Por LA GACETA
23 Diciembre 2014
El robo de “Sementera”, una pintura de Enrique Policastro, que data de 1927, ocurrida en julio de 2007, en el Museo de Bellas Artes “Timoteo Navarro”, desnudó la ausencia de protección adecuada del patrimonio artístico. Ello reflejaba un exceso de confianza, porque no era frecuente que sucediera, o precariedad en asegurar las obras y en cuidarlas de los amigos de lo ajeno.
En enero de 2011, en el Museo de Arte Sacro de Tucumán, ubicado en la calle Congreso primera cuadra, desaparecieron dos objetos de gran valor económico e histórico: y dos custodias históricas, una era de oro, piedras preciosas y perlas y pertenecía a la Catedral de Tucumán. El edificio contaba ya entonces con un sistema de alarmas y de cámaras; por esa razón, nadie se explicó por qué no sonaron los aparatos instalados en cada una de las vitrinas. Pese a que los objetos no fueron recuperados, se mejoró la seguridad con alarmas, cámaras y un sistema de rayos láser.
En marzo pasado, una artista plástica Florencia Wagner, que participaba en la muestra colectiva “Del Bicentenario” en el Centro Cultural “Eugenio Virla”, descubrió que, de las 39 piezas que componían su obra, sólo había 33 dibujos, seis había sido sustraídos. Respecto del robo, el secretario de Extensión de la UNT afirmó que iba a efectuarse un relevamiento para luego pensar en una solución. “Necesitamos un plan de seguridad”, dijo. La artista realizó en la oportunidad la denuncia. Le pidieron que valuara los cuadros robados pero aún no le respondieron si le restituirán el dinero, así como tampoco le aclararon si la UNT tiene seguros por robo de trabajos de arte.
La directora del Virla acaba de anunciar que instaló un sistema con cuatro cámaras móviles, ubicadas en la sala semicircular, la sala Bandeja y la que se ubica debajo del auditorio; las cámaras son móviles, que pueden redirigirse de acuerdo con la ubicación de los objetos en esos espacios.
Las imágenes pueden observarse en un monitor madre, ubicado en una de las oficinas, y que más adelante podrán ser vistas en otras dependencias del Centro Cultural. El sistema está conectado a una alarma general; una agente de Policía efectúa la vigilancia durante la tarde hasta la noche en el Virla, tarea que por la mañana efectúan tres empleados administrativos. Se trata, por cierto, de un avance en materia de seguridad.
La Casa Padilla, los museos Timoteo Navarro, Folklórico e Histórico cuentan con cámaras, alarmas y algunos con personal policial durante las 24 horas. El MUNT no posee cámaras, pero dispone de personal de vigilancia. El centro cultural Rougés también cuenta con vigilancia.
No son muchas en la provincia las salas que exhiben objetos de arte, algunos de gran valor histórico. Sería interesante que se diseñara un sistema con un protocolo determinado que fuera respetado por todas estas instituciones. La Facultad de Artes de la UNT podría capacitar al personal encargado del cuidado de las salas, ya se trate de empleados, policías o de vigilantes privados.
También sería muy importante que las obras de los expositores gozaran de un seguro, de modo que el artista pudiese recibir una indemnización en caso de robo. Se podría consultar a instituciones de otras provincias y diseñar un plan de seguridad que resguardara con eficacia nuestro patrimonio artístico.
En enero de 2011, en el Museo de Arte Sacro de Tucumán, ubicado en la calle Congreso primera cuadra, desaparecieron dos objetos de gran valor económico e histórico: y dos custodias históricas, una era de oro, piedras preciosas y perlas y pertenecía a la Catedral de Tucumán. El edificio contaba ya entonces con un sistema de alarmas y de cámaras; por esa razón, nadie se explicó por qué no sonaron los aparatos instalados en cada una de las vitrinas. Pese a que los objetos no fueron recuperados, se mejoró la seguridad con alarmas, cámaras y un sistema de rayos láser.
En marzo pasado, una artista plástica Florencia Wagner, que participaba en la muestra colectiva “Del Bicentenario” en el Centro Cultural “Eugenio Virla”, descubrió que, de las 39 piezas que componían su obra, sólo había 33 dibujos, seis había sido sustraídos. Respecto del robo, el secretario de Extensión de la UNT afirmó que iba a efectuarse un relevamiento para luego pensar en una solución. “Necesitamos un plan de seguridad”, dijo. La artista realizó en la oportunidad la denuncia. Le pidieron que valuara los cuadros robados pero aún no le respondieron si le restituirán el dinero, así como tampoco le aclararon si la UNT tiene seguros por robo de trabajos de arte.
La directora del Virla acaba de anunciar que instaló un sistema con cuatro cámaras móviles, ubicadas en la sala semicircular, la sala Bandeja y la que se ubica debajo del auditorio; las cámaras son móviles, que pueden redirigirse de acuerdo con la ubicación de los objetos en esos espacios.
Las imágenes pueden observarse en un monitor madre, ubicado en una de las oficinas, y que más adelante podrán ser vistas en otras dependencias del Centro Cultural. El sistema está conectado a una alarma general; una agente de Policía efectúa la vigilancia durante la tarde hasta la noche en el Virla, tarea que por la mañana efectúan tres empleados administrativos. Se trata, por cierto, de un avance en materia de seguridad.
La Casa Padilla, los museos Timoteo Navarro, Folklórico e Histórico cuentan con cámaras, alarmas y algunos con personal policial durante las 24 horas. El MUNT no posee cámaras, pero dispone de personal de vigilancia. El centro cultural Rougés también cuenta con vigilancia.
No son muchas en la provincia las salas que exhiben objetos de arte, algunos de gran valor histórico. Sería interesante que se diseñara un sistema con un protocolo determinado que fuera respetado por todas estas instituciones. La Facultad de Artes de la UNT podría capacitar al personal encargado del cuidado de las salas, ya se trate de empleados, policías o de vigilantes privados.
También sería muy importante que las obras de los expositores gozaran de un seguro, de modo que el artista pudiese recibir una indemnización en caso de robo. Se podría consultar a instituciones de otras provincias y diseñar un plan de seguridad que resguardara con eficacia nuestro patrimonio artístico.
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