17 Enero 2015
NO DESENTONÓ. “El Yacaré” Mayer le hizo frente a un sólido Kukushkin. reuters
El límite de la semana australiana de Leonardo Mayer en Sydney fue el viernes de semifinales, día e instancia de la derrota contra Mikhail Kukushkin. Al igual que lo había hecho con Del Potro, el kazajo eliminó al correntino con un score duplicado: 6-4 y 6-4.
No fue un mal día tenístico de “Leo”. Pero tampoco uno de los buenos. Aunque parezca contradictoria, la afirmación se apoya de manera rotunda en una estadística. A lo largo del desarrollo dispuso de 11 oportunidades para ganar el servicio de su rival. Si pensamos que Kukushkin jugó 10 games con su saque, el promedio de break points fue de más de uno por turno. Queda claro que las oportunidades estuvieron. Y más claro aún, que no se aprovecharon. Una y otra vez las chances se escaparon y así, el kazajo terminó el duelo sin ser quebrado.
Del otro lado, Kukushkin supo construir sus oportunidades y tomó lo justo y necesario. Apenas uno de dos en el primer set. Apenas uno de cuatro en el segundo. Eso fue suficiente. Un quiebre en cada set y a la final ante el serbio Viktor Troicki. Fuera de este ida y vuelta numérico, vale poner en papel una sensación: Kukushkin supo cómo y por dónde buscar el partido y, además, su juego tiene una característica que le molesta al argentino. Juega rápido, impacta adelante y quita tiempos de preparación. Y a alguien de armados amplios y que demandan tiempo como es “Leo”, lo obliga a resolver permanentemente más rápido de lo que le sienta cómodo.
Hasta aquí lo que ocurrió en la semifinal. Antes de eso, Mayer hizo un gran torneo. Benjamin Becker, Jerzy Janowicz y Julien Benneteau representan un listado exigente superado con autoridad y buenas respuestas en momentos de estrés, para empezar el año con alta confianza. Ese es su saldo favorable: poder llevar de Sydney a Melbourne las mismas agradables sensaciones con las que anduvo en 2014.
No fue un mal día tenístico de “Leo”. Pero tampoco uno de los buenos. Aunque parezca contradictoria, la afirmación se apoya de manera rotunda en una estadística. A lo largo del desarrollo dispuso de 11 oportunidades para ganar el servicio de su rival. Si pensamos que Kukushkin jugó 10 games con su saque, el promedio de break points fue de más de uno por turno. Queda claro que las oportunidades estuvieron. Y más claro aún, que no se aprovecharon. Una y otra vez las chances se escaparon y así, el kazajo terminó el duelo sin ser quebrado.
Del otro lado, Kukushkin supo construir sus oportunidades y tomó lo justo y necesario. Apenas uno de dos en el primer set. Apenas uno de cuatro en el segundo. Eso fue suficiente. Un quiebre en cada set y a la final ante el serbio Viktor Troicki. Fuera de este ida y vuelta numérico, vale poner en papel una sensación: Kukushkin supo cómo y por dónde buscar el partido y, además, su juego tiene una característica que le molesta al argentino. Juega rápido, impacta adelante y quita tiempos de preparación. Y a alguien de armados amplios y que demandan tiempo como es “Leo”, lo obliga a resolver permanentemente más rápido de lo que le sienta cómodo.
Hasta aquí lo que ocurrió en la semifinal. Antes de eso, Mayer hizo un gran torneo. Benjamin Becker, Jerzy Janowicz y Julien Benneteau representan un listado exigente superado con autoridad y buenas respuestas en momentos de estrés, para empezar el año con alta confianza. Ese es su saldo favorable: poder llevar de Sydney a Melbourne las mismas agradables sensaciones con las que anduvo en 2014.
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