Perplejidad e indignación produjo lo que sucede con el Parque de los Menhires. Pero también espacio para la reflexión y el debate, para que la verdad salga a la luz y cada cual asuma sus responsabilidades; de lo contrario, el cambio sería imposible.
Las reacciones a la información de que se ha ocupado ilegalmente parte del sitio arqueológico fueron bastante virulentas (ver “Lo que se dijo...”). Y que el delegado comunal de El Mollar, Jorge Cruz, haya reconocido que la ocupación del terreno es ilegal, pero él la autoriza igual porque necesita recaudar, hizo que algunas voces hayan llegado a exigir su renuncia. Incluso en Buenos Aires hubo expertos que reaccionaron (ver “Es un insulto...”).
“No les pasa nada”
Fue una de las frases de Cruz que generó reacciones menos viscerales, pero se desmiente con relativa sencillez. Se refería a la supuesta inocuidad de la feria para el “bienestar” de los menhires. Al respecto, la directora de Patrimonio de la Provincia, la arquitecta Mercedes Aguirre, destacó: “Cuando el personal del museo ya no está, después de las 19, la gente se cuela dentro del terreno y, por ejemplo, orina allí; también entran caballos... Los monolitos son muy sensibles, además; las vibraciones de las explosiones de cohetes o la música a altísimo volumen les hacen daño”, aseguró. Reconoció que este año no han sufrido hechos de vandalismo grave. “Pero hubo casos en que fueron atacados con pintura”, señaló.
Expulsa a los turistas
“Los funcionarios y la comunidad tenemos la extrema responsabilidad de proteger el patrimonio, especialmente el patrimonio arqueológico”, reconoció a LA GACETA el titular del Ente de Turismo de la Provincia, Bernardo Racedo Aragón, y aceptó que, desde el punto de vista turístico (el único del que aceptó hablar), lo que está pasando pone en estado de fragilidad el parque. “Especialmente cuando estamos peleando presupuesto para revalorizarlo”, añadió. “Muchas veces, en el afán de hacer cosas, los funcionarios pierden la objetividad y olvidan su deber de preservación”, señaló.
Prepotencia del poder
De las reacciones de los lectores, una de las más encendidas fue la de Carlos Duguech. “Ante la actitud asumida con ‘coraje’ por el delegado comunal Jorge Cruz, solo cabe que quien en él delega una función (por eso es ‘delegado’ y no, por ejemplo, intendente con prerrogativas derivadas de una norma municipal) tome cartas en el asunto”, reclama en un párrafo de la nota enviada a la Redacción.
Ayer, a lo largo del día, se fueron sumando las quejas de los tucumanos preocupados. La expectativa (y la esperanza) de que las autoridades reaccionen crece. Ojalá algo empiece a cambiar.
LO QUE SE DIJO EN LAS REDES
Julio Middagh (Facebook).- “Veremos qué dicen las autoridades responsables. Todo tiene nombre y apellido. El que lo transgrede, el que lo permite, los que lo callan, los que explican lo que no se debe explicar... En la Comisión de Patrimonio se solicitaron, por ejemplo, multas varias a la Municipalidad de San Miguel de Tucumán. No cumplen, no aplican la ley vigente”.
Pepe_p (Lagaceta.com).- “Es terrorífica la explicación que intenta dar. Creo que ronda en la apología del delito. Con ese concepto, ante la necesidad salgamos a robar, matar, etc. Deberían inmediatamente quitarle el cargo.
Humild_opinion (Lagaceta.com).- “A río revuelto, ganancia del pescador (llámese delegado comunal).
Gerardo Campos (Lagaceta.com).- Ojalá este artículo sirva para que la falta de respeto por el patrimonio y por la ley deje de ser moneda corriente.
Mario Alberto Bravo Edet (Lagaceta.com).- “Con el mismo criterio, salga y robe una casa, total usted necesita dinero. Señor delegado: usted es un representante del pueblo; no sea un delincuente (...) No puede hacer usufructo de los bienes que no le pertenecen; es delito, aquí y en la China, por más justificado que usted crea que sea el fin.
Orlando Tulio Billone (Facebook).- “Tanto el caso de El Mollar, como el de la plaza de Amaicha, y las obras del parque Guillermina, han sido denunciadas por Cultura. En los tres casos, comunas y municipios hicieron caso omiso a la Justicia. En los casos de El Mollar y Amaicha, con la complicidad o el visto bueno de Jaldo, a cargo de la cartera (dicho en sus diferentes acepciones)”.