Por Fernando Stanich
15 Diciembre 2014
Con la irrupción de Domingo Amaya, el mercado peronista se presenta tan abarrotado como las peatonales céntricas en las semanas previas a Navidad. Es que a la casi consumada fragmentación justicialista entre alperovichistas y amayistas, se suma la clara estrategia del radical José Cano de adentrarse en el mundo de los herederos de Perón y de Evita a la busca de descontentos.
El diputado opositor es quien más puede llegar a padecer el eventual crecimiento del intendente capitalino. Cano, en los comicios de 2013, derrumbó con éxito la pared que históricamente separaba al radicalismo de los sectores sociales más vulnerables y tradicionalmente peronistas. Esa intromisión le permitió apabullar al alperovichismo en los circuitos electorales de clase media y alta, pero también empatar o perder por escaso margen en aquellas barriadas populares a priori impenetrables para la UCR. Aquella elección fue el primer indicio del convencimiento de Cano de que para ganar la gobernación en 2015, necesitaba aprender a navegar en otros mares. Con pragmatismo, el radical fue moldeando el perfil del Acuerdo Cívico y Social y obligando a sus aliados a aceptar la peronización de ese espacio. Por eso no causó sorpresa el público acuerdo con el tigrense Sergio Massa, el histeriqueo con el propio Amaya y el lógico alejamiento de los espacios liberales, como el macrismo. Cano asumió que para derrocar al alperovichismo tiene que desarmar su estructura clientelar y apoyarse en ella. Con ese propósito le dedicó más de 40 minutos a una charla privada con el líder de la CGT, el camionero Hugo Moyano, en el anochecer del viernes. La buena relación entre el referente peronista y el radical tucumano se originó cuando Cano era presidente de la comisión de Salud del Senado. El candidato a gobernador encontró nuevas coincidencias con el poderoso dirigente gremial, más allá de las críticas al ministro de Salud Juan Manzur. Moyano criticó a Daniel Scioli, le ratificó su apoyo a Massa y le adelantó que podrá contar con él para derrotar al alperovichismo.
La libertad de movimientos del radical contrasta con las ataduras de Amaya, que un día es disidente y al otro vuelve a ser kirchnerista. Esa es la principal característica que diferencia a Cano de Amaya. El intendente también había sido invitado a la inauguración de la obra social del gremio camionero, pero no asistió al evento. El problema para Cano es que para un peronista nunca habrá nada mejor que otro peronista, y en ese caso si Amaya logra transmitir seguridad a la dirigencia hastiada del alperovichismo, podría quitarle buena parte de la cosecha justicialista. Públicamente, el diputado y el jefe municipal dicen que no resignarán el primer lugar en una fórmula de gobierno y eso es lo que frena cualquier intento de alianza. Sin embargo, en reuniones privadas ambos admiten que en marzo o abril observarán las encuestas y que, según lo que digan los números, volverán a conversar.
Cuanto más lejos estén Cano y Amaya más tranquilo respira Alperovich. El gobernador alienta números que hablan de un crecimiento en la adhesión social a su ex aliado justamente para alejarlo del radicalismo. Entiende que, en un escenario electoral de tercios, más chances tendrá su delfín de ganar los comicios. Lo llamativo es que el canismo, el amayismo y el alperovichismo ahora compiten directamente en un mismo mercado electoral, y un amplio sector del electorado está huérfano de candidatos. No son pocos los que advierten en el entorno de Cano que su continua peronización lo puede alejar de los sectores medios o independientes. El macrismo y el bussismo, conscientes de ese vacío, se apuran por buscar un nombre que seduzca antes que el tiempo los apremie.
En donde también habrá una peronización será en la Universidad Nacional de Tucumán. El sábado, en un coqueto restaurante del parque 9 de Julio, la rectora Alicia Bardón almorzó con dirigentes de La Cámpora para consumar esta semana el desembarco de ese espacio. Bardón, además, se llevó de esa comida con los hermanos Atilio y Marcelo Santillán, entre otros referentes K, la promesa de que llegará a la UNT una partida de $ 10 millones para obras. Casualmente, ese convenio lo firmará el secretario de Obras Públicas de la Nación y precandidato a gobernador, José López.
