Por Federico Diego van Mameren
11 Enero 2015
El miedo ha vuelto. El miedo paraliza, censura y perturba. Después del atentado en París, el mundo vuelve a ponerse máscaras porque no puede respirar en paz. Los espíritus han quedado sacudidos de tal manera que aún los ciudadanos que habitan estos lares no pueden pensar tranquilos. Las discusiones admiten argumentos tales como que “la libertad no debe atreverse a ofender la fe”. Esa discusión debería ser para después. La que no puede admitir contraargumentaciones es la idea de que la libertad de expresión se acalle con la violencia, a los tiros, sin miramientos. Un fusil que quiebra un lápiz es tan desproporcionado como la violación.
El comienzo de un año ensancha las espaldas, abre los corazones y la mente. El inicio de 2015 soltó sueños y esperanzas. Cuando apenas habían transcurrido siete días todo ha quedado congelado por el miedo y el horror. Una pena a esta altura de la civilización. ¿Civilización?
Tucumán está lejos de Francia, sin embargo, este atentado terrorista ha abierto la reflexión. En más de un mesa de café se escuchó la justificación del atentado. “Venían criticando y siendo muy agresivos con sus caricaturas. Los ofendieron y ellos son fundamentalistas”… Palabras más, palabras menos, ese tipo de consideraciones fueron algunos de los valores expuestos. ¿Qué piensan los principales candidatos a gobernador de nuestra provincia sobre el tema? Es “políticamente incorrecto” (y riesgoso) pronunciarse al respecto. Siempre algún herido quedará despotricando. Pero es hora de que ante cuestiones de extrema gravedad como esta no haya dudas. La pregunta que desanima es: ¿es posible que episodios así vuelvan a darse en nuestra Argentina o en Tucumán? A priori pareciera que no, pero los espíritus caminan sensibilizados y corren el riesgo de pisotear la razón en cualquier momento. Es la política –no la violencia o el terrorismo ni ningún ismo- quien tiene la obligación de poner quicio a estas cuestiones. Y el susto sacude cuando muchos políticos aparecen distraídos en otras cuestiones y hasta en su propio enriquecimiento antes que nada.
Un gancho al hígado
Cuando el mundo se estremecía por el ataque a Charie Hebdo en Tucumán, el intendente Domingo Amaya seguía trastabillando en el ring electoral después del inesperado gancho al hígado que le propinó el diputado José Cano. Había entre ambos cierto acuerdo tácito de no agresión. Ambos sabían que el campeón a destronar era José Alperovich, por lo tanto, hasta marzo no debería pasar nada. Gallego y porfiado, Cano se subió al ring y dejó colorado el rostro de Amaya. Lo trató de alperovichista y de ser incapaz de abandonar ese barco. Por lo tanto, lo acusó de no querer cambios en la provincia. Desnudó que si realmente está dispuesto a vencer a Alperovich no puede seguir amagando y no rompiendo lanzas con el gobernador. El encuentro que tuvo Amaya con el “hipersijosesista” Jorge Gassenbauer fue lo que acabó con la paciencia de Cano, que cada vez que se sube al ring es el favorito en las apuestas. Y, si hubo algún pacto de no agresión, este lunes que pasó se terminó.
En el ring-side fueron muchos los que aplaudieron semejante mandoble. El principal fue Facundo Garretón, el joven político-no político que aspira a ser intendente de Capital por el PRO. Como es uno de los tucumanos que más conversa con Mauricio Macri, lentamente se va convirtiendo en una de las patas del trípode decisorio del macrismo provincial. El otro es Pablo Walter, quien mueve los hilos desde Buenos Aires; y la tercera pata es Alberto Colombres Garmendia, quien va cosechando la siembra que hizo en estos años de legislador. Vivaron la piña de Cano porque vuelven a la primera fila política. Desvanecida la idea de un acuerdo entre el Acuerdo Cívico y el amayismo, el PRO siente que puede ser un buen socio, más aún cuando en otros distritos nacionales la unión de macristas y radicales es un matrimonio por conveniencia bien visto.
