Necesitamos el agua para vivir. Y te das cuenta de ello no sólo cuando te la tomás bien fría, de un vaso, durante un día de calor. Surcar un lago o flotar en él te hace sentir que, a veces, es necesario despegar los pies de la tierra.
Frente a tus narices, en Tafí del Valle o en el Mollar, está el dique La Angostura. En ese espejo de agua a 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar es posible encontrar el alivio del que te hablamos. Antes que nada, hay que sacarse de la cabeza que está reservado sólo para pescadores experimentados; para kitesurfistas y windsurfistas, o para aquellos que tienen su propia embarcación.
Ese lago ofrece la opción de pasar un día entero dentro o fuera del agua. Podés aprender a pescar; navegar para conocer cada uno de sus rincones o sumergir los pies en el agua, que tiene una temperatura aproximada de 16° en verano (y, quizás, unos grados más durante los días calurosos). Otra opción es tomar sol sobre el césped acolchonado que rodea el dique y, así, disfrutar del valle desde todos los ángulos: son 360° de pura belleza.
Podés llegar en auto desde Tafí, por una bajada que sale de la ruta 307 más o menos en la mitad de La Angostura. En El Mollar, tenés toda la costa sur. Cada uno de esos lugares dispone de su propio muelle, donde los chicos pueden pescar mojarras mientras los adultos los retratan para el recuerdo.
A las 7, el lago está planchado y nunca se parece tanto a un “espejo de agua”. Temprano, el cielo celeste, y las montañas verdes y rocosas se reflejan perfectamente en la superficie de “platino”. “Entonces, es agradable navegar porque no hay viento”, opina “Migui” Quesada, experimentado pescador y propietario de una flota de botes.
Si te animás a la aventura, él puede ser quien te entregue el timón después de un rato; te indique las medidas de seguridad (siempre hay que tener el salvavidas puesto) y te enseñe a pescar en las zonas indicadas (los lugares van cambiando según la época del año, la luna o el caudal de los ríos).
¿Qué se puede sacar?
Una veraneante rubia del valle se lanza por primera vez en su vida a sujetar una caña de pescar y a tratar de sacar algo del agua. Después de varios minutos bajo el sol, un pez muerde el anzuelo. Lourdes del Forno, con los brazos firmes, comienza a girar el carrete. “Migui” le recomienda que enrede hasta que el pez tenga la cabeza fuera del agua y el resto del cuerpo esté hundido. De esta forma -le explica-, la presa se acostumbrará al aire y no se moverá tanto cuando llegue a las manos del pescador.
En la lancha más cercana charla el matrimonio Roda, que veranea en Tafí del Valle. Graciela se inició en este deporte hace unos dos años. Antes, mientras su marido pescaba, ella se dedicaba a tomar sol sobre el bote; ahora, ambos se disputan el logro de sacar al espécimen más grande. “La próxima vez vengo con una regla”, dice Graciela a Carlos Roda. Después, cuentan que han sacado unos 60 pejerreyes en la jornada. El día fue bueno. Sin embargo, Jorge Duje, otro pescador, de la localidad de Recreo (Catamarca), no ha tenido la misma suerte que los cónyuges. De todas formas, aclara, vale la pena pasar el día con los pies lejos de la tierra.
“Migui” comenta que en La Angostura se puede pescar con tres modalidades (flote, media agua y fondo -ver “Palabra de experto”-), y que la población ictícola está compuesta mayormente por pejerreyes y percas. “El valle se beneficia al tener su ciclo propio y al ser predecible gracias a que el viento produce un gran movimiento de agua en La Angostura. Este fenómeno oxigena el medio y, por ende, da vida a las plantas y asegura la alimentación para los peces”, precisa el pescador.
Un buen momento para pensar qué hacer con el botín de la pesca llega cuando la luz natural comienza a declinar. “Migui” dice que el pejerrey tiene un sabor suave, entonces, ofrece amplias alternativas para la cocina. Recomienda en forma enfática filetearlo y sacarle todas las espinas para, luego, preparar esos cortes como como milanesas fritas, por ejemplo. Otra opción puede ser cocinar los pejerreyes como chupín (sartenear pimientos, cebollas y tomates con papas, y, luego, agregar el pescado y un chorrito de vino blanco hasta que todo esté cocido).
Necesitamos el agua para vivir y, también, para disfrutar de platos sabrosos con gusto al valle. Para vivir esa experiencia, sólo hay que sacar los pies de la tierra y dejar que La Angostura haga su trabajo.
Palabra de Experto
TRES BUENOS MOTIVOS (POR GUSTAVO RODRÍGUEZ)
Tres motivos hacen de La Angostura uno de los mejores sitios pesqueros de la provincia. Primero: podés practicar la disciplina que tanto amás rodeado de un paisaje mágico y de bellezas naturales que agigantan la sensación de paz que buscan los deportistas.
Las diferentes especies es otro de los atractivos. Los pejerreyes son el mayor tesoro aunque, también, hay otras joyas como percas, truchas y bagres. La captura no es difícil. Sólo hay que tener en la caja tres tipos de equipos: para pescar a media agua (boya trabajando o trompitos); en profundidad (boya anclada) y de flote (chirimbolos o torombolos). ¿Carnada? El filete de mojarra nunca falla.
El tercer gran punto a favor de La Angostura son los servicios que los pueblos del valle ofrecen al pescador. Como no ocurre en ningún otro lugar de la provincia, el deportista tiene alternativas para elegir, pero la de “Migui” Quesada, con más de 15 embarcaciones para alquilar, equipos y carnadas, es la más importante. Por eso, sólo queda disfrutar. (El autor escribe en “Hay pique”)