes. Lionel Messi desbordó en el centro del campo, lanzó en largo para Luis Suárez y el uruguayo asistió para la incorporación en velocidad del brasileño Neymar, que definió con calma en el mano a mano con el arquero.
Una jugada directa y letal que define a la perfección la apuesta de Luis Enrique. No importa que Suárez no marque los goles que hacía en Inglaterra. Con Neymar y Messi, le basta al Barcelona. El uruguayo puede limitarse a abrir espacios y combinar con sus compañeros de ataque, con los que forma ya una sociedad vertiginosa.
El centro del campo, el lugar donde se gestaba todo el juego azulgrana en la gloriosa época de Josep Guardiola, ha perdido relevancia, dedicado principalmente a tareas defensivas. Sus dos grandes referentes, Andrés Iniesta y Xavi Hernández, tienen cada vez menos influencia.
Iniesta fue hoy capitán en Madrid, pero su papel fue secundario ante un Ivan Rakitic cada vez más preeminente. Xavi estuvo siempre en el banquillo.
El 3-2 marcado por Neymar poco antes del descanso terminó con el partido. La expulsión de Gabi en el descanso, por una trifulca entre jugadores, acabó con toda posibilidad de reacción.
En la segunda parte, el Barcelona se dedicó a controlar las acciones. Sabía que había logrado una victoria de prestigio, de las que afianzan una idea sobre la que aspirar a logros mayores. (DPA)
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