Cano se bajó del ring y sigue entrenando para ser campeón de la coalición antialperovichista. Él ve en cuanta agrupación política aparece, un acople que se mueva con independencia y que le aporta votos a su fórmula de gobernador. Por eso, mientras subía a Tafí del Valle a seguir conquistando adeptos, llamó a un empresario amigo para que se comunique con Amaya y le pregunte qué iba a hacer. No cierra ninguna puerta aún después del puñetazo de la semana. Después de navegar en La Angostura, Cano cruzó guantes con José Manuel Paz como sparring. El ex funcionario alperovichista se cansó del gimnasio de Alperovich, donde le prometen apoyo a todos los candidatos a intendentes y no a uno en especial. Es que Alperovich es a la provincia lo que Macri a la Nación. Al tucumano sólo le importa retener el poder en la Casa de Gobierno y, por lo tanto, no le preocupan las intendencias, lo mismo que a Macri, para quien lo único fundamental son sus votos a Presidente y lo que pase en las provincias es problema de otros. Paz, desilusionado con ambos líderes, no tendría problemas de ser el candidato a intendente de Cano en los valles. Cuando pase el viento turístico y el verano se rinda ante el otoño firmarían el acuerdo final. Antes de retomar la ruta 307, un grupo de empresarios y abogados lo ayudaron a empanzarse con empanadas y un pollo al disco. El ex camarista federal Emilio Sarrulle cruzó El Infiernillo y abandonó la paz de Colalao del Valle para ofrecer su apoyo peronista al diputado radical.
Un final anunciado
Antes de hacer las valijas para tomar sol en Miami, el gobernador Alperovich confesó que le gustaría que antes de irse se terminara el túnel de la calle Córdoba. No soñó con nada estrafalario ni monumental. Fue la confesión final. Casi un sincericidio. Sus palabras traducen que le ha llegado la hora final. No prometió un megaemprendimiento porque sería un bumerán, ya que no tiene tiempo para hacerlo, y al mismo tiempo confesó que ya no podrá hacer más. El año que llega es electoral y él sólo tiene tiempo para buscar retener el poder que administró durante 12 años y que en pocos meses ya no tendrá más.
El mandatario se ha convertido en un gran “pater famili” y cobija a todos bajo su abrazo electoral. Bendice el año de las mujeres. Por eso en Graneros la legisladora María Alejandra Cejas sería la sucesora de su marido Roque Graneros en la intendencia. En La Cocha, la legisladora Susana Díaz y su esposo Leopoldo Rodríguez, actual intendente, empezaron a analizar si uno de sus hijos podría ser candidato a intendente, mientras ella va por la reelección en lista del Frente para la Victoria. En Alberdi, Sandra Figueroa, presidenta del Concejo Deliberante y esposa del intendente Luis Campos, se postularía a intendenta. En Concepción, Osvaldo Morelli probará a su hijo como sucesor; y en Monteros, la diputada nacional Carmen Carrillo sería la candidata a suceder a su esposo, Luis Olea, quien intentará llegar a la Legislatura. En Famaillá, el oficialismo quiere destronar a los mellizos Orellana con Jesús Salim y su primo Alcides Salomón. El experto cebador de mates del gobernador, Alberto Kaleñuk, ha logrado que el mandatario apueste todo a su amigo Alcides. Como ya se comentó, en Lules, en Las Talitas, en Bella Vista y en Banda del Río Salí, también todo queda en familia. A Alperovich no le preocupa el nepotismo, sino el poder.
