Por Federico Diego van Mameren
18 Enero 2015
¿En qué se diferencia un político del peronismo respecto de uno del PRO? Los hombres y mujeres del PJ quieren el poder, están desesperados por ocupar un lugar en la conducción de la provincia y se desvelan por instalarse como referentes. En cambio, los dirigentes del PRO -antes que nada- no quieren. Dudan tanto que cuando se deciden, el poder ya lo tiene otro. Algo parecido ocurre con los radicales, aunque en menor medida.
Esta diferencia se acentúa en tiempos electorales. El alperovichismo, por ejemplo, tiene por lo menos tres opciones, de mínima, para armar la fórmula de candidatos a gobernador y vice para los comicios de este año. Los radicales no tienen ninguna fórmula, pero al menos hay un hombre que está instalado como candidato indiscutible a gobernador. El PRO no tiene nada. Hay quienes sugieren que el hombre que en estos días pasea por México podría postularse para conducir Tucumán. Manuel Avellaneda, mientras posa en el país azteca, tiene más dudas que certezas acerca de esa idea.
Si se traslada este esquema a cada municipio de la provincia, también se encontrará por lo menos dos candidatos a intendentes peronistas, uno -o medio- del radicalismo y ninguno -o medio- del PRO. Sus dirigentes confían en que Mauricio Macri, que sí quiere ser Presidente, lo arrastre todo como un gran vendaval. No debe ser fácil construir un candidato cuando el mismo hombre o mujer no está seguro de querer llegar a la meta.
Ese es el problema del PRO para crecer y para multiplicarse. Da la sensación que en Tucumán fuera sólo un proyecto político que sólo encuentra su lugar en su rol opositor. En Buenos Aires la cuestión es distinta, la competencia y las ambiciones ayudaron a que por lo menos haya dos candidatos a Jefe de Gobierno: Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta.
José Cano no es macrista pero muchas veces ha sembrado la duda de cuál es su verdadera ambición política. El conductor del Acuerdo Cívico y Social ya ha sido candidato a gobernador sin convicciones. No le fue mal porque se quedó con una banca de senador, pero no llegó al pedestal mayor. Y él estaba seguro de eso antes de que los tucumanos fueran a votar.
En esta oportunidad, las cosas parecen diferentes. Al menos las encuestas lo empujan a que no mire para atrás y se arrepienta. Para eso incluso la semana pasada anduvo por Buenos Aires cerrando un acuerdo con Poliarquía. Es un señal de que quiere más que otras veces. Ahora, tiene que trabajar para convencer a los demás de que esa es su convicción. Nada de esto le pasa al peronismo.
Domingo Amaya es una rara ave en este panorama. Él lleva en la sangre el ADN pejotista, sin embargo su estrategia de amagues e indefiniciones lo hacen parecerse a los que ocupan el lote del PRO o la UCR, donde la vocación de poder es una materia pendiente.
Tal vez la vieja disyuntiva que plantea si querer es poder es algo que tienen demasiado claro los políticos y hasta aquí la historia ha demostrado que sólo aquel que realmente quiere -y tiene-, puede.
Gestos en soledad
En los últimos días la mayoría de los candidatos andaba de vacaciones. Sólo Amaya se quedó en tierras tucumanas. Se mostró con el flamante cardenal elector Luis Villalba y le pegó donde le duele al alperovichismo: en la ética. Sin embargo Amaya no encontró el pulso de la semana como para aprovechar estos momentos de soledad. El gobernador interino, Regino Amado, incluso le cedió espacios ya que anduvo preocupado por los Mini, los Peugueot, los camiones y las motos del rally.
La semana amayista es un reflejo de lo que le pasó en la última década, durante la cual no ha conseguido transformarse en el elegido natural del gobernador o en la opción indiscutida del peronismo. Hoy quiere artificialmente ser candidato a gobernador solo con alianzas. Nunca ganó solo una elección y su mejor desempeño territorial fue de la mano de Germán Alfaro, que incorporó tres parlamentarios en la Legislatura. Faltan muy pocos días para el 5 de febrero, fecha en la que se define las listas del Partido Justicialista. Esa será la primera señal de qué están dispuesto a hacer los candidatos.
