Patrimonio vapuleado

Patrimonio vapuleado

Jorgelina García Ascárate - Arqueóloga.

28 Enero 2015
Son numerosos los esfuerzos realizados por distintos sectores de la comunidad para lograr la gestión del patrimonio arqueológico en nuestra provincia, principalmente desde el contexto científico y administrativo; sin embargo no son suficientes cuando observamos escenas como la instalación de puestos de venta y parques de diversiones al interior de la Reserva Arqueológica de El Mollar. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿en qué fallamos con la intención de preservar este patrimonio? Surge la idea de la falta de vinculación entre ese pasado materializado y el presente. Los objetos del pasado que valoramos como patrimonio cultural, son buenos transmisores de mensajes que otros hombres y mujeres que ya no están nos dejaron; permiten que conozcamos formas culturales anteriores y son los únicos elementos con que contamos para narrar nuestra historia.

Y resulta que el valle de Tafí cuenta con un patrimonio arqueológico excepcional: estos monolitos-huancas realizados en rocas del lugar, demandaron un esfuerzo insondable para su acarreo, para la utilización de técnicas específicas que les permitieron concretar sus ideas sobre las piedras, materia que para los andinos es trascendente en si misma, porque conserva y da continuidad a la memoria. 

Estas piedras fueron concebidas para perdurar en el tiempo. La falta de respeto por este patrimonio, la banalización de lo que se vende bajo la forma de “artesanías” y la urgente necesidad de obtener recursos económicos de donde sea ponen en riesgo este y otros valiosos elementos patrimoniales del valle.  

¿Hasta cuándo seguirá siendo vapuleado nuestro patrimonio, por ignorancia, falta de valoración, desidia? 

Pensar que otros países, que tienen plena conciencia de la importancia de su pasado, invierten sumas considerables en protegerlo, mantenerlo para las generaciones futuras y difundirlo para su disfrute. Se necesita aún un trabajo sostenido de gestión cultural para que se incorpore este patrimonio como una herencia que hemos recibido, como transmisores de mensajes culturales que tenemos la obligación de valorar y proteger para el futuro.



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