Por Federico Türpe
20 Diciembre 2014
Apenas unas horas antes de que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunciara el descabezamiento de la Secretaría de Inteligencia, ex SIDE, un medio digital porteño denunciaba vínculos comerciales entre el gobernador José Alperovich y Lázaro Báez. ¿Qué tiene que ver un hecho con el otro? Veamos.
En momentos en que el “Muro del Caribe” se está derrumbando después de más de medio siglo y, Vaticano mediante, EEUU y Cuba parecen decididos a darse finalmente la mano, en Argentina la retorcida e indescifrable red de espionaje sigue funcionando como en la Guerra Fría. Dicho de otro modo, mientras la Agencia de Seguridad Nacional del Tío Sam intercepta el 98% de las telecomunicaciones de Latinoamérica y Google -otro gigante financiado por la CIA, según confirman documentos revelados por WikiLeaks- controla el 80% de los smartphones del mundo, nuestros agentes criollos siguen espiando con largavistas.
La ex SIDE, con casi 2.000 agentes y un presupuesto de $800 millones, es una oscura Caja de Pandora que funciona como una agencia de seguridad privada con muchos dueños.
El martes, CFK removió al uno y al dos, Héctor Icazuriaga y Francisco Larcher, jefes políticos de una Secretaría que hace rato no controlaban, es decir, que no hacía lo que quería la presidenta. Es que el verdadero jefe operativo (removido ayer) es Jaime Stiusso, cuyo verdadero nombre es Antonio Horacio Stiles, quien ingresó a la SIDE en 1972. No hace falta decir mucho más, los mismos chicos desde hace 42 años, dictaduras y gobiernos de todos los colores en el medio.
En Argentina funcionan además la Dirección de Estratégica Militar (depende del Ministerio de Defensa), Inteligencia del Ejército, Inteligencia de la Marina, Inteligencia de la Fuerza Aérea, Inteligencia de la Policía Federal, Inteligencia de Gendarmería, Inteligencia de Prefectura Naval, inteligencia de las agencias privadas contratadas por organismos oficiales, e inteligencia de cada una de las policías provinciales. Representan un presupuesto de $2.410 millones, 800 para el ex SIDE, como ya dijimos, $836 millones para las Fuerzas Armadas, y $772 para las inteligencias de las Fuerzas de Seguridad.
Cristina eligió al jefe del Ejército César Milani, muy comprometido en delitos de la dictadura, como hombre de confianza para ordenar este entuerto y por eso le triplicó el presupuesto en los últimos cuatro años. Ordenar a los espías no es otra cosa que controlarlos para que operen al servicio del poder de turno, investigando y apretando a “opositores” que representen algún peligro (jueces, políticos, empresarios, periodistas, gremialistas, etc).
La guerra entre espías lleva muchos años, pero se ha profundizado últimamente por dos razones principales, la irrupción de Milani en otras fuerzas de inteligencia y un gobierno que está en retirada y debe cuidar sus espaldas.
El lunes LaPolíticaOnLine.com publicó que Alperovich había hecho negocios automotrices con Báez, según una denuncia de la dirigente de la Coalición Cívica de Santa Cruz, Mariana Zuvic. A través de un vocero, Zuvic le desmintió a LA GACETA que haya denunciado vínculos del gobernador con Báez. Más tarde, periodistas de ese medio nos reconocieron que recibieron documentación de una fuente en “off the record”.
Fuentes de inteligencia nos dijeron luego que es “muy probable” que esta denuncia fuera parte de los “efectos colaterales” de la interna encarnizada en la ex SIDE.
El martes, después de los cambios anunciados por CFK en la Secretaría, supuestos periodistas intentaron entrevistar telefónicamente a Naum Alperovich, hermano del gobernador y propietario de Alperovich Group, invocando nombres de periodistas de este diario. Utilizaron, incluso, cuentas falsas de WhatsApp.
Grabar una conversación telefónica como si fuera una entrevista radial es una vieja táctica de los servicios de inteligencia. El audio luego se edita según conveniencia y se distribuye entre medios “amigos” o incautos.
