15 Diciembre 2014
A TODO O NADA. Mohamed sabía que su única chance de soplarle el título a Abdallah sería correr sin especulaciones de ningún tipo. El tucumano salió a quemar las naves, pero la suerte no lo acompañó. prensa mohamed competición
En apenas dos vueltas (y algunos metros más) el sueño que Lucas Mohamed acunó desde que ganó la primera fecha de la Clase 2 del Turismo Nacional en La Plata encontró el final menos pensado. Su VW Gol, herido por un toque de carrera, había roto su distribución, terminó a un costado de la pista. Automáticamente (aunque la carrera seguía su curso), el puntano Hanna Abdallah se convertía en campeón.
El final de certamen para el tucumano terminó sin que hubiera podido cosechar un punto. Su necesidad de descontar la diferencia que había sacado el puntano en el certamen lo obligaba a jugársela. Hizo lo que pudo, pero el medio mecánico lo dejó a pie. Le pasó de todo desde los ensayos del viernes: problemas con el combustible, fallas eléctricas, dificultades en la puesta a punto, roturas por un fuera de pista, pérdida de equilibrio del tren delantero. No fueron las “Siete plagas de Egipto”, pero se le parecieron.
Abdallah tampoco tuvo un buen fin de semana, pero contó con la fortuna de su lado. Terminó 20°, con un Renault Clio muy al límite con sus 70 kilos de lastre y sin brillar. Terminó por ganarle el campeonato a Mohamed por apenas 10 puntos. Y eso que, al menos durante tres fechas del certamen 2014, tuvo el innecesario y muy polémico favor reglamentario de haber tenido una brida restrictora de los motores más grande. El propio presidente de la Apat, Hugo Paoletti, dijo que eso fue un error. Ni el mismo corredor puntano se veía con chances a mitad de temporada. Al menos, eso confesó el sábado en la zona de verificaciones técnicas. “Esos triunfos seguidos me devolvieron a la lucha. Pero la última que gané, en Concordia, fue la más inesperada de todas. Creo que si Percaz o Mohamed lograban mejores puestos en las series, me pasaban como si nada”, comentó.
La emoción
Exactamente a las 12.10 de ayer, por un instante se paralizó el corazón de los integrantes del Mohamed Competición, amigos y allegados. La imagen que entregaba la televisión del VW Gol perdiendo velocidad, y luego yéndose a un costado de la pista, terminaba por asestar un golpe al corazón, que el sábado había sido a la mandíbula cuando, primero en la clasificación y después en la serie, el auto experimentó problemas. La escena dejó mudos a todos, menos al relator de Pistas Argentinas, transmitiendo en vivo la carrera, que fue brindando detalles que, sin proponérselo, abrían llagas y dejaban aflorar lágrimas.
“¿Qué pasa hijo?” La voz de “Lito”, el papá, comunicado por radio con Lucas, rompió el silencio. Un móvil de la transmisión en vivo lo abordó y surgió la versión sobre un supuesto problema eléctrico. Mientras todos se lamentaban en el box, los ojos estaban clavados en la pequeña pantalla de 14 pulgadas instalada en el lugar. La mamá, Margarita, sentada en un rincón, era la viva expresión de dolor. Las hermanas del piloto, sus mecánicos Bruno Ruiz y Juan Lara, se mantenían de pie, pero se los notaba a flor del llanto.
Fueron dos, quizás tres minutos. Tal cual sucede en aquéllos que saben que entregaron todo, aunque el resultado no sea el mejor, los Mohamed se levantaron de sus cenizas. Surgió un espontáneo “¡dale campeón!” que, una vez finalizada la carrera, se trasladó al playón de boxes, adonde ya había llegado Lucas. Y otra vez la emoción. Y de nuevo el aliento; las explicaciones, el frenesí de abrazos, besos y palmadas en la espalda.
Lucas de la gente
En segundos se armó la fiesta del podio y la entrega de los trofeos a los ganadores de la prueba y para el campeón, Hanna Abdallah. Y allá fue Lucas, a fundirse en un abrazo con el puntano. El público, encantado, no paraba de aplaudir, de ovacionar a los dos. Y otra vez el “¡dale campeón!”
Cuando ya en plena siesta el circo del TN fue desarmando sus carpas, cuando todo lo que se armó para tres días locos de definición de títulos ya comenzaba a ser recuerdo, la historia que no pudo ser, sucedió igual. A puro grito y con banderas, un grupo de más de 100 fanáticos del piloto tucumano que fueron a hacerle el aguante y lo levantaron en andas, seguros de haberlo consagrado como el mejor, al margen de lo que dijeran los números. Créase o no, el rostro bañado en lágrimas de Lucas y su ancha sonrisa les pagó con creces el largo viaje.
Carrera entretenida
La carrera, como siempre entretenida y con constantes cambios de posiciones, fue ganada por Cristian Pérez, que hizo debutar de este modo de manera excelente a su VW Gol Trend. Cronometró 29’20”110/1000 y dejó a 3”171/1000 a Lucas Bagnera (Clio) y a 3”430/1000 a Emiliano Giacoponi (Clio).
La temporada del TN, exitosa desde varios puntos de vista, finalizó con otro buen espectáculo. La próxima, que comenzará el 15 de febrero de 2015, encontrará a Mohamed subido a un nuevo auto, un Gol Trend, ya que el que corrió hasta ayer pierde su homologación. De cómo hará el yerbabuenense para armar su nueva unidad será una historia que prontó se conocerá en detalles.
El final de certamen para el tucumano terminó sin que hubiera podido cosechar un punto. Su necesidad de descontar la diferencia que había sacado el puntano en el certamen lo obligaba a jugársela. Hizo lo que pudo, pero el medio mecánico lo dejó a pie. Le pasó de todo desde los ensayos del viernes: problemas con el combustible, fallas eléctricas, dificultades en la puesta a punto, roturas por un fuera de pista, pérdida de equilibrio del tren delantero. No fueron las “Siete plagas de Egipto”, pero se le parecieron.
Abdallah tampoco tuvo un buen fin de semana, pero contó con la fortuna de su lado. Terminó 20°, con un Renault Clio muy al límite con sus 70 kilos de lastre y sin brillar. Terminó por ganarle el campeonato a Mohamed por apenas 10 puntos. Y eso que, al menos durante tres fechas del certamen 2014, tuvo el innecesario y muy polémico favor reglamentario de haber tenido una brida restrictora de los motores más grande. El propio presidente de la Apat, Hugo Paoletti, dijo que eso fue un error. Ni el mismo corredor puntano se veía con chances a mitad de temporada. Al menos, eso confesó el sábado en la zona de verificaciones técnicas. “Esos triunfos seguidos me devolvieron a la lucha. Pero la última que gané, en Concordia, fue la más inesperada de todas. Creo que si Percaz o Mohamed lograban mejores puestos en las series, me pasaban como si nada”, comentó.
La emoción
Exactamente a las 12.10 de ayer, por un instante se paralizó el corazón de los integrantes del Mohamed Competición, amigos y allegados. La imagen que entregaba la televisión del VW Gol perdiendo velocidad, y luego yéndose a un costado de la pista, terminaba por asestar un golpe al corazón, que el sábado había sido a la mandíbula cuando, primero en la clasificación y después en la serie, el auto experimentó problemas. La escena dejó mudos a todos, menos al relator de Pistas Argentinas, transmitiendo en vivo la carrera, que fue brindando detalles que, sin proponérselo, abrían llagas y dejaban aflorar lágrimas.
“¿Qué pasa hijo?” La voz de “Lito”, el papá, comunicado por radio con Lucas, rompió el silencio. Un móvil de la transmisión en vivo lo abordó y surgió la versión sobre un supuesto problema eléctrico. Mientras todos se lamentaban en el box, los ojos estaban clavados en la pequeña pantalla de 14 pulgadas instalada en el lugar. La mamá, Margarita, sentada en un rincón, era la viva expresión de dolor. Las hermanas del piloto, sus mecánicos Bruno Ruiz y Juan Lara, se mantenían de pie, pero se los notaba a flor del llanto.
Fueron dos, quizás tres minutos. Tal cual sucede en aquéllos que saben que entregaron todo, aunque el resultado no sea el mejor, los Mohamed se levantaron de sus cenizas. Surgió un espontáneo “¡dale campeón!” que, una vez finalizada la carrera, se trasladó al playón de boxes, adonde ya había llegado Lucas. Y otra vez la emoción. Y de nuevo el aliento; las explicaciones, el frenesí de abrazos, besos y palmadas en la espalda.
Lucas de la gente
En segundos se armó la fiesta del podio y la entrega de los trofeos a los ganadores de la prueba y para el campeón, Hanna Abdallah. Y allá fue Lucas, a fundirse en un abrazo con el puntano. El público, encantado, no paraba de aplaudir, de ovacionar a los dos. Y otra vez el “¡dale campeón!”
Cuando ya en plena siesta el circo del TN fue desarmando sus carpas, cuando todo lo que se armó para tres días locos de definición de títulos ya comenzaba a ser recuerdo, la historia que no pudo ser, sucedió igual. A puro grito y con banderas, un grupo de más de 100 fanáticos del piloto tucumano que fueron a hacerle el aguante y lo levantaron en andas, seguros de haberlo consagrado como el mejor, al margen de lo que dijeran los números. Créase o no, el rostro bañado en lágrimas de Lucas y su ancha sonrisa les pagó con creces el largo viaje.
Carrera entretenida
La carrera, como siempre entretenida y con constantes cambios de posiciones, fue ganada por Cristian Pérez, que hizo debutar de este modo de manera excelente a su VW Gol Trend. Cronometró 29’20”110/1000 y dejó a 3”171/1000 a Lucas Bagnera (Clio) y a 3”430/1000 a Emiliano Giacoponi (Clio).
La temporada del TN, exitosa desde varios puntos de vista, finalizó con otro buen espectáculo. La próxima, que comenzará el 15 de febrero de 2015, encontrará a Mohamed subido a un nuevo auto, un Gol Trend, ya que el que corrió hasta ayer pierde su homologación. De cómo hará el yerbabuenense para armar su nueva unidad será una historia que prontó se conocerá en detalles.
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