Valijas cargadas
Las vacaciones son la oportunidad para crecer para algunos, pero también es el momento de reflexionar, medir, estudiar y tomar el camino correcto.
¿Alperovich, qué se llevó a Miami en las valijas? Antes de viajar ordenó: avancen con la campaña de Manzur-Jaldo y pongan el slogans, igual que Scioli, “Continuidad con cambio”. Misión cumplida. Apenas estuvo en el aire la provincia quedó empapelada de naranja con esas consignas.
A su vuelta tiene que definir concretamente qué hará con la fórmula. José Alperovich dijo que sus decisiones se ajustarán a lo que digan las encuestas. Entonces, confirmará la fórmula Manzur-Jaldo o incorporará a Amaya, que según los sondeos aporta el caudal necesario para convertirse en imbatible. A su lado, durante la vacaciones, tiene al ministro Jorge Gassenbauer, que no se cansará de repetirle que si lo suma al intendente de Capital, no se pierde. “No se puede ir con el peronismo dividido”, sostiene el súper ministro.
Los tiempos se acortan y cada vez urge más tomar decisiones. La provincia no es el único tablero que deberá mirar. También debe tener resuelto para su regreso qué hará con los pedidos que le efectúe la Presidenta. Decirle “no” tiene un costo altísimo. Nunca lo hizo. Los “sijosesistas” sostienen que si las exigencias son exageradas, le dirá ese “no”. Hay que ver para creer.
Una exigencia exagerada -según el diccionario alperovichista- sería que la Casa Rosada lo obligue (como ya lo hizo) a no poner nombres que forman parte del “sijosesismo” más ortodoxo.
Brasil, decime que se siente
Alperovich no es el único que está de vacaciones ni el único que mientras calma las urgencias familiares, debe regresar a Tucumán con decisiones claras y certeras porque así se lo exige su entorno más próximo. El radical que mejores vínculos tiene con el peronismo repite que a la UCR le debe todo, pero que sin votos peronistas no va a llegar lejos. Por eso quiere apostar fuerte a los acoples, aunque estos sea una de las armas fundamentales del alperovichismo.
Cano fue a buscar los votos peronistas a la cantera de su amigo Sergio Massa. Uno de esos es Gerónimo Vargas Aignasse, que lanzará su candidatura a intendente de capital esta semana. El ex kirchnerista y ex alperovichista sostiene que él es el preferido en algunas encuestas, pero eso para Cano es un problema, no una solución. A su puerta golpean los nombres de Silvia Elías de Pérez, de Luis Sacca y de Federico Romano Norri. ¿Cómo definirá esa interna? Lo tendrá que traer resuelto desde las playas brasileñas.
Algo parecido le ocurre con los candidatos a diputado o senadores nacionales. Los radicales repiten contra viento y marea que ellos tienen todo el derecho a poblar esas listas. Sin embargo, los socios massistas que se alinean con el ex alperovichista Mario Koltan aseguran que presentarán candidatos a diputado y a senador. Lo mismo piensan los mellizos Orellana, que desde Famaillá quieren llegar al Congreso. Otro tema para las vacaciones de Cano.
El otro
El tercer José en discordia es el secretario de Obras Públicas de la Nación. Como buen peronista, José López no disimula su interés por ser gobernador aunque todavía sea incapaz de mostrar políticos de peso que lo apoyen. Los intendentes que ayer se le acercaron, hoy no saben cómo enderezar los problemas que le ocasionaron sus concejos deliberantes, azuzados desde las huestes que conduce Osvaldo Jaldo. López apuesta todas sus fichas al viaje que hará con la Presidenta a China. Allí espera conseguir algunos momentos a solas para recibir la bendición de su candidatura a gobernador.
En la última semana no dejó de hacer esas travesuras que no le caen bien a Alperovich. Se reunió con los dirigentes universitarios de La Cámpora. Los jóvenes kirchneristas están envalentonados ya que -siempre con la ayuda de Cristina- no les ha ido mal en los espacios conseguidos en Tucumán.