Ocurrió en febrero de este año, cuando en una escucha telefónica judicial, el presunto narco Juan Suris (novio de la vedette Mónica Farro) contaba “al pasar” que se alojaba en un departamento “del hijo de Alperovich” en Puerto Madero. Más tarde se supo que el “hijo” del gobernador en realidad era un joven tucumano que se hacía pasar por tal, para abrirse puertas en la noche porteña. La respuesta del norte no se hizo esperar y un día más tarde circuló una “entrevista” radial, claramente editada y sin preguntas de ningún periodista, donde una modelo tucumana negaba que el hijo de Alperovich conociera a Suris y además revelaba quién era el joven que se hacía pasar por el hijo del gobernador.
Afirma Julián Assange, fundador de WikiLeaks, organización que ha publicado más de ocho millones de documentos clasificados, diplomáticos, bancarios y militares, que hoy la guerra del espionaje se dirime en escenarios impensados, como por ejemplo Wikipedia. “Vean, por ejemplo, el historial de cambios de las páginas de Wikipedia en términos sobre tortura o “submarino” y van a descubrir una disputa muy interesante entre los grupos de poder más fuertes del mundo, entre ellos la CIA. Es una guerra que no ocurre en ningún lugar y es sólo en torno de una palabra, pero gracias a Wikipedia podemos ver esta guerra”, afirmó el australiano en una entrevista al diario Perfil, hoy asilado en la embajada de Ecuador en Londres.
LA GACETA ha detectado varias veces modificaciones en su página de Wikipedia, aparentemente irrelevantes para el público en general: pequeños cambios en su conformación accionaria, cifras menores en su circulación, posición editorial del diario, etc. Todas realizadas por cuentas anónimas, pero cuyas huellas en Wikipedia son fáciles de seguir. En todos los casos, fueron cuentas que editaron páginas de otros medios -ninguno adicto al gobierno- y perfiles de partidos y candidatos opositores.
El ciudadano inocente supone que gastamos miles de millones de pesos en cuidar las fronteras, en investigar al narcotráfico, los delitos financieros o la trata de personas. No señor, nuestros espías están para cosas más importantes.
En momentos en que el “Muro del Caribe” se está derrumbando después de más de medio siglo y, Vaticano mediante, EEUU y Cuba parecen decididos a darse finalmente la mano, en Argentina la retorcida e indescifrable red de espionaje sigue funcionando como en la Guerra Fría. Dicho de otro modo, mientras la Agencia de Seguridad Nacional del Tío Sam intercepta el 98% de las telecomunicaciones de Latinoamérica y Google -otro gigante financiado por la CIA, según confirman documentos revelados por WikiLeaks- controla el 80% de los smartphones del mundo, nuestros agentes criollos siguen espiando con largavistas.
La ex SIDE, con casi 2.000 agentes y un presupuesto de $800 millones, es una oscura Caja de Pandora que funciona como una agencia de seguridad privada con muchos dueños.
El martes, CFK removió al uno y al dos, Héctor Icazuriaga y Francisco Larcher, jefes políticos de una Secretaría que hace rato no controlaban, es decir, que no hacía lo que quería la presidenta. Es que el verdadero jefe operativo (removido ayer) es Jaime Stiusso, cuyo verdadero nombre es Antonio Horacio Stiles, quien ingresó a la SIDE en 1972. No hace falta decir mucho más, los mismos chicos desde hace 42 años, dictaduras y gobiernos de todos los colores en el medio.
En Argentina funcionan además la Dirección de Estratégica Militar (depende del Ministerio de Defensa), Inteligencia del Ejército, Inteligencia de la Marina, Inteligencia de la Fuerza Aérea, Inteligencia de la Policía Federal, Inteligencia de Gendarmería, Inteligencia de Prefectura Naval, inteligencia de las agencias privadas contratadas por organismos oficiales, e inteligencia de cada una de las policías provinciales. Representan un presupuesto de $2.410 millones, 800 para el ex SIDE, como ya dijimos, $836 millones para las Fuerzas Armadas, y $772 para las inteligencias de las Fuerzas de Seguridad.
