28 Enero 2015
SANTIAGO DE CHILE.- La presidenta chilena, Michelle Bachelet, está hoy más cerca de cerrar el mayor ciclo de reformas políticas y sociales en su país desde el retorno a la democracia en 1990, en lo que algunos de sus partidarios consideran cambios históricos al modelo económico e institucional heredado de la dictadura militar.
“La derecha se fue de paliza”, resumió el presidente del Partido por la Democracia, el senador Jaime Quintana, después de que el Congreso aprobara la reforma educacional, demanda que instigó las miles de protestas ciudadanas que estallaron en 2011.
Desde ahora, las fundaciones y corporaciones que ofrecen educación escolar financiada con fondos públicos no podrán lucrarse con esos recursos ni exigir a los padres pagos mensuales de hasta cien euros (U$S 112) como ocurre actualmente.
Tampoco ningún colegio público podrá seleccionar arbitrariamente a sus alumnos, como sucede hoy, aunque la ley reservó una cierta discrecionalidad en los llamados liceos de excelencia o artísticos.
Los cambios acordados en las últimas semanas en distintos frentes representan un nuevo equilibrio en lo político y social, que se expresará paulatinamente, en especial desde los comicios legislativos y presidenciales de 2017, cuando opere por primera vez el también nuevo sistema electoral.
Para entonces, Chile tendrá por primera vez en democracia comicios regidos por un sistema proporcional moderado, dejando atrás el modelo binominal impuesto por Augusto Pinochet, por el que la derecha tuvo durante décadas una mayor representación.
La pregunta que muchos ponen sobre la mesa es si esos nuevos equilibrios políticos traerán o no más transformaciones a un modelo de desarrollo neoliberal en el que hasta ahora todos los derechos sociales son proporcionados por empresas privadas, en distinto margen.
“Están abusando de una mayoría circunstancial”, lamentó el diputado opositor Felipe Kast, cuyo padre fue uno de los fundadores del modelo económico actual. “Se están haciendo un traje a la medida”, añadió el senador Hernán Larraín, de la conservadora Unión Demócrata Independiente.
En menos de un año de gobierno, los cambios incluyen una reforma tributaria, que permitió elevar en U$S 8.000 millones la recaudación fiscal, y las mencionada reformas educacional y electoral, además de la aprobación de las uniones civiles de homosexuales.
Quedan aún por aprobar la legalización del aborto, una reforma laboral que fortalece el poder de negociación de los sindicatos y el cambio de la Constitución de 1980.
“La derecha se fue de paliza”, resumió el presidente del Partido por la Democracia, el senador Jaime Quintana, después de que el Congreso aprobara la reforma educacional, demanda que instigó las miles de protestas ciudadanas que estallaron en 2011.
Desde ahora, las fundaciones y corporaciones que ofrecen educación escolar financiada con fondos públicos no podrán lucrarse con esos recursos ni exigir a los padres pagos mensuales de hasta cien euros (U$S 112) como ocurre actualmente.
Tampoco ningún colegio público podrá seleccionar arbitrariamente a sus alumnos, como sucede hoy, aunque la ley reservó una cierta discrecionalidad en los llamados liceos de excelencia o artísticos.
Los cambios acordados en las últimas semanas en distintos frentes representan un nuevo equilibrio en lo político y social, que se expresará paulatinamente, en especial desde los comicios legislativos y presidenciales de 2017, cuando opere por primera vez el también nuevo sistema electoral.
Para entonces, Chile tendrá por primera vez en democracia comicios regidos por un sistema proporcional moderado, dejando atrás el modelo binominal impuesto por Augusto Pinochet, por el que la derecha tuvo durante décadas una mayor representación.
La pregunta que muchos ponen sobre la mesa es si esos nuevos equilibrios políticos traerán o no más transformaciones a un modelo de desarrollo neoliberal en el que hasta ahora todos los derechos sociales son proporcionados por empresas privadas, en distinto margen.
“Están abusando de una mayoría circunstancial”, lamentó el diputado opositor Felipe Kast, cuyo padre fue uno de los fundadores del modelo económico actual. “Se están haciendo un traje a la medida”, añadió el senador Hernán Larraín, de la conservadora Unión Demócrata Independiente.
En menos de un año de gobierno, los cambios incluyen una reforma tributaria, que permitió elevar en U$S 8.000 millones la recaudación fiscal, y las mencionada reformas educacional y electoral, además de la aprobación de las uniones civiles de homosexuales.
Quedan aún por aprobar la legalización del aborto, una reforma laboral que fortalece el poder de negociación de los sindicatos y el cambio de la Constitución de 1980.