Por Gustavo Rodríguez
08 Noviembre 2014
Pasan los años, los gobiernos y hasta se murió Julio Grondona, pero la violencia le sigue ganando al fútbol. En Tucumán, en Buenos Aires, en todos lados pasa lo mismo. Se buscan soluciones, se dictan castigos y nada ni nadie puede frenar a la horda de salvajes que sigue lastimando al deporte. En la cancha de Central Norte otra vez los hinchas visitantes, que no tendrían que haber estado allí, provocaron incidentes. En Isidro Casanova, los barras de Almirante Brown, que tenían prohibido ingresar al estadio se enfrentaron entre ellos. La batalla campal dejó como saldo un muerto y estiró a ocho el número de víctimas fatales de este año. Ya son 294 los que figuran en esta lista negra.
El jueves, unos 70 hinchas de Experimental violaron la norma que les prohibía presenciar el encuentro, compraron su entrada en casa del “cuervo” y se sentaron como si nada en la platea central. Luego de que su equipo fuera derrotado, generaron serios incidentes que terminaron con autos dañados y un vecindario atemorizado por su accionar. Este hecho se produjo dos días después de que el Tribunal de Disciplina decidiera emitir un fallo ejemplificador en contra de los clubes cuyos hinchas se vieran involucrados en hechos de violencia.
A San Ramón le aplicaron una multa de $ 9.000 (equivalente a 300 generales de $ 30) y le suspendieron una fecha a su estadio por haberle vendido entradas a los simpatizantes de Jorge Newbery. Al “aviador” lo castigaron con idéntica sanción económica y lo obligarán a cerrar las puertas de su estadio durante tres jornadas. ¿Pasará lo mismo con Central Norte y con Experimental? “El mensaje debe ser claro para todos. Y si a Central Norte le corresponde una sanción, que se le apliquen como corresponde”, se apura en aclarar Darío Zamoratte presidente de la Liga y cuyo origen es, precisamente, “cuervo”. “Si hubo una negligencia en los controles a la hora de vender las entradas a hinchas visitantes, los dirigentes deben asumir la responsabilidad”, agrega el directivo en una charla con LG Deportiva.
Por lo pronto, Central Norte y Experimental, deberían jugar su próximo encuentro de local en un estadio prestado y a puertas cerradas, castigo que acordaron aplicar el Comité de Seguridad Deportiva y la Liga a los clubes cuyos simpatizantes provocaran disturbios el mismo día que anunciaron que los partidos del anual liguista se jugarían lunes y miércoles para tratar de frenar la escalada de violencia.
El Tribunal de Disciplina deberá esperar el informe del árbitro y de la Policía para determinar si les corresponde o no una sanción. En este caso, además de estar en juego “el qué dirán”, las autoridades del cuerpo también deberán analizar si ese tipo de castigo es tan ejemplificador. Los hechos, la cruda realidad, indican que no.
Otra obra de terror
Buenos Aires también fue escenario de otro sainete antiviolencia. A Almirante Brown, por los incidentes que generaron sus simpatizantes cuando descendió a la B Metropolitana, las autoridades le ordenaron jugar todos los encuentros de local con socios únicamente. Sin embargo, el jueves, a cuadras del estadio, los barras del club -que no eran asociados- chocaron dos veces. El saldo: un muerto y cuatro heridos, uno de ellos, un niño de cuatro años que caminaba con su abuela hacia la guardería que pagaban sus padres para que lo cuiden. Sí, leyó bien, es como para hacer una película de terror.
De las ochos víctimas fatales que se registraron en lo que va de 2014, cuatro fueron por internas de una misma hinchada. Las otras cuatro fueron por enfrentamiento entre simpatizantes de clubes antagónicos. Pero este año, aunque suene mentira, hasta se importó muerte. El 10 de abril, el colombiano Luis Diego Areiza, fanático de Atlético Nacional, recibió una puñalada en una pelea entre hinchas en el estadio de Newell’s. Increíble, pero cierto.
La lista negra del fútbol argentino sigue agrandándose porque las medidas -veda al público visitante- ni los castigos de jugar a puertas cerradas o de permitir ingresos de socios únicamente a un estadio- no alcanzan. ¿Qué hacer entonces?
“Y, habrá que hacer un gran movimiento para buscar una solución. Es hora de que todos nos juntemos y propongamos acciones y castigos más duros para poner punto final a la violencia. Intentos aislados no sirven de nada porque los incidentes se siguen repitiendo”, explica el comisario Jorge Díaz, jefe de Seguridad Deportiva de la Policía.