Cristina eligió al jefe del Ejército César Milani, muy comprometido en delitos de la dictadura, como hombre de confianza para ordenar este entuerto y por eso le triplicó el presupuesto en los últimos cuatro años. Ordenar a los espías no es otra cosa que controlarlos para que operen al servicio del poder de turno, investigando y apretando a “opositores” que representen algún peligro (jueces, políticos, empresarios, periodistas, gremialistas, etc).
La guerra entre espías lleva muchos años, pero se ha profundizado últimamente por dos razones principales, la irrupción de Milani en otras fuerzas de inteligencia y un gobierno que está en retirada y debe cuidar sus espaldas.
El lunes LaPolíticaOnLine.com publicó que Alperovich había hecho negocios automotrices con Báez, según una denuncia de la dirigente de la Coalición Cívica de Santa Cruz, Mariana Zuvic. A través de un vocero, Zuvic le desmintió a LA GACETA que haya denunciado vínculos del gobernador con Báez. Más tarde, periodistas de ese medio nos reconocieron que recibieron documentación de una fuente en “off the record”.
Fuentes de inteligencia nos dijeron luego que es “muy probable” que esta denuncia fuera parte de los “efectos colaterales” de la interna encarnizada en la ex SIDE.
El martes, después de los cambios anunciados por CFK en la Secretaría, supuestos periodistas intentaron entrevistar telefónicamente a Naum Alperovich, hermano del gobernador y propietario de Alperovich Group, invocando nombres de periodistas de este diario. Utilizaron, incluso, cuentas falsas de WhatsApp.
Grabar una conversación telefónica como si fuera una entrevista radial es una vieja táctica de los servicios de inteligencia. El audio luego se edita según conveniencia y se distribuye entre medios “amigos” o incautos.
Ocurrió en febrero de este año, cuando en una escucha telefónica judicial, el presunto narco Juan Suris (novio de la vedette Mónica Farro) contaba “al pasar” que se alojaba en un departamento “del hijo de Alperovich” en Puerto Madero. Más tarde se supo que el “hijo” del gobernador en realidad era un joven tucumano que se hacía pasar por tal, para abrirse puertas en la noche porteña. La respuesta del norte no se hizo esperar y un día más tarde circuló una “entrevista” radial, claramente editada y sin preguntas de ningún periodista, donde una modelo tucumana negaba que el hijo de Alperovich conociera a Suris y además revelaba quién era el joven que se hacía pasar por el hijo del gobernador.
Afirma Julián Assange, fundador de WikiLeaks, organización que ha publicado más de ocho millones de documentos clasificados, diplomáticos, bancarios y militares, que hoy la guerra del espionaje se dirime en escenarios impensados, como por ejemplo Wikipedia. “Vean, por ejemplo, el historial de cambios de las páginas de Wikipedia en términos sobre tortura o “submarino” y van a descubrir una disputa muy interesante entre los grupos de poder más fuertes del mundo, entre ellos la CIA. Es una guerra que no ocurre en ningún lugar y es sólo en torno de una palabra, pero gracias a Wikipedia podemos ver esta guerra”, afirmó el australiano en una entrevista al diario Perfil, hoy asilado en la embajada de Ecuador en Londres.
LA GACETA ha detectado varias veces modificaciones en su página de Wikipedia, aparentemente irrelevantes para el público en general: pequeños cambios en su conformación accionaria, cifras menores en su circulación, posición editorial del diario, etc. Todas realizadas por cuentas anónimas, pero cuyas huellas en Wikipedia son fáciles de seguir. En todos los casos, fueron cuentas que editaron páginas de otros medios -ninguno adicto al gobierno- y perfiles de partidos y candidatos opositores.
El ciudadano inocente supone que gastamos miles de millones de pesos en cuidar las fronteras, en investigar al narcotráfico, los delitos financieros o la trata de personas. No señor, nuestros espías están para cosas más importantes.
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