Por LA GACETA
30 Diciembre 2014
Tienen la función esencial de comunicar los pueblos entre sí. Lo sabe el hombre desde siempre. Sin ellos no habría modo de llegar a otros lugares, salvo que se tratara tal vez de una meseta y aun así habría que señalizarlos para no perderse. No se hubieran registrado invasiones ni conquistas. Las comunidades vivirían aisladas sin saber quiénes son sus vecinos. En la antigüedad, los romanos entendieron rápidamente la importancia de los caminos y se ocuparon de que nadie que quisiera ir a Roma, capital del imperio, tuviese argumentos para no hacerlo. Una de las llaves del turismo lo constituyen las rutas en buen estado.
Muchas de ellas no tienen esa buena suerte en Tucumán. Por ejemplo, la N° 307 que conduce a nuestros Valles, cuyos primeros 107 kilómetros para llegar a Tafí y los que restan hasta El Infiernillo, parecen una alfombra. Sin embargo, a partir de allí hasta Amaicha, su estado es deplorable; sus baches pueden ser causales de accidentes.
En 2007 se advirtió el deterioro del pavimento. El Gobierno provincial firmó entonces un convenio con Vialidad Nacional para la concreción de obras viales por $150 millones. Para la N° 307 se destinaron $61 millones. Se anticipó entonces que se la iba a repavimentar desde Tafí del Valle hasta Colalao del Valle, donde empieza la ruta nacional 40. No sólo los amaicheños reclaman desde entonces la reparación, también los habitantes de la ciudad catamarqueña de Santa María, cuya vida comercial depende mayormente de Tucumán.
Hace unos meses, en nuestra sección cartas, publicamos la de una lectora que resume esta realidad. “Tucumán es una de las provincias más bonitas del país. Siento orgullo de sus paisajes. ¡Qué belleza Tafí del Valle! Pero qué lástima el estado de la ruta 307, a partir de este pintoresco valle. Viajo por lo menos seis veces al mes por estos caminos. ¡Es de terror! Ausencia total de vallas y/o guardarrail, cartelerías informativas, murallas para contener la caída de piedras. El pavimento que no es pavimento, consiste en pozos con rellenos de alquitrán y piedritas. La niebla impide la visibilidad. Señores funcionarios: Tucumán no termina en Tafí del Valle, también existen lugares como ser La Quebradita, Carapunco, El Infiernillo, la Quebrada de los Cardones, Los Corpitos, Ampimpa, El Tío, Amaicha del Valle, Quilmes. ¿Cómo queremos promocionar el turismo si la ruta que nos conduce se halla en mal estado? Es paupérrima... La ruta N° 40, dicho sea de paso, en Tucumán, no está pavimentada. Estamos a muchos años luz de poder ofrecer una buena estructura como corredor turístico tucumano. Trabajen por un Tucumán con buenas rutas. Invito a todas las autoridades a recorrer dicho circuito, ¿turístico?”, decía Olga Graciela Córdoba.
La ruta N° 307, que une Acheral con Amaicha del Valle, fue habilitada el 17 de enero de 1943 durante la gobernación de Miguel Critto; comenzó a construirse el 23 de septiembre de 1940 y se inició simultáneamente de los extremos.
Desde hace siete años, el tramo El Infiernillo-Amaicha sigue esperando que el gobierno se acuerde de él. Esta discriminación evidente es desde todo de vista injusta. A los pobladores les resta mantener la esperanza de que las nuevas autoridades que se hagan cargo del destino provincial en 2015, concreten lo que estas no lograron hasta ahora en una década de administración.
Muchas de ellas no tienen esa buena suerte en Tucumán. Por ejemplo, la N° 307 que conduce a nuestros Valles, cuyos primeros 107 kilómetros para llegar a Tafí y los que restan hasta El Infiernillo, parecen una alfombra. Sin embargo, a partir de allí hasta Amaicha, su estado es deplorable; sus baches pueden ser causales de accidentes.
En 2007 se advirtió el deterioro del pavimento. El Gobierno provincial firmó entonces un convenio con Vialidad Nacional para la concreción de obras viales por $150 millones. Para la N° 307 se destinaron $61 millones. Se anticipó entonces que se la iba a repavimentar desde Tafí del Valle hasta Colalao del Valle, donde empieza la ruta nacional 40. No sólo los amaicheños reclaman desde entonces la reparación, también los habitantes de la ciudad catamarqueña de Santa María, cuya vida comercial depende mayormente de Tucumán.
Hace unos meses, en nuestra sección cartas, publicamos la de una lectora que resume esta realidad. “Tucumán es una de las provincias más bonitas del país. Siento orgullo de sus paisajes. ¡Qué belleza Tafí del Valle! Pero qué lástima el estado de la ruta 307, a partir de este pintoresco valle. Viajo por lo menos seis veces al mes por estos caminos. ¡Es de terror! Ausencia total de vallas y/o guardarrail, cartelerías informativas, murallas para contener la caída de piedras. El pavimento que no es pavimento, consiste en pozos con rellenos de alquitrán y piedritas. La niebla impide la visibilidad. Señores funcionarios: Tucumán no termina en Tafí del Valle, también existen lugares como ser La Quebradita, Carapunco, El Infiernillo, la Quebrada de los Cardones, Los Corpitos, Ampimpa, El Tío, Amaicha del Valle, Quilmes. ¿Cómo queremos promocionar el turismo si la ruta que nos conduce se halla en mal estado? Es paupérrima... La ruta N° 40, dicho sea de paso, en Tucumán, no está pavimentada. Estamos a muchos años luz de poder ofrecer una buena estructura como corredor turístico tucumano. Trabajen por un Tucumán con buenas rutas. Invito a todas las autoridades a recorrer dicho circuito, ¿turístico?”, decía Olga Graciela Córdoba.
La ruta N° 307, que une Acheral con Amaicha del Valle, fue habilitada el 17 de enero de 1943 durante la gobernación de Miguel Critto; comenzó a construirse el 23 de septiembre de 1940 y se inició simultáneamente de los extremos.
Desde hace siete años, el tramo El Infiernillo-Amaicha sigue esperando que el gobierno se acuerde de él. Esta discriminación evidente es desde todo de vista injusta. A los pobladores les resta mantener la esperanza de que las nuevas autoridades que se hagan cargo del destino provincial en 2015, concreten lo que estas no lograron hasta ahora en una década de administración.
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