26 Diciembre 2014
PIDIÓ RECONCILIACIÓN. El obispo Arancedo lamentó que los argentinos estemos lejos del mensaje de amor y de paz que llega con la Navidad. dyn (archivo)
BUENOS AIRES.- Los obispos argentinos insistieron ayer en advertir sobre el avance del narcotráfico, la violencia y la inseguridad en sus mensajes navideños, al tiempo que exhortaron a la fraternidad, el diálogo y el encuentro entre los argentinos.
En vísperas de un año electoral, los prelados llamaron a construir un país en paz, solidaridad y justicia, y le reclamaron a los políticos trabajar por los pobres con mayor vocación de servicio, honestidad y menos corrupción.
José María Arancedo (Santa Fe, presidente del Episcopado) expresó: “qué lejos nos encontramos del mensaje de paz y amor de Navidad, cuando tenemos que hablar de esa realidad tan cercana que no corresponde a la dignidad del hombre. Me refiero al desprecio por la vida de mi hermano, que se expresa en la violencia y la inseguridad, al delito del narcotráfico y la trata de personas, al odio que cierra el camino al encuentro y la reconciliación, al egoísmo que nos aísla y debilita los lazos fraternos”.
“En Navidad tenemos la capacidad de poder cambiar para el bien. Empecemos en ser sembradores de paz, de diálogo y de entendimiento, sin la tristeza de rencores y enfrentamientos, tan dañinos como estériles”, dijo Alfonso Delgado (San Juan). “En poder recorrer con la frente alta el camino de la honestidad, sin dejarnos atrapar por el éxito efímero de cualquier tipo de corrupción. En la preocupación por la seguridad de los ciudadanos frente a una delincuencia y a un narcotráfico cada vez más sofisticados”, acotó.
Alfredo Zecca (Tucumán) dijo que “la amistad social sustenta la paz estable y duradera. Necesitamos hoy, más que nunca, afianzar esta paz social, el diálogo en torno a la verdad y el consenso que nunca la crea, sino que la descubre y afianza”.
“Que esta Navidad nos ayude a reencontrarnos como hermanos, reconociéndonos como constructores de una verdadera amistad social. Que el Niño de Belén nos regale paz en los corazones, en las familias, en nuestra sociedad y en el mundo”, manifestó Carlos Franzini (Mendoza)
“No hay Navidad sin hermanos. No hay Navidad sin compromiso por la justicia y la paz. No hay Navidad sin buenas noticias para los pobres”, apuntó por su lado Jorge Lozano (Gualeguaychú - Pastoral Social). “El papa Francisco nos impulsa a ir con la buena noticia del amor de Dios a las periferias existenciales, esas donde no llega el trabajo digno, pero llega antes la droga, el alcoholismo, la violencia doméstica, la prostitución para la sobrevivencia o la aberración de la trata”, señaló.
Jorge Lugones (Lomas de Zamora) dijo que “cuando se olvida uno de Cristo, convierte todas esas capacidades humanas, en un sistema depredador, de opresión, de esclavitud, de odio, de venganzas. Cuando se encierra en el egoísmo, este retrato de Dios que es el hombre se hace desagradable, casi inhumano en los rostros del codicioso, del traficante, del testaferro, del prepotente, del usurero, del difamador o descalificador crónico, del calumniador, del mentiroso, del coimero, del golpeador, del violento, del que desprecia su propio hogar”.
Los obispos patagónicos coincidieron en apuntar: “¿cómo estar alegres en Navidad si la subsistencia de cada día depende de changas o de un sueldo tan alejado del costo de vida, o de una vida subsidiada que empobrece la dignidad? ¿Cómo estar alegres si muchas urgencias sociales no son recepcionadas por quienes tienen el deber de ocuparse de las mismas?”. (DyN)
En vísperas de un año electoral, los prelados llamaron a construir un país en paz, solidaridad y justicia, y le reclamaron a los políticos trabajar por los pobres con mayor vocación de servicio, honestidad y menos corrupción.
José María Arancedo (Santa Fe, presidente del Episcopado) expresó: “qué lejos nos encontramos del mensaje de paz y amor de Navidad, cuando tenemos que hablar de esa realidad tan cercana que no corresponde a la dignidad del hombre. Me refiero al desprecio por la vida de mi hermano, que se expresa en la violencia y la inseguridad, al delito del narcotráfico y la trata de personas, al odio que cierra el camino al encuentro y la reconciliación, al egoísmo que nos aísla y debilita los lazos fraternos”.
“En Navidad tenemos la capacidad de poder cambiar para el bien. Empecemos en ser sembradores de paz, de diálogo y de entendimiento, sin la tristeza de rencores y enfrentamientos, tan dañinos como estériles”, dijo Alfonso Delgado (San Juan). “En poder recorrer con la frente alta el camino de la honestidad, sin dejarnos atrapar por el éxito efímero de cualquier tipo de corrupción. En la preocupación por la seguridad de los ciudadanos frente a una delincuencia y a un narcotráfico cada vez más sofisticados”, acotó.
Alfredo Zecca (Tucumán) dijo que “la amistad social sustenta la paz estable y duradera. Necesitamos hoy, más que nunca, afianzar esta paz social, el diálogo en torno a la verdad y el consenso que nunca la crea, sino que la descubre y afianza”.
“Que esta Navidad nos ayude a reencontrarnos como hermanos, reconociéndonos como constructores de una verdadera amistad social. Que el Niño de Belén nos regale paz en los corazones, en las familias, en nuestra sociedad y en el mundo”, manifestó Carlos Franzini (Mendoza)
“No hay Navidad sin hermanos. No hay Navidad sin compromiso por la justicia y la paz. No hay Navidad sin buenas noticias para los pobres”, apuntó por su lado Jorge Lozano (Gualeguaychú - Pastoral Social). “El papa Francisco nos impulsa a ir con la buena noticia del amor de Dios a las periferias existenciales, esas donde no llega el trabajo digno, pero llega antes la droga, el alcoholismo, la violencia doméstica, la prostitución para la sobrevivencia o la aberración de la trata”, señaló.
Jorge Lugones (Lomas de Zamora) dijo que “cuando se olvida uno de Cristo, convierte todas esas capacidades humanas, en un sistema depredador, de opresión, de esclavitud, de odio, de venganzas. Cuando se encierra en el egoísmo, este retrato de Dios que es el hombre se hace desagradable, casi inhumano en los rostros del codicioso, del traficante, del testaferro, del prepotente, del usurero, del difamador o descalificador crónico, del calumniador, del mentiroso, del coimero, del golpeador, del violento, del que desprecia su propio hogar”.
Los obispos patagónicos coincidieron en apuntar: “¿cómo estar alegres en Navidad si la subsistencia de cada día depende de changas o de un sueldo tan alejado del costo de vida, o de una vida subsidiada que empobrece la dignidad? ¿Cómo estar alegres si muchas urgencias sociales no son recepcionadas por quienes tienen el deber de ocuparse de las mismas?”. (DyN)