06 Enero 2015
PRONTO VIAJE A ROMA. Durante el consistorio del 14 y 15 de febrero, Villalba recibirá los atributos de cardenal. la gaceta / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO
Se enteró por la televisión, como lo hizo la enorme mayoría de católicos que no recorre los pasillos del Vaticano más que en calidad de turista. Monseñor Luis Héctor Villalba escuchó en vivo su nombre luego del Ángelus dominical y ahí supo que en febrero será nombrado cardenal. Eran las 8 de la mañana en Argentina y las 12 en Roma. El jubilado arzobispo tucumano hizo una pausa, con los ojos y los oídos clavados en el televisor. Confiesa que es algo que no esperaba, que lo sorprendió. “Pero bueno... seguí tomando mate y después me fui a rezar”, revela con sencillez a LA GACETA.
En la iglesia de barrio donde ha creado su propio “Palacio Apostólico” -un prolijo jardín con césped meticulosamente cortado, árboles, rosales y arbustos cuidados que le brindan algo de privacidad-, el argentino elegido por el Papa comenzó a recibir llamados y visitas que no había pactado. En ese templo ubicado en avenida América y Corrientes, Villalba tiene su vida: celebra una misa por día, escucha los pecados de los fieles durante la confesión, supervisa la catequesis y avanza en sus tareas de evangelización. Al menos por ahora, no piensa que su rutina vaya a modificarse sustancialmente luego del nombramiento más elevado al que puede aspirar un religioso católico, además del papado. El arzobispo emérito de Tucumán -ese es el título que conserva desde su dimisión, en 2011-, es ahora un príncipe en la jerarquía de la Iglesia. Y para él, simplemente, “son las cosas de Dios”.
Con 80 años recién cumplidos, el primer cardenal que vivirá en Tucumán es testigo y partícipe de la labor de Jorge Bergoglio. Es que mientras el ahora Papa argentino presidía la Conferencia Episcopal Argentina (durante dos períodos consecutivos, desde noviembre de 2005 hasta noviembre de 2011), Villalba fue su vice primero. Conservan una relación estrecha y una visión compartida del destino de la Iglesia. Aún así, el nuevo purpurado aún no se ha comunicado con Su Santidad para acusar recibo de la noticia. Asegura que la última vez que lo vio fue cuando asumió, en marzo de 2013.
- ¿Por qué piensa que fue usted el elegido, por qué Monseñor Villalba fue nombrado cardenal?
- ¡Qué pregunta! Bueno... por un lado creo que el Santo Padre me conoce mucho, trabajamos muchos años juntos. Pero además creo que es un reconocimiento al NOA y en particular a Tucumán. La región nunca había tenido un cardenal, siendo una zona muy religiosa porque una corriente evangelizadora que venía del norte de Perú entró por acá. Por otro lado, Tucumán que está en vísperas del Bicentenario y la proporción de congresales sacerdotes que hubo en el Congreso de 1816 fue muy elevada. Y también estamos en la víspera del Congreso Eucarístico Regional. La Iglesia de esta región se lo merece.
- ¿Cuál considera que será su mejor aporte a la Iglesia?
- Creo que mis aportes pueden apuntar a la pastoral de evangelización, que es en lo que más he trabajado y lo que más me preocupa.
- Por qué eligió quedarse en Tucumán?
- A ver, ¡qué pregunta! Creo que me inserté bien en Tucumán, me siento cómodo. Estoy muy en contacto con la gente... Yo siempre tuve un principio: cuando uno está en un lugar tiene que estar con el corazón, con la cabeza y con los pies. Hay que estar metido en serio, quererlo y caminarlo al lugar. Viví en Buenos Aires hasta los 65 años y me vine acá u decidí quedarme. Traje a mi hermana que está viviendo conmigo y traje también los restos de mis padres y de una hermana que falleció y los tengo en el cementerio acá... De acá partiremos al cielo si Dios quiere.
- ¿Y si le piden instalarse en el Vaticano?
- No creo que eso suceda, porque después de los 80 años no es común tener cargos en congregaciones, que equivalen a los ministerios. Sí que deba viajar eventualmente a alguna reunión. Bueno... es lo que yo pienso...
- ¿Qué es lo que más lo entusiasma del ministerio de Francisco?
- El estilo. El estilo pastoral con el que está llevando la Iglesia. Lo ha demostrado desde el primer día con sus gestos, su forma de vestir, la cercanía con la gente, la humildad, la atención a los problemas. Son cosas que han calado hondo. Y además, a nivel universal, es un hombre que está trabajando en serio, porque está convencido, por la paz.
- ¿Qué tiene el NOA para enseñarle al mundo?
- Uy... muchas cosas. Me parece que hay una gran fraternidad, hay más humanidad que en Buenos Aires -por ejemplo-, la gente es muy religiosa, sigue habiendo un profundo sentido de la familia y el cuidado de los niños. Sigue siendo más humano, a pesar de que la modernidad se nos mete por todos lados. Es un pueblo muy religioso, con un gran amor por la Virgen y los santos. El modo de ser de la gente, más acogedora, más hospitalaria: donde vas te abren las puertas. Creo que en ese sentido el NOA puede dar un lindo testimonio, porque tiene una riqueza enorme.
En la iglesia de barrio donde ha creado su propio “Palacio Apostólico” -un prolijo jardín con césped meticulosamente cortado, árboles, rosales y arbustos cuidados que le brindan algo de privacidad-, el argentino elegido por el Papa comenzó a recibir llamados y visitas que no había pactado. En ese templo ubicado en avenida América y Corrientes, Villalba tiene su vida: celebra una misa por día, escucha los pecados de los fieles durante la confesión, supervisa la catequesis y avanza en sus tareas de evangelización. Al menos por ahora, no piensa que su rutina vaya a modificarse sustancialmente luego del nombramiento más elevado al que puede aspirar un religioso católico, además del papado. El arzobispo emérito de Tucumán -ese es el título que conserva desde su dimisión, en 2011-, es ahora un príncipe en la jerarquía de la Iglesia. Y para él, simplemente, “son las cosas de Dios”.
Con 80 años recién cumplidos, el primer cardenal que vivirá en Tucumán es testigo y partícipe de la labor de Jorge Bergoglio. Es que mientras el ahora Papa argentino presidía la Conferencia Episcopal Argentina (durante dos períodos consecutivos, desde noviembre de 2005 hasta noviembre de 2011), Villalba fue su vice primero. Conservan una relación estrecha y una visión compartida del destino de la Iglesia. Aún así, el nuevo purpurado aún no se ha comunicado con Su Santidad para acusar recibo de la noticia. Asegura que la última vez que lo vio fue cuando asumió, en marzo de 2013.
- ¿Por qué piensa que fue usted el elegido, por qué Monseñor Villalba fue nombrado cardenal?
- ¡Qué pregunta! Bueno... por un lado creo que el Santo Padre me conoce mucho, trabajamos muchos años juntos. Pero además creo que es un reconocimiento al NOA y en particular a Tucumán. La región nunca había tenido un cardenal, siendo una zona muy religiosa porque una corriente evangelizadora que venía del norte de Perú entró por acá. Por otro lado, Tucumán que está en vísperas del Bicentenario y la proporción de congresales sacerdotes que hubo en el Congreso de 1816 fue muy elevada. Y también estamos en la víspera del Congreso Eucarístico Regional. La Iglesia de esta región se lo merece.
- ¿Cuál considera que será su mejor aporte a la Iglesia?
- Creo que mis aportes pueden apuntar a la pastoral de evangelización, que es en lo que más he trabajado y lo que más me preocupa.
- Por qué eligió quedarse en Tucumán?
- A ver, ¡qué pregunta! Creo que me inserté bien en Tucumán, me siento cómodo. Estoy muy en contacto con la gente... Yo siempre tuve un principio: cuando uno está en un lugar tiene que estar con el corazón, con la cabeza y con los pies. Hay que estar metido en serio, quererlo y caminarlo al lugar. Viví en Buenos Aires hasta los 65 años y me vine acá u decidí quedarme. Traje a mi hermana que está viviendo conmigo y traje también los restos de mis padres y de una hermana que falleció y los tengo en el cementerio acá... De acá partiremos al cielo si Dios quiere.
- ¿Y si le piden instalarse en el Vaticano?
- No creo que eso suceda, porque después de los 80 años no es común tener cargos en congregaciones, que equivalen a los ministerios. Sí que deba viajar eventualmente a alguna reunión. Bueno... es lo que yo pienso...
- ¿Qué es lo que más lo entusiasma del ministerio de Francisco?
- El estilo. El estilo pastoral con el que está llevando la Iglesia. Lo ha demostrado desde el primer día con sus gestos, su forma de vestir, la cercanía con la gente, la humildad, la atención a los problemas. Son cosas que han calado hondo. Y además, a nivel universal, es un hombre que está trabajando en serio, porque está convencido, por la paz.
- ¿Qué tiene el NOA para enseñarle al mundo?
- Uy... muchas cosas. Me parece que hay una gran fraternidad, hay más humanidad que en Buenos Aires -por ejemplo-, la gente es muy religiosa, sigue habiendo un profundo sentido de la familia y el cuidado de los niños. Sigue siendo más humano, a pesar de que la modernidad se nos mete por todos lados. Es un pueblo muy religioso, con un gran amor por la Virgen y los santos. El modo de ser de la gente, más acogedora, más hospitalaria: donde vas te abren las puertas. Creo que en ese sentido el NOA puede dar un lindo testimonio, porque tiene una riqueza enorme.
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