Sonriendo para la foto
Las ambiciones electivas no son patrimonio de la Legislatura o de la Casa de Gobierno. En la Corte Suprema de Justicia los cinco vocales han empezado a peinarse para la foto. Este año se renuevan las autoridades y quien salga electo presidente será quien represente al Poder Judicial en el Bicentenario de la Declaración de la Independencia de la Argentina. El proceso de seducción se desarrollará en medio de la guerra fría que se viene desatando entre el ministro fiscal Edmundo Jiménez y el presidente de la Corte Suprema de Justicia. En distintos temas el ex ministro de Alperovich fue más demagogo que nunca, ya que adoptó posturas que le caían bien a la gente antes que se ajustaran a ciertas doctrinas modernas. En su fuero más íntimo considera que el ánimo social es ver a ladrones castigados aún a costa de ciertos derechos. Mientras libra estas batallas en el Palacio, en su ex inquilinato han profundizado las reyertas con quien ocupa hoy su sillón. Gassenbauer recibió sin responder los golpes que le propinó el Ministerio Público. Obviamente, aceptó las críticas a su manejo de la seguridad, pero no dejó de hacérselo saber a su amigo el gobernador para que supiera de dónde y de quién venían los ataques.
Escritorio polvoroso
Las peleas de la Justicia provincial son fuegos de artificios comparados con el terremoto que vive el fiscal Carlos Brito. Sobre su escritorio están o han estado las denuncias al jefe del Ejército, César Gerardo del Corazón de Jesús Milani; al ministro de Salud de la Nación, Juan Manzur; a más de un funcionario nacional vinculado al programa Procear; y al legislador Guillermo Gassenbauer. Los movimiento sísmicos sacuden su sillón. Por un lado hay un planteamiento legal concreto para desplazarlo que posiblemente deba esperar el comienzo del año judicial previsto para el uno de febrero. No obstante, en los tribunales federales de Las Piedras y Congreso no descartan que la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó pueda tomar cartas en el asunto y aliviar la situación de los funcionarios nacionales que terminaron en la mira del fiscal tucumano.
Las veces que los tentáculos de la Nación se metieron en la provincia fueron lapidarias. Cualquier duda se le puede consultar a la rectora de la UNT, Alicia Bardón, o a los jueces que intervinieron en el caso Marita Verón. Alperovich, en tanto, siempre ha sido un obediente soldado de las cuestiones nacionales, aún en aquellas en las que discrepaba, y es muy difícil que en esta vez quiera decir algo. Al contrario, es más factible que aplauda cualquier acción en contra del fiscal.
El comienzo de un año ensancha las espaldas, abre los corazones y la mente. El inicio de 2015 soltó sueños y esperanzas. Cuando apenas habían transcurrido siete días todo ha quedado congelado por el miedo y el horror. Una pena a esta altura de la civilización. ¿Civilización?
Tucumán está lejos de Francia, sin embargo, este atentado terrorista ha abierto la reflexión. En más de un mesa de café se escuchó la justificación del atentado. “Venían criticando y siendo muy agresivos con sus caricaturas. Los ofendieron y ellos son fundamentalistas”… Palabras más, palabras menos, ese tipo de consideraciones fueron algunos de los valores expuestos. ¿Qué piensan los principales candidatos a gobernador de nuestra provincia sobre el tema? Es “políticamente incorrecto” (y riesgoso) pronunciarse al respecto. Siempre algún herido quedará despotricando. Pero es hora de que ante cuestiones de extrema gravedad como esta no haya dudas. La pregunta que desanima es: ¿es posible que episodios así vuelvan a darse en nuestra Argentina o en Tucumán? A priori pareciera que no, pero los espíritus caminan sensibilizados y corren el riesgo de pisotear la razón en cualquier momento. Es la política –no la violencia o el terrorismo ni ningún ismo- quien tiene la obligación de poner quicio a estas cuestiones. Y el susto sacude cuando muchos políticos aparecen distraídos en otras cuestiones y hasta en su propio enriquecimiento antes que nada.
