Por Fernando Stanich
05 Enero 2015
Pasaron las fiestas y la campaña comenzó a jugarse entre chapuzones, anteojos de sol y bronceadores. Y aunque Tucumán no tenga playa, la política de bermudas y ojotas se posará con fuerza durante enero en esta tierra pese a que sus protagonistas den un aparente respiro a la ansiedad proselitista.
El primero en armar las valijas fue el oficialista Juan Manzur. El ministro de Salud nacional se recluyó junto a su familia en Pinamar. Allí, en la “Punta del Este” argentina, trata por estos días de superar la impotencia de haber cerrado el año sin ser bendecido públicamente por el gobernador, José Alperovich, como el sucesor. Su virtual compañero de fórmula, Osvaldo Jaldo, cansado de poner sobre sus espaldas una campaña con futuro incierto, está próximo a subirse a un avión con destino a una playa de arenas blancas. Alperovich y el radical José Cano, por esas casualidades del destino, partirán después del 10. La diferencia es que el mandatario hará un viaje más largo, hasta Miami, mientras que el opositor llevará un puñado de remeras y shorts para relajarse en el sur de Brasil. Domingo Amaya, fiel a su costumbre, tiene previsto hacerle un firulete a las vacaciones y matizar la campaña con algunas breves escapadas. Claro que, en su enigmático mundo, los hechos pueden cambiar sobre la marcha. Como ocurrió a fin de año, cuando el oficialista hizo señas en contra de un aumento del boleto de ómnibus a $ 5, pero terminó subiéndose calladito al colectivo de los $ 4,83.
Si la política se mudó a la costa atlántica es lógico que desde allí lleguen las primeras novedades de 2015. En Pinamar, la ciudad que cautivó al menenismo, encandiló al kirchnerismo y seduce al massismo, también el cielo cobija lunas tucumanas. Un sector afín a Sergio Massa difundió allí este fin de semana una encuesta realizada en diciembre. Al leer el capítulo de Tucumán, al tigrense se le borró la sonrisa que siempre lo acompaña, ya que aparece segundo con 24% de respuestas afirmativas ante la pregunta sobre a qué precandidato votaría la gente si las elecciones fueran este domingo. Primero está Daniel Scioli, con 28%, y tercero Mauricio Macri, con 18%. Sobre la coyuntura local, más del 50% de los consultados cree que se está frente a un final de ciclo alperovichista, aunque un 47% apoya la continuidad de esta gestión. Ubicando nombres propios en ese escenario, el massismo advierte que el radical Cano -su elegido- está en casi un 25% de preferencia y que no lo sigue Manzur, sino Amaya (poco menos del 20%) y la senadora Beatriz Rojkés de Alperovich (17,6%). El vicegobernador en licencia tiene un 8% de adhesión según la consultora platense Prisma. Jaldo ronda el 6%, al igual que Ricardo Bussi. Lo que aflige al massismo es que el principal nombre que maneja para acompañar a Cano, el del ex senador peronista José “Yayo” Carbonell, es uno de los más desconocidos por los electores interrogados. La misma encuesta tiene un apartado dedicado a la Intendencia capitalina. Los datos del Frente Renovador dan a Gerónimo Vargas Aignasse al tope de las preferencias (23%), seguido por el amayista Germán Alfaro (22%), por el alperovichista Pablo Yedlin (18%) y por la radical Silvia Elías (11%).
Las olas también arrastran versiones que los políticos tucumanos tratan de ocultar mar adentro. Entre sus brindis en Valeria del Mar, cerquita de Cariló y de Pinamar, el kirchnerista Florencio Randazzo soltó que su candidato a senador nacional en Tucumán será Amaya, y que el intendente será también postulante a gobernador. El capitalino jugó a varias puntas a la vez en 2014 y parece estar dispuesto a seguir haciéndolo: histeriquea con el alperovichismo, critica al canismo, seduce y abandona al massismo, se abre al macrismo y lanza al aire fórmulas imaginarias con alguno de los mellizos Orellana. Amaya sabe que Alperovich aún no le levantó los brazos a nadie. Ni siquiera a Manzur, su preferido. De hecho, a legisladores que lo visitaron en la última semana el gobernador sólo les dijo que quería que su compañero de fórmula lo sucediera, pero nunca que sería el sucesor. “Yo quiero que sea Juan”, lanzó en esas charlas.