¿Qué pasaría si el Tribunal de Disciplina de la Liga llegara a desafiliar a un club porque sus hinchas generaron incidentes? ¿Qué sucedería si los dirigentes se pusieran firmes en no permitirles entrar a los barras? ¿Qué ocurriría si los directivos pidieran ayudar a la Policía o a la Justicia, para dejar de ser extorsionados por los violentos y así evitarían mirar a otro lado como si nada estuviera ocurriendo? Son preguntas que hasta el momento no tienen respuestas. Sin embargo, son fundamentales para acabar con la desnaturalización de la muerte en el fútbol como, lamentablemente, está ocurriendo.
El jueves, unos 70 hinchas de Experimental violaron la norma que les prohibía presenciar el encuentro, compraron su entrada en casa del “cuervo” y se sentaron como si nada en la platea central. Luego de que su equipo fuera derrotado, generaron serios incidentes que terminaron con autos dañados y un vecindario atemorizado por su accionar. Este hecho se produjo dos días después de que el Tribunal de Disciplina decidiera emitir un fallo ejemplificador en contra de los clubes cuyos hinchas se vieran involucrados en hechos de violencia.
A San Ramón le aplicaron una multa de $ 9.000 (equivalente a 300 generales de $ 30) y le suspendieron una fecha a su estadio por haberle vendido entradas a los simpatizantes de Jorge Newbery. Al “aviador” lo castigaron con idéntica sanción económica y lo obligarán a cerrar las puertas de su estadio durante tres jornadas. ¿Pasará lo mismo con Central Norte y con Experimental? “El mensaje debe ser claro para todos. Y si a Central Norte le corresponde una sanción, que se le apliquen como corresponde”, se apura en aclarar Darío Zamoratte presidente de la Liga y cuyo origen es, precisamente, “cuervo”. “Si hubo una negligencia en los controles a la hora de vender las entradas a hinchas visitantes, los dirigentes deben asumir la responsabilidad”, agrega el directivo en una charla con LG Deportiva.
Por lo pronto, Central Norte y Experimental, deberían jugar su próximo encuentro de local en un estadio prestado y a puertas cerradas, castigo que acordaron aplicar el Comité de Seguridad Deportiva y la Liga a los clubes cuyos simpatizantes provocaran disturbios el mismo día que anunciaron que los partidos del anual liguista se jugarían lunes y miércoles para tratar de frenar la escalada de violencia.
El Tribunal de Disciplina deberá esperar el informe del árbitro y de la Policía para determinar si les corresponde o no una sanción. En este caso, además de estar en juego “el qué dirán”, las autoridades del cuerpo también deberán analizar si ese tipo de castigo es tan ejemplificador. Los hechos, la cruda realidad, indican que no.
Otra obra de terror
Buenos Aires también fue escenario de otro sainete antiviolencia. A Almirante Brown, por los incidentes que generaron sus simpatizantes cuando descendió a la B Metropolitana, las autoridades le ordenaron jugar todos los encuentros de local con socios únicamente. Sin embargo, el jueves, a cuadras del estadio, los barras del club -que no eran asociados- chocaron dos veces. El saldo: un muerto y cuatro heridos, uno de ellos, un niño de cuatro años que caminaba con su abuela hacia la guardería que pagaban sus padres para que lo cuiden. Sí, leyó bien, es como para hacer una película de terror.
De las ochos víctimas fatales que se registraron en lo que va de 2014, cuatro fueron por internas de una misma hinchada. Las otras cuatro fueron por enfrentamiento entre simpatizantes de clubes antagónicos. Pero este año, aunque suene mentira, hasta se importó muerte. El 10 de abril, el colombiano Luis Diego Areiza, fanático de Atlético Nacional, recibió una puñalada en una pelea entre hinchas en el estadio de Newell’s. Increíble, pero cierto.
La lista negra del fútbol argentino sigue agrandándose porque las medidas -veda al público visitante- ni los castigos de jugar a puertas cerradas o de permitir ingresos de socios únicamente a un estadio- no alcanzan. ¿Qué hacer entonces?
“Y, habrá que hacer un gran movimiento para buscar una solución. Es hora de que todos nos juntemos y propongamos acciones y castigos más duros para poner punto final a la violencia. Intentos aislados no sirven de nada porque los incidentes se siguen repitiendo”, explica el comisario Jorge Díaz, jefe de Seguridad Deportiva de la Policía.
¿Qué pasaría si el Tribunal de Disciplina de la Liga llegara a desafiliar a un club porque sus hinchas generaron incidentes? ¿Qué sucedería si los dirigentes se pusieran firmes en no permitirles entrar a los barras? ¿Qué ocurriría si los directivos pidieran ayudar a la Policía o a la Justicia, para dejar de ser extorsionados por los violentos y así evitarían mirar a otro lado como si nada estuviera ocurriendo? Son preguntas que hasta el momento no tienen respuestas. Sin embargo, son fundamentales para acabar con la desnaturalización de la muerte en el fútbol como, lamentablemente, está ocurriendo.
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