Los tucumanos vienen padeciendo la hipocresía política. Han pasado muchas elecciones en las que los propios candidatos sabían que no querían ni podían postularse. La llegada de 2015 empieza a exigir que se tomen decisiones y que los mensajes no sean engañosos. Algo a lo que no todos están acostumbrados.
Esta diferencia se acentúa en tiempos electorales. El alperovichismo, por ejemplo, tiene por lo menos tres opciones, de mínima, para armar la fórmula de candidatos a gobernador y vice para los comicios de este año. Los radicales no tienen ninguna fórmula, pero al menos hay un hombre que está instalado como candidato indiscutible a gobernador. El PRO no tiene nada. Hay quienes sugieren que el hombre que en estos días pasea por México podría postularse para conducir Tucumán. Manuel Avellaneda, mientras posa en el país azteca, tiene más dudas que certezas acerca de esa idea.
Si se traslada este esquema a cada municipio de la provincia, también se encontrará por lo menos dos candidatos a intendentes peronistas, uno -o medio- del radicalismo y ninguno -o medio- del PRO. Sus dirigentes confían en que Mauricio Macri, que sí quiere ser Presidente, lo arrastre todo como un gran vendaval. No debe ser fácil construir un candidato cuando el mismo hombre o mujer no está seguro de querer llegar a la meta.
Ese es el problema del PRO para crecer y para multiplicarse. Da la sensación que en Tucumán fuera sólo un proyecto político que sólo encuentra su lugar en su rol opositor. En Buenos Aires la cuestión es distinta, la competencia y las ambiciones ayudaron a que por lo menos haya dos candidatos a Jefe de Gobierno: Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta.
José Cano no es macrista pero muchas veces ha sembrado la duda de cuál es su verdadera ambición política. El conductor del Acuerdo Cívico y Social ya ha sido candidato a gobernador sin convicciones. No le fue mal porque se quedó con una banca de senador, pero no llegó al pedestal mayor. Y él estaba seguro de eso antes de que los tucumanos fueran a votar.
En esta oportunidad, las cosas parecen diferentes. Al menos las encuestas lo empujan a que no mire para atrás y se arrepienta. Para eso incluso la semana pasada anduvo por Buenos Aires cerrando un acuerdo con Poliarquía. Es un señal de que quiere más que otras veces. Ahora, tiene que trabajar para convencer a los demás de que esa es su convicción. Nada de esto le pasa al peronismo.
Domingo Amaya es una rara ave en este panorama. Él lleva en la sangre el ADN pejotista, sin embargo su estrategia de amagues e indefiniciones lo hacen parecerse a los que ocupan el lote del PRO o la UCR, donde la vocación de poder es una materia pendiente.
Tal vez la vieja disyuntiva que plantea si querer es poder es algo que tienen demasiado claro los políticos y hasta aquí la historia ha demostrado que sólo aquel que realmente quiere -y tiene-, puede.
Gestos en soledad
En los últimos días la mayoría de los candidatos andaba de vacaciones. Sólo Amaya se quedó en tierras tucumanas. Se mostró con el flamante cardenal elector Luis Villalba y le pegó donde le duele al alperovichismo: en la ética. Sin embargo Amaya no encontró el pulso de la semana como para aprovechar estos momentos de soledad. El gobernador interino, Regino Amado, incluso le cedió espacios ya que anduvo preocupado por los Mini, los Peugueot, los camiones y las motos del rally.
La semana amayista es un reflejo de lo que le pasó en la última década, durante la cual no ha conseguido transformarse en el elegido natural del gobernador o en la opción indiscutida del peronismo. Hoy quiere artificialmente ser candidato a gobernador solo con alianzas. Nunca ganó solo una elección y su mejor desempeño territorial fue de la mano de Germán Alfaro, que incorporó tres parlamentarios en la Legislatura. Faltan muy pocos días para el 5 de febrero, fecha en la que se define las listas del Partido Justicialista. Esa será la primera señal de qué están dispuesto a hacer los candidatos.
Valijas cargadas
Las vacaciones son la oportunidad para crecer para algunos, pero también es el momento de reflexionar, medir, estudiar y tomar el camino correcto.
