28 Noviembre 2014
LA FIESTA FUE SOLO ROJA Y BLANCA. Los simpatizantes de River colmaron el estadio Monumental y tuvieron su esperada fiesta al dejar en el camino al “xeneize”. REUTERS
BUENOS AIRES (Por Marcelo Androetto, especial para LG Deportiva).- Ríos de color rojo y blanco. Así se veían las calles aledañas al Monumental, después de un superclásico que, se sabía de antemano, tendría un gran ganador y un gran perdedor, más allá de las circunstancias del partido. Ríos de lágrimas empañaron los ojos de los hinchas de River, sobre todo de aquellos entrados en años, los mismos ojos que hace tres años y medios lloraron el peor dolor.
Antes de eso, hubo una previa tensa, que tuvo su primera descarga recién cinco minutos para las veinte, cuando Agustín Orion ingresó al campo de juego. Entonces, el Monumental hizo sentir su rigor, con silbidos y cánticos. Y un par de bombas de estruendos que seguramente nadie explicará cómo fueron ingresadas. Sobre todo con semejante operativo de seguridad. Los más de 1.200 efectivos hicieron de los barrios de Belgrano y Núñez una zona sitiada. Por la calle Lidoro Quinteros entró el micro de Boca, casi a las 19 en punto, y cientos de policías de la Federal le hicieron la guardia. Se escuchó algún disparo, mientras los hinchas de River le daban la “malvenida”.
Sin visitantes en las tribunas, se sabe, el folclore del fútbol pierde por goleada. Y recayó sólo en los locales. Que pusieron lo suyo para “empardar” aquella otra “xeneize” una semana atrás. Esta vez hubo fuegos artificiales, decenas de miles de globos, y los tradicionales rollos de cintas plásticas, rojas y blancas, que bajaron desde las bandejas superiores.
Engalanado lució el Monumental en esos momentos previos al pitazo inicial de German Delfino. Apoteótico en el final, después del sufrimiento de los hinchas locales en el primer minuto y en los últimos, cuando finalmente todo River gozó de una revancha por la que esperó 10 años, desde aquella eliminación en 2004 de la Libertadores.
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