Los candidatos hacen de las suyas
A poco más de una semana de la muerte del fiscal Alberto Nisman, el país sigue conmovido y agitado; es el tema central de la Argentina por estas horas y lo seguirá siendo durante un tiempo más. Es el suceso más impactante de los últimos años del cristinismo y vino a afectar la imagen de la Nación en el mundo. Todavía es imposible analizar las eventuales consecuencias electorales del fallecimiento del fiscal que acusó a la Presidenta de encubrir a los responsables del atentado a la AMIA, pero sus bemoles traerá. Lo real es que en el ambiente político se instaló esta muerte como un elemento más para enfrentar a los principales protagonistas electorales de 2015. En un todos contra todos se pide esclarecimiento, se buscan culpables indirectos y se acusa al adversario de tratar de sacar provecho de una circunstancia lamentable. El kirchnerismo ve detrás de la muerte un intento por socavar al gobierno nacional, denuncia intentos golpistas y mete en la bolsa a algunos medios de prensa.

En el fondo, lo que trata es de fortalecerse políticamente a través de un férreo discurso en defensa de la jefa de Estado y de mostrar al peronismo unido en el momento más traumático de la gestión de Cristina. Cabe recordar que fue la propia mandataria la que descolocó en menos de 48 horas a sus seguidores al hablar primero de suicidio y luego hablar de un asesinato a través de las redes sociales. El giro de 180 grados que adoptó la Presidenta obligó al peronismo a tratar de levantar la mano y decir “aquí estamos” y a salir a dar la cara por su conductora, pese a sus idas y vueltas. El PJ teme que su supervivencia política se vea afectado por la muerte de Nisman y salió con “los tapones de punta”, con un duro documento. Sirvió para mostrar más que nada la foto; porque lo que se intentó es hacer ver que el peronismo -no el cristinismo o el kirchnerismo- está fuerte y unido en una misma causa, pese a las caras largas que se observaron mientras Landau leía la postura del partido.

Ayer Scioli, en un acto casi de temeridad frente al momento que se vive, salió a decir que se siente más cerca de la presidencia. Tal vez crea que es la hora de tomar distancia del cristinismo -que sale a desparramar acusaciones- y de reinstalarse como un candidato más del PJ. Seguro, las esquirlas le llegarán, como a todo el partido oficialista, que es el partido del Gobierno. Pero, mientras los otros funcionarios del gabinete siguen hablando de movimientos desestabilizadores, el bonaerense piensa en su futuro.

¿Y por Tucumán? El mundillo político no escapa a las referencias nacionales y al peso institucional que implica la muerte de un fiscal de la Nación. Sin embargo, por estos lares los candidatos se siguen moviendo. Los peronistas no ceden en sus acciones electorales. Por un lado, el secretario de Obras Públicas de la Nación, José López, desparrama papelitos promoviendo su postulación a la gobernación en todo el microcentro. La dupla Manzur-Jaldo sigue recorriendo el interior y la capital, en actos públicos, tratando de afianzarse electoralmente frente a los ojos del propio Alperovich, como si aún este no hubiera dado la bendición a nadie y todavía tuvieran que luchar para lograrlo. Y si hay dos aspirantes en el PJ a suceder al mandatario tucumano, lo menos que se puede esperar es que haya una interna para que se dirima un ganador. Pero, como en el PJ prefieren negociar antes que ir a una elección desgastante, hay que esperar que Alperovich tome una decisión final para calmar las aguas. En el fondo significa repartir los cargos de manera tal que todos queden contentos. Claro, sin confrontación de por medio, porque los heridos del PJ siempre suelen buscar otra sombra que los cobije.

En materia de “señales”, Amaya también hizo de las suyas. Frente a la presión que significaba la desaparición del Pacto Social, ya que ahora depende de la voluntad del PE para contar con recursos, el intendente firmó un decreto de necesidad y urgencia por el cual se permite a la Municipalidad pedir ayuda para atender sus deudas internas. Puede leerse que trata de buscar un salvavidas económico para no depender del PE; pero también cabe interpretar que desde el amayismo se le dijo al Ejecutivo que están dispuestos a seguir jugando el juego del tira y afloje hasta el final. En el peronismo la última palabra no se ha dicho.

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