Un gancho al hígado
Cuando el mundo se estremecía por el ataque a Charie Hebdo en Tucumán, el intendente Domingo Amaya seguía trastabillando en el ring electoral después del inesperado gancho al hígado que le propinó el diputado José Cano. Había entre ambos cierto acuerdo tácito de no agresión. Ambos sabían que el campeón a destronar era José Alperovich, por lo tanto, hasta marzo no debería pasar nada. Gallego y porfiado, Cano se subió al ring y dejó colorado el rostro de Amaya. Lo trató de alperovichista y de ser incapaz de abandonar ese barco. Por lo tanto, lo acusó de no querer cambios en la provincia. Desnudó que si realmente está dispuesto a vencer a Alperovich no puede seguir amagando y no rompiendo lanzas con el gobernador. El encuentro que tuvo Amaya con el “hipersijosesista” Jorge Gassenbauer fue lo que acabó con la paciencia de Cano, que cada vez que se sube al ring es el favorito en las apuestas. Y, si hubo algún pacto de no agresión, este lunes que pasó se terminó.
En el ring-side fueron muchos los que aplaudieron semejante mandoble. El principal fue Facundo Garretón, el joven político-no político que aspira a ser intendente de Capital por el PRO. Como es uno de los tucumanos que más conversa con Mauricio Macri, lentamente se va convirtiendo en una de las patas del trípode decisorio del macrismo provincial. El otro es Pablo Walter, quien mueve los hilos desde Buenos Aires; y la tercera pata es Alberto Colombres Garmendia, quien va cosechando la siembra que hizo en estos años de legislador. Vivaron la piña de Cano porque vuelven a la primera fila política. Desvanecida la idea de un acuerdo entre el Acuerdo Cívico y el amayismo, el PRO siente que puede ser un buen socio, más aún cuando en otros distritos nacionales la unión de macristas y radicales es un matrimonio por conveniencia bien visto.
Cano se bajó del ring y sigue entrenando para ser campeón de la coalición antialperovichista. Él ve en cuanta agrupación política aparece, un acople que se mueva con independencia y que le aporta votos a su fórmula de gobernador. Por eso, mientras subía a Tafí del Valle a seguir conquistando adeptos, llamó a un empresario amigo para que se comunique con Amaya y le pregunte qué iba a hacer. No cierra ninguna puerta aún después del puñetazo de la semana. Después de navegar en La Angostura, Cano cruzó guantes con José Manuel Paz como sparring. El ex funcionario alperovichista se cansó del gimnasio de Alperovich, donde le prometen apoyo a todos los candidatos a intendentes y no a uno en especial. Es que Alperovich es a la provincia lo que Macri a la Nación. Al tucumano sólo le importa retener el poder en la Casa de Gobierno y, por lo tanto, no le preocupan las intendencias, lo mismo que a Macri, para quien lo único fundamental son sus votos a Presidente y lo que pase en las provincias es problema de otros. Paz, desilusionado con ambos líderes, no tendría problemas de ser el candidato a intendente de Cano en los valles. Cuando pase el viento turístico y el verano se rinda ante el otoño firmarían el acuerdo final. Antes de retomar la ruta 307, un grupo de empresarios y abogados lo ayudaron a empanzarse con empanadas y un pollo al disco. El ex camarista federal Emilio Sarrulle cruzó El Infiernillo y abandonó la paz de Colalao del Valle para ofrecer su apoyo peronista al diputado radical.
Un final anunciado
Antes de hacer las valijas para tomar sol en Miami, el gobernador Alperovich confesó que le gustaría que antes de irse se terminara el túnel de la calle Córdoba. No soñó con nada estrafalario ni monumental. Fue la confesión final. Casi un sincericidio. Sus palabras traducen que le ha llegado la hora final. No prometió un megaemprendimiento porque sería un bumerán, ya que no tiene tiempo para hacerlo, y al mismo tiempo confesó que ya no podrá hacer más. El año que llega es electoral y él sólo tiene tiempo para buscar retener el poder que administró durante 12 años y que en pocos meses ya no tendrá más.
