05 Enero 2015
Según Cano, el intendente Amaya es un alperovichista que viste “un falso ropaje”
“Se definió como kirchnerista y sigue acompañando las políticas del gobernador”, dijo el radical, y volvió a convocar a un gran acuerdo. “Hay que sentar las bases del posalperovichismo”, afirmó el diputado. Cree que el PE ya no gestiona “los problemas críticos”
“DESESPERADOS”. El referente radical sostiene que el oficialismo está preocupado por preparar su “retirada”. la gaceta / foto de ANALIA JARAMILLO
José Cano está expectante. Hace menos de dos años tomó una de las decisiones más arriesgadas de su carrera política: siendo senador nacional, encabezó la lista de postulantes a diputados del Acuerdo Cívico y Social y logró sacudir la hegemonía electoral del gobernador, José Alperovich. Hoy, asume que aquel paso permitió frenar una nueva reforma constitucional que preparaba el alperovichismo para perpetuarse en el poder. A ocho meses de las elecciones provinciales, en las que buscará pasar del susto de 2013 a dar un escarmiento al Gobierno, el radical convoca a todos los partidos a armar un gran frente opositor. Eso sí, advierte que quien se embarque en la lucha contra el oficialismo deberá exhibir públicamente esa postura, en alusión al intendente de la capital, Domingo Amaya. El peronista había criticado solapadamente a Cano la semana pasada en LA GACETA. “No se puede llegar al Gobierno para aprender”, había dicho. El radical le replicó: “es un dirigente del oficialismo”.
- El que pasó fue un año sin comicios, pero que igualmente estuvo signado por las disputas políticas. ¿Qué evaluación hace?
- Para la mayoría de los ciudadanos ha sido un año con muchas dificultades. La impericia del Gobierno y su ceguera para asumir problemas como la inflación y la inseguridad han agravado la realidad de quienes no tienen el amparo del poder. En Tucumán, el alperovichismo decidió encerrarse en sí mismo y fijó como única prioridad a la sucesión. Después de la derrota electoral del 2013, cuando se truncó el sueño de perpetuidad del gobernador, se abrió la desesperación por cubrir la retirada. El problema es que dejaron de gestionar problemas críticos.
- ¿Cuáles son esos problemas ?
- La corrupción creció, el desempleo aumenta y la inseguridad se les escapó de las manos. Apelan a las mentiras y les está costando cumplir hasta con las cosas buenas que hicieron. Alperovich dijo que pagaría dos sueldos en diciembre, pero sólo llegó a cancelar un anticipo. Las cosas no están tan bien como venden.
- ¿Qué puede cambiar de esa realidad que describe en 2015, un año plagado de elecciones?
- Este es un año trascendente para Tucumán. A 365 días de estar en los ojos del mundo por el Bicentenario de la Independencia Nacional, se presentan dos opciones muy claras. O se opta por la continuidad del alperovichismo en todas sus variantes o se cambia. El Acuerdo Cívico es la alternativa para terminar con un modelo de nepotismo, corrupción e impunidad que nos avergüenza como provincia. Fíjense lo que está sucediendo en el interior. Hay desesperación de intendentes y legisladores por ver cómo seguirán gozando de los beneficios del poder. Buscan la sucesión de la mano de esposas e hijos. Hay que terminar con eso.
- Para terminar con eso hace falta un acuerdo multipartidario.
- Hay mucha gente honesta que puede ayudar a cambiar Tucumán en serio. Incluso dentro del propio oficialismo. Hay muchos dirigentes peronistas, con militancia e historia, a los que se les pretende pagar el silencio con la excusa de estar “contenidos” por el aparato estatal. Hay que recuperar la política y el diálogo, defender el federalismo y respetar las diferencias. Esa es la única forma de construir un lugar que nos contenga a todos.
- ¿Qué papel juega el intendente Amaya en ese escenario?
- Hay que empezar a sentar las bases del pos alperovichismo. Eso implica consensos y acuerdos de políticas de Estado de todos los actores políticos, sociales y empresarios con independencia de las disputas coyunturales. A eso vamos a convocar. Pero también creemos que hay que tener posiciones contundentes y firmes sobre temas clave. No se puede decir que uno defiende Tucumán cuando se avala a una gestión que se quedó con millones de pesos que le corresponden por Ley de Coparticipación a la Provincia. O cuando se tolera que desde Buenos Aires se decida qué obras se harán aquí y bajo qué condiciones. Tucumán necesita de gobernantes firmes y que no se arrodillen ante la Presidenta sólo para que nos los dejen fuera de la foto. Amaya parece haber tomado una postura. Él se definió como kirchnerista y sigue acompañando las políticas del gobernador Alperovich. Para nosotros él es un dirigente del oficialismo. Respetamos su decisión, pero nosotros estamos en la vereda del frente de ese modelo que tanto daño le hizo a las instituciones. Cuando hablamos de alperovichismo en todas sus variantes, nos referimos a esos falsos ropajes.
