11 Noviembre 2014
A TODO O NADA. Porven, arquero de La Florida, trata de frente a Mancilla.
Los violentos siguen haciendo estragos en el fútbol tucumano. Esta vez aparecieron en la cancha de San Juan, donde se disputaba el partido entre el conjunto local y La Florida, por la cuarta fecha de la segunda fase del Anual liguista.
El primer tiempo se disputó con normalidad, sin jugadas bruscas ni decisiones polémicas del árbitro Nicolás Nanterne Giacchino. Cuando el juez y sus asistentes, acompañados por dos policías, se iban al descanso, llegó lo que nadie imaginaba. Varios hinchas de la barra del “santo” del este saltaron desde la tribuna al campo de juego y fueron a increparlo. ¿Porqué? Nadie se explica.
Gracias a la llegada de otros ocho uniformados, Nanterne Giacchino y sus colaboradores pudieron ingresar al vestuario, antes de que dos botellas impacten sobre la humanidad de los jueces.
El jefe del operativo pidió más refuerzos, por lo que el inicio del segundo tiempo se vio demorado por más de 30 minutos. Cuando llegaron policías del cuerpo de Infantería, se reanudó el juego. A los 27’, Rodrigo García marcó un golazo que ponía a La Florida en semifinales y dejaba afuera al conjunto local. Pero la alegría duro muy poco. A los 31’ el árbitro no tuvo más remedio que detener el juego. Los violentos reaparecieron en escena y entraron al campo de juego. Unos 200 hinchas del local, armados con piedras y ladrillos, intentaron agredir a futbolistas, jueces y a quién se les ponía en el camino. ¿Y los policías? Miraban asombrados, sin reaccionar. Sergio Correa, defensor de La Florida, se llevó la peor parte. Sufrió una herida cortante en la pierna derecha y terminó en el hospital.
“Estuvimos escondidos en una pieza de madera. No pudimos llegar al vestuarios y tuvimos que sacarnos la ropa para que no nos reconozcan. Fue tremendo lo que paso”, contó Nanterne Giacchino.
“Hemos tocado fondo. La verdad es que temí por mi vida y por la de mis jugadores. Así no se puede seguir. Fue un milagro que no pase una desgracia. Una cosa es contarlo y otra es vivirlo. Nos sacaron las camisetas, los botines, las medias y lo que teníamos encima. Esto es lamentable”, señaló Martín Anastacio, DT de La Florida. La continuidad del fútbol liguista está en peligro por culpa de los violentos. ¿Tiene sentido seguir así?
El primer tiempo se disputó con normalidad, sin jugadas bruscas ni decisiones polémicas del árbitro Nicolás Nanterne Giacchino. Cuando el juez y sus asistentes, acompañados por dos policías, se iban al descanso, llegó lo que nadie imaginaba. Varios hinchas de la barra del “santo” del este saltaron desde la tribuna al campo de juego y fueron a increparlo. ¿Porqué? Nadie se explica.
Gracias a la llegada de otros ocho uniformados, Nanterne Giacchino y sus colaboradores pudieron ingresar al vestuario, antes de que dos botellas impacten sobre la humanidad de los jueces.
El jefe del operativo pidió más refuerzos, por lo que el inicio del segundo tiempo se vio demorado por más de 30 minutos. Cuando llegaron policías del cuerpo de Infantería, se reanudó el juego. A los 27’, Rodrigo García marcó un golazo que ponía a La Florida en semifinales y dejaba afuera al conjunto local. Pero la alegría duro muy poco. A los 31’ el árbitro no tuvo más remedio que detener el juego. Los violentos reaparecieron en escena y entraron al campo de juego. Unos 200 hinchas del local, armados con piedras y ladrillos, intentaron agredir a futbolistas, jueces y a quién se les ponía en el camino. ¿Y los policías? Miraban asombrados, sin reaccionar. Sergio Correa, defensor de La Florida, se llevó la peor parte. Sufrió una herida cortante en la pierna derecha y terminó en el hospital.
“Estuvimos escondidos en una pieza de madera. No pudimos llegar al vestuarios y tuvimos que sacarnos la ropa para que no nos reconozcan. Fue tremendo lo que paso”, contó Nanterne Giacchino.
“Hemos tocado fondo. La verdad es que temí por mi vida y por la de mis jugadores. Así no se puede seguir. Fue un milagro que no pase una desgracia. Una cosa es contarlo y otra es vivirlo. Nos sacaron las camisetas, los botines, las medias y lo que teníamos encima. Esto es lamentable”, señaló Martín Anastacio, DT de La Florida. La continuidad del fútbol liguista está en peligro por culpa de los violentos. ¿Tiene sentido seguir así?