¿Alperovich, qué se llevó a Miami en las valijas? Antes de viajar ordenó: avancen con la campaña de Manzur-Jaldo y pongan el slogans, igual que Scioli, “Continuidad con cambio”. Misión cumplida. Apenas estuvo en el aire la provincia quedó empapelada de naranja con esas consignas.
A su vuelta tiene que definir concretamente qué hará con la fórmula. José Alperovich dijo que sus decisiones se ajustarán a lo que digan las encuestas. Entonces, confirmará la fórmula Manzur-Jaldo o incorporará a Amaya, que según los sondeos aporta el caudal necesario para convertirse en imbatible. A su lado, durante la vacaciones, tiene al ministro Jorge Gassenbauer, que no se cansará de repetirle que si lo suma al intendente de Capital, no se pierde. “No se puede ir con el peronismo dividido”, sostiene el súper ministro.
Los tiempos se acortan y cada vez urge más tomar decisiones. La provincia no es el único tablero que deberá mirar. También debe tener resuelto para su regreso qué hará con los pedidos que le efectúe la Presidenta. Decirle “no” tiene un costo altísimo. Nunca lo hizo. Los “sijosesistas” sostienen que si las exigencias son exageradas, le dirá ese “no”. Hay que ver para creer.
Una exigencia exagerada -según el diccionario alperovichista- sería que la Casa Rosada lo obligue (como ya lo hizo) a no poner nombres que forman parte del “sijosesismo” más ortodoxo.
Brasil, decime que se siente
Alperovich no es el único que está de vacaciones ni el único que mientras calma las urgencias familiares, debe regresar a Tucumán con decisiones claras y certeras porque así se lo exige su entorno más próximo. El radical que mejores vínculos tiene con el peronismo repite que a la UCR le debe todo, pero que sin votos peronistas no va a llegar lejos. Por eso quiere apostar fuerte a los acoples, aunque estos sea una de las armas fundamentales del alperovichismo.
Cano fue a buscar los votos peronistas a la cantera de su amigo Sergio Massa. Uno de esos es Gerónimo Vargas Aignasse, que lanzará su candidatura a intendente de capital esta semana. El ex kirchnerista y ex alperovichista sostiene que él es el preferido en algunas encuestas, pero eso para Cano es un problema, no una solución. A su puerta golpean los nombres de Silvia Elías de Pérez, de Luis Sacca y de Federico Romano Norri. ¿Cómo definirá esa interna? Lo tendrá que traer resuelto desde las playas brasileñas.
Algo parecido le ocurre con los candidatos a diputado o senadores nacionales. Los radicales repiten contra viento y marea que ellos tienen todo el derecho a poblar esas listas. Sin embargo, los socios massistas que se alinean con el ex alperovichista Mario Koltan aseguran que presentarán candidatos a diputado y a senador. Lo mismo piensan los mellizos Orellana, que desde Famaillá quieren llegar al Congreso. Otro tema para las vacaciones de Cano.
El otro
El tercer José en discordia es el secretario de Obras Públicas de la Nación. Como buen peronista, José López no disimula su interés por ser gobernador aunque todavía sea incapaz de mostrar políticos de peso que lo apoyen. Los intendentes que ayer se le acercaron, hoy no saben cómo enderezar los problemas que le ocasionaron sus concejos deliberantes, azuzados desde las huestes que conduce Osvaldo Jaldo. López apuesta todas sus fichas al viaje que hará con la Presidenta a China. Allí espera conseguir algunos momentos a solas para recibir la bendición de su candidatura a gobernador.
En la última semana no dejó de hacer esas travesuras que no le caen bien a Alperovich. Se reunió con los dirigentes universitarios de La Cámpora. Los jóvenes kirchneristas están envalentonados ya que -siempre con la ayuda de Cristina- no les ha ido mal en los espacios conseguidos en Tucumán.
Los tucumanos vienen padeciendo la hipocresía política. Han pasado muchas elecciones en las que los propios candidatos sabían que no querían ni podían postularse. La llegada de 2015 empieza a exigir que se tomen decisiones y que los mensajes no sean engañosos. Algo a lo que no todos están acostumbrados.
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