Contemplando el mar, quizá, pueda resolver si corresponde hacer lo que quiera, o si deberá conformarse con hacer lo que le convenga.
El primero en armar las valijas fue el oficialista Juan Manzur. El ministro de Salud nacional se recluyó junto a su familia en Pinamar. Allí, en la “Punta del Este” argentina, trata por estos días de superar la impotencia de haber cerrado el año sin ser bendecido públicamente por el gobernador, José Alperovich, como el sucesor. Su virtual compañero de fórmula, Osvaldo Jaldo, cansado de poner sobre sus espaldas una campaña con futuro incierto, está próximo a subirse a un avión con destino a una playa de arenas blancas. Alperovich y el radical José Cano, por esas casualidades del destino, partirán después del 10. La diferencia es que el mandatario hará un viaje más largo, hasta Miami, mientras que el opositor llevará un puñado de remeras y shorts para relajarse en el sur de Brasil. Domingo Amaya, fiel a su costumbre, tiene previsto hacerle un firulete a las vacaciones y matizar la campaña con algunas breves escapadas. Claro que, en su enigmático mundo, los hechos pueden cambiar sobre la marcha. Como ocurrió a fin de año, cuando el oficialista hizo señas en contra de un aumento del boleto de ómnibus a $ 5, pero terminó subiéndose calladito al colectivo de los $ 4,83.
Si la política se mudó a la costa atlántica es lógico que desde allí lleguen las primeras novedades de 2015. En Pinamar, la ciudad que cautivó al menenismo, encandiló al kirchnerismo y seduce al massismo, también el cielo cobija lunas tucumanas. Un sector afín a Sergio Massa difundió allí este fin de semana una encuesta realizada en diciembre. Al leer el capítulo de Tucumán, al tigrense se le borró la sonrisa que siempre lo acompaña, ya que aparece segundo con 24% de respuestas afirmativas ante la pregunta sobre a qué precandidato votaría la gente si las elecciones fueran este domingo. Primero está Daniel Scioli, con 28%, y tercero Mauricio Macri, con 18%. Sobre la coyuntura local, más del 50% de los consultados cree que se está frente a un final de ciclo alperovichista, aunque un 47% apoya la continuidad de esta gestión. Ubicando nombres propios en ese escenario, el massismo advierte que el radical Cano -su elegido- está en casi un 25% de preferencia y que no lo sigue Manzur, sino Amaya (poco menos del 20%) y la senadora Beatriz Rojkés de Alperovich (17,6%). El vicegobernador en licencia tiene un 8% de adhesión según la consultora platense Prisma. Jaldo ronda el 6%, al igual que Ricardo Bussi. Lo que aflige al massismo es que el principal nombre que maneja para acompañar a Cano, el del ex senador peronista José “Yayo” Carbonell, es uno de los más desconocidos por los electores interrogados. La misma encuesta tiene un apartado dedicado a la Intendencia capitalina. Los datos del Frente Renovador dan a Gerónimo Vargas Aignasse al tope de las preferencias (23%), seguido por el amayista Germán Alfaro (22%), por el alperovichista Pablo Yedlin (18%) y por la radical Silvia Elías (11%).
Las olas también arrastran versiones que los políticos tucumanos tratan de ocultar mar adentro. Entre sus brindis en Valeria del Mar, cerquita de Cariló y de Pinamar, el kirchnerista Florencio Randazzo soltó que su candidato a senador nacional en Tucumán será Amaya, y que el intendente será también postulante a gobernador. El capitalino jugó a varias puntas a la vez en 2014 y parece estar dispuesto a seguir haciéndolo: histeriquea con el alperovichismo, critica al canismo, seduce y abandona al massismo, se abre al macrismo y lanza al aire fórmulas imaginarias con alguno de los mellizos Orellana. Amaya sabe que Alperovich aún no le levantó los brazos a nadie. Ni siquiera a Manzur, su preferido. De hecho, a legisladores que lo visitaron en la última semana el gobernador sólo les dijo que quería que su compañero de fórmula lo sucediera, pero nunca que sería el sucesor. “Yo quiero que sea Juan”, lanzó en esas charlas.
Contemplando el mar, quizá, pueda resolver si corresponde hacer lo que quiera, o si deberá conformarse con hacer lo que le convenga.
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