El mandatario se ha convertido en un gran “pater famili” y cobija a todos bajo su abrazo electoral. Bendice el año de las mujeres. Por eso en Graneros la legisladora María Alejandra Cejas sería la sucesora de su marido Roque Graneros en la intendencia. En La Cocha, la legisladora Susana Díaz y su esposo Leopoldo Rodríguez, actual intendente, empezaron a analizar si uno de sus hijos podría ser candidato a intendente, mientras ella va por la reelección en lista del Frente para la Victoria. En Alberdi, Sandra Figueroa, presidenta del Concejo Deliberante y esposa del intendente Luis Campos, se postularía a intendenta. En Concepción, Osvaldo Morelli probará a su hijo como sucesor; y en Monteros, la diputada nacional Carmen Carrillo sería la candidata a suceder a su esposo, Luis Olea, quien intentará llegar a la Legislatura. En Famaillá, el oficialismo quiere destronar a los mellizos Orellana con Jesús Salim y su primo Alcides Salomón. El experto cebador de mates del gobernador, Alberto Kaleñuk, ha logrado que el mandatario apueste todo a su amigo Alcides. Como ya se comentó, en Lules, en Las Talitas, en Bella Vista y en Banda del Río Salí, también todo queda en familia. A Alperovich no le preocupa el nepotismo, sino el poder.
Sonriendo para la foto
Las ambiciones electivas no son patrimonio de la Legislatura o de la Casa de Gobierno. En la Corte Suprema de Justicia los cinco vocales han empezado a peinarse para la foto. Este año se renuevan las autoridades y quien salga electo presidente será quien represente al Poder Judicial en el Bicentenario de la Declaración de la Independencia de la Argentina. El proceso de seducción se desarrollará en medio de la guerra fría que se viene desatando entre el ministro fiscal Edmundo Jiménez y el presidente de la Corte Suprema de Justicia. En distintos temas el ex ministro de Alperovich fue más demagogo que nunca, ya que adoptó posturas que le caían bien a la gente antes que se ajustaran a ciertas doctrinas modernas. En su fuero más íntimo considera que el ánimo social es ver a ladrones castigados aún a costa de ciertos derechos. Mientras libra estas batallas en el Palacio, en su ex inquilinato han profundizado las reyertas con quien ocupa hoy su sillón. Gassenbauer recibió sin responder los golpes que le propinó el Ministerio Público. Obviamente, aceptó las críticas a su manejo de la seguridad, pero no dejó de hacérselo saber a su amigo el gobernador para que supiera de dónde y de quién venían los ataques.
Escritorio polvoroso
Las peleas de la Justicia provincial son fuegos de artificios comparados con el terremoto que vive el fiscal Carlos Brito. Sobre su escritorio están o han estado las denuncias al jefe del Ejército, César Gerardo del Corazón de Jesús Milani; al ministro de Salud de la Nación, Juan Manzur; a más de un funcionario nacional vinculado al programa Procear; y al legislador Guillermo Gassenbauer. Los movimiento sísmicos sacuden su sillón. Por un lado hay un planteamiento legal concreto para desplazarlo que posiblemente deba esperar el comienzo del año judicial previsto para el uno de febrero. No obstante, en los tribunales federales de Las Piedras y Congreso no descartan que la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó pueda tomar cartas en el asunto y aliviar la situación de los funcionarios nacionales que terminaron en la mira del fiscal tucumano.
Las veces que los tentáculos de la Nación se metieron en la provincia fueron lapidarias. Cualquier duda se le puede consultar a la rectora de la UNT, Alicia Bardón, o a los jueces que intervinieron en el caso Marita Verón. Alperovich, en tanto, siempre ha sido un obediente soldado de las cuestiones nacionales, aún en aquellas en las que discrepaba, y es muy difícil que en esta vez quiera decir algo. Al contrario, es más factible que aplauda cualquier acción en contra del fiscal.