- Muchas veces, oficialistas cuestionan a la oposición por su falta de proyectos o experiencia para gobernar…
- Esa es otra gran mentira del oficialismo, es un eslogan como el “trabajar fuerte” o la frase que manda a no hablar de política que suele repetir Alperovich en sus apariciones diarias. El Acuerdo Cívico ha presentado planes de gestión y proyectos en temas muy críticos para Tucumán como la educación, la seguridad o el problema azucarero. Es el oficialismo el que no tiene plan. Lo que pasa en seguridad es una muestra. Llevan 10 años de fracasos y siguen a prueba y a error. Comisarías que se caen a pedazos o civiles con chalecos para cuidar los supermercados por un subsidio de $ 1.200. ¿Eso es tener experiencia? ¿Eso es ser buen gestor? O en salud, cuando después de una década de administraciones millonarias la gente pobre tiene que seguir durmiendo en las puertas de los hospitales para conseguir un turno para ser atendidos por médicos especialistas. Hay problemas estructurales que no han sido resueltos por ninguno de estos funcionarios que se ufanan de ser estadistas con experiencia. Lo que Tucumán necesita es ejemplaridad. Parafraseando a León Gieco, ojalá que el Gobierno que venga no tenga ni la experiencia de robar, ni la experiencia de mentir.
- El que pasó fue un año sin comicios, pero que igualmente estuvo signado por las disputas políticas. ¿Qué evaluación hace?
- Para la mayoría de los ciudadanos ha sido un año con muchas dificultades. La impericia del Gobierno y su ceguera para asumir problemas como la inflación y la inseguridad han agravado la realidad de quienes no tienen el amparo del poder. En Tucumán, el alperovichismo decidió encerrarse en sí mismo y fijó como única prioridad a la sucesión. Después de la derrota electoral del 2013, cuando se truncó el sueño de perpetuidad del gobernador, se abrió la desesperación por cubrir la retirada. El problema es que dejaron de gestionar problemas críticos.
- ¿Cuáles son esos problemas ?
- La corrupción creció, el desempleo aumenta y la inseguridad se les escapó de las manos. Apelan a las mentiras y les está costando cumplir hasta con las cosas buenas que hicieron. Alperovich dijo que pagaría dos sueldos en diciembre, pero sólo llegó a cancelar un anticipo. Las cosas no están tan bien como venden.
- ¿Qué puede cambiar de esa realidad que describe en 2015, un año plagado de elecciones?
- Este es un año trascendente para Tucumán. A 365 días de estar en los ojos del mundo por el Bicentenario de la Independencia Nacional, se presentan dos opciones muy claras. O se opta por la continuidad del alperovichismo en todas sus variantes o se cambia. El Acuerdo Cívico es la alternativa para terminar con un modelo de nepotismo, corrupción e impunidad que nos avergüenza como provincia. Fíjense lo que está sucediendo en el interior. Hay desesperación de intendentes y legisladores por ver cómo seguirán gozando de los beneficios del poder. Buscan la sucesión de la mano de esposas e hijos. Hay que terminar con eso.
- Para terminar con eso hace falta un acuerdo multipartidario.
- Hay mucha gente honesta que puede ayudar a cambiar Tucumán en serio. Incluso dentro del propio oficialismo. Hay muchos dirigentes peronistas, con militancia e historia, a los que se les pretende pagar el silencio con la excusa de estar “contenidos” por el aparato estatal. Hay que recuperar la política y el diálogo, defender el federalismo y respetar las diferencias. Esa es la única forma de construir un lugar que nos contenga a todos.
- ¿Qué papel juega el intendente Amaya en ese escenario?
- Hay que empezar a sentar las bases del pos alperovichismo. Eso implica consensos y acuerdos de políticas de Estado de todos los actores políticos, sociales y empresarios con independencia de las disputas coyunturales. A eso vamos a convocar. Pero también creemos que hay que tener posiciones contundentes y firmes sobre temas clave. No se puede decir que uno defiende Tucumán cuando se avala a una gestión que se quedó con millones de pesos que le corresponden por Ley de Coparticipación a la Provincia. O cuando se tolera que desde Buenos Aires se decida qué obras se harán aquí y bajo qué condiciones. Tucumán necesita de gobernantes firmes y que no se arrodillen ante la Presidenta sólo para que nos los dejen fuera de la foto. Amaya parece haber tomado una postura. Él se definió como kirchnerista y sigue acompañando las políticas del gobernador Alperovich. Para nosotros él es un dirigente del oficialismo. Respetamos su decisión, pero nosotros estamos en la vereda del frente de ese modelo que tanto daño le hizo a las instituciones. Cuando hablamos de alperovichismo en todas sus variantes, nos referimos a esos falsos ropajes.
- Muchas veces, oficialistas cuestionan a la oposición por su falta de proyectos o experiencia para gobernar…
- Esa es otra gran mentira del oficialismo, es un eslogan como el “trabajar fuerte” o la frase que manda a no hablar de política que suele repetir Alperovich en sus apariciones diarias. El Acuerdo Cívico ha presentado planes de gestión y proyectos en temas muy críticos para Tucumán como la educación, la seguridad o el problema azucarero. Es el oficialismo el que no tiene plan. Lo que pasa en seguridad es una muestra. Llevan 10 años de fracasos y siguen a prueba y a error. Comisarías que se caen a pedazos o civiles con chalecos para cuidar los supermercados por un subsidio de $ 1.200. ¿Eso es tener experiencia? ¿Eso es ser buen gestor? O en salud, cuando después de una década de administraciones millonarias la gente pobre tiene que seguir durmiendo en las puertas de los hospitales para conseguir un turno para ser atendidos por médicos especialistas. Hay problemas estructurales que no han sido resueltos por ninguno de estos funcionarios que se ufanan de ser estadistas con experiencia. Lo que Tucumán necesita es ejemplaridad. Parafraseando a León Gieco, ojalá que el Gobierno que venga no tenga ni la experiencia de robar, ni la experiencia de mentir.
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