El diputado opositor es quien más puede llegar a padecer el eventual crecimiento del intendente capitalino. Cano, en los comicios de 2013, derrumbó con éxito la pared que históricamente separaba al radicalismo de los sectores sociales más vulnerables y tradicionalmente peronistas. Esa intromisión le permitió apabullar al alperovichismo en los circuitos electorales de clase media y alta, pero también empatar o perder por escaso margen en aquellas barriadas populares a priori impenetrables para la UCR. Aquella elección fue el primer indicio del convencimiento de Cano de que para ganar la gobernación en 2015, necesitaba aprender a navegar en otros mares. Con pragmatismo, el radical fue moldeando el perfil del Acuerdo Cívico y Social y obligando a sus aliados a aceptar la peronización de ese espacio. Por eso no causó sorpresa el público acuerdo con el tigrense Sergio Massa, el histeriqueo con el propio Amaya y el lógico alejamiento de los espacios liberales, como el macrismo. Cano asumió que para derrocar al alperovichismo tiene que desarmar su estructura clientelar y apoyarse en ella. Con ese propósito le dedicó más de 40 minutos a una charla privada con el líder de la CGT, el camionero Hugo Moyano, en el anochecer del viernes. La buena relación entre el referente peronista y el radical tucumano se originó cuando Cano era presidente de la comisión de Salud del Senado. El candidato a gobernador encontró nuevas coincidencias con el poderoso dirigente gremial, más allá de las críticas al ministro de Salud Juan Manzur. Moyano criticó a Daniel Scioli, le ratificó su apoyo a Massa y le adelantó que podrá contar con él para derrotar al alperovichismo.
La libertad de movimientos del radical contrasta con las ataduras de Amaya, que un día es disidente y al otro vuelve a ser kirchnerista. Esa es la principal característica que diferencia a Cano de Amaya. El intendente también había sido invitado a la inauguración de la obra social del gremio camionero, pero no asistió al evento. El problema para Cano es que para un peronista nunca habrá nada mejor que otro peronista, y en ese caso si Amaya logra transmitir seguridad a la dirigencia hastiada del alperovichismo, podría quitarle buena parte de la cosecha justicialista. Públicamente, el diputado y el jefe municipal dicen que no resignarán el primer lugar en una fórmula de gobierno y eso es lo que frena cualquier intento de alianza. Sin embargo, en reuniones privadas ambos admiten que en marzo o abril observarán las encuestas y que, según lo que digan los números, volverán a conversar.
Cuanto más lejos estén Cano y Amaya más tranquilo respira Alperovich. El gobernador alienta números que hablan de un crecimiento en la adhesión social a su ex aliado justamente para alejarlo del radicalismo. Entiende que, en un escenario electoral de tercios, más chances tendrá su delfín de ganar los comicios. Lo llamativo es que el canismo, el amayismo y el alperovichismo ahora compiten directamente en un mismo mercado electoral, y un amplio sector del electorado está huérfano de candidatos. No son pocos los que advierten en el entorno de Cano que su continua peronización lo puede alejar de los sectores medios o independientes. El macrismo y el bussismo, conscientes de ese vacío, se apuran por buscar un nombre que seduzca antes que el tiempo los apremie.
En donde también habrá una peronización será en la Universidad Nacional de Tucumán. El sábado, en un coqueto restaurante del parque 9 de Julio, la rectora Alicia Bardón almorzó con dirigentes de La Cámpora para consumar esta semana el desembarco de ese espacio. Bardón, además, se llevó de esa comida con los hermanos Atilio y Marcelo Santillán, entre otros referentes K, la promesa de que llegará a la UNT una partida de $ 10 millones para obras. Casualmente, ese convenio lo firmará el secretario de Obras Públicas de la Nación y precandidato a